Se debe reaccionar frente al peligroso auge de las salideras bancarias

Una vez más se ha registrado en nuestra ciudad un robo bajo la modalidad conocida como salidera, que consiste en asaltar a quienes terminan de retirar alguna suma de dinero de una entidad bancaria. Tal como lo detalló una reciente crónica policial, en esta oportunidad le fue arrebatada una cartera a una mujer por parte de dos personas que se desplazaban en moto y se dieron de inmediato a la fuga.

La salidera bancaria comenzó a azotar nuestra región hace unos años y, lejos de haber podido ser combatida con éxito se muestra como una de las formas delictivas más reiteradas. En el curso del corriente año, éste fue el cuarto ataque que se registró en nuestra ciudad mientras que en el año pasado se presentó en 20 casos, al menos denunciados.

En la mayoría de los episodios -algunos de ellos rodeados de características casi cinematográficas, que no fueron consumados a través de arrebatos al voleo frente a los Bancos sino mediante persecuciones y seguimientos prolongados a las víctimas- los delincuentes se apoderan de fuertes sumas de dinero.

Esos y otros indicios permiten deducir que los delincuentes cuentan con información precisa sobre la cantidad de dinero que fue retirada del banco, lo cual constituye una constante de estos tipos de asaltos. Sin embargo, en los episodios hasta ahora registrados no se conoce que hayan sido investigados a fondo ni, obviamente, que hubieran sido esclarecidos.

Resulta poco menos que llamativo el desamparo con que hombres y mujeres enfrentan estas situaciones. En primer lugar, no se advierte en los Bancos la adopción de medidas preventivas que parecieran imprescindibles. Una de ellas, la de alejar las ventanillas de pago de las miradas del público, tal como ocurre en muchos otros países. En cambio, aquí, decenas de personas pueden observar con detenimiento cuál es la suma de dinero que retiran las personas de las ventanillas, ya que las colas se extienden muy cerca de esos lugares de pago.

Si bien esta modalidad delictiva forma parte de la ola general de inseguridad pública en la que se vive en nuestra región, está claro que debe ser contrarrestada con medidas específicas, partiéndose de una eficiente tarea de inteligencia policial.

Más allá de las reformas estructurales que debieran realizar los Bancos, parece imprescindible que las autoridades policiales junto a los responsables de las entidades bancarias realicen un ajustado diagnóstico sobre la forma de operar de los delincuentes, procurándose al mismo tiempo detectar a los eventuales cómplices. Y a partir de allí diseñar un plan orientado a combatir el auge de las salideras, brindándoles protección a quienes retiran dinero de los Bancos.

Una cosa es segura: no será minimizando ni negando el problema como se llegará a resolverlo. Y resignarse a que el peligro aceche en la puerta de los Bancos resultaría inaceptable.

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