“La confesión no debe ser una tortura”

En un hecho sin precedente para una exhortación apostólica, como es llamado este tipo de pronunciamientos, el papa Francisco citó en “La alegría del Evangelio” varios documentos de conferencias de obispos en el mundo, en una indicación de la importancia que asigna a dar a las iglesias locales una mayor voz en el gobierno y la toma de decisiones de la Iglesia.

“Prefiero una Iglesia golpeada, lastimada y sucia porque ha estado en las calles que una Iglesia insalubre por haberse confinado y aferrado a su propia seguridad”, escribió. “No quiero una Iglesia preocupada por permanecer en el centro y después terminar atrapada en una red de obsesiones y procedimientos”.

Agregó: “Más que el temor de desviarnos, mi esperanza es que nos motive el temor de permanecer encerrados dentro de estructuras que nos dan un sentido falso de seguridad, dentro de reglas que nos hacen jueces severos, dentro de hábitos que nos hacen sentir seguros, mientras a nuestras puertas la gente se muere de hambre y Jesús no se cansa de decirnos ‘Denles algo de comer’’’. Con su estilo franco y cálido, el jesuita argentino censuró a los sacerdotes por su complacencia, dándoles una lección de cómo preparar homilías que no hagan bostezar a los fieles, y les recordó que la confesión no debe ser una “tortura”.

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