Asalto a los tiros en kiosco de 32 y 135

PAULA PETRELLA, LA MUJER DEL COMERCIANTE QUE SE SALVÓ DOS VECES DE RECIBIR UN BALAZO

Varios comerciantes habían visto al ladrón con un arma en la mano. Pero los dueños de un kiosco del barrio, no se dieron cuenta de que se trataba de una persona que había entrado a comprar caramelos en ese local.

Según lo que pudo recontruir este diario, el delincuente regresó para robar, se enfrentó a trompadas con el comerciante y hasta le disparó a quemarropa. Sólo por obra del azar nadie salió lastimado.

La brutal secuencia comenzó hacia las 14.00 del domingo pasado, en 32 y 135.

En esa esquina de La Cumbre el asaltante, de unos 20 años, simuló en primer lugar ser un cliente más.

El dueño del local no sabía que se trataba del mismo joven que unos minutos después volvería, pero dispuesto a todo.

“¿Otra vez vos? ¿Qué te olvidaste?”, le preguntó el comerciante, sorprendido. El ladrón no necesitó hablar: abrió un bolso y sacó un arma de fuego.

Además de amenazarlo, el delincuente le dio un golpe fuerte en la cara, con el mismo puño en el que sostenía la pistola.

Y si bien en los primeros instantes lo dudó, el encargado del kiosco decidió hacerle frente cuando le pegaron.

“Empezaron a forcejear los dos. En la mitad de la pelea, el ladrón terminó tirado contra el mostrador y algunos exhibidores”, le contó Paula Petrella, esposa de la víctima, a este diario.

“Cuando salió del negocio corriendo para escaparse, mi marido tiró la moto del ladrón, no sé si a propósito o por error. Lo siguieron desde atrás y le dispararon”, siguió relatando la mujer.

El proyectil de plomo terminó perforando la cortina de un negocio lindero, que estaba cerrado, pero según la comerciante pudo haber desatado una tragedia.

“A esa hora había un montón de gente caminando por la calle. Ese tiro le podía haber pegado a cualquiera”, enfatizó Paula.

El delincuente completó la maniobra volviendo a entrar al local para vaciar la caja y escaparse a toda velocidad hacia 32 y 131.

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