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Opinión |ESTO QUE PASA

Precios congelados y cada vez más cepos

10 de Febrero de 2013 | 00:00
LA PRESIDENTA CRISTINA KIRCHNER EN UN ACTO EN LA CASA ROSADA, DONDE REALIZÓ ANUNCIOS SOBRE OBRAS EN MATERIA FERROVIARIA
LA PRESIDENTA CRISTINA KIRCHNER EN UN ACTO EN LA CASA ROSADA, DONDE REALIZÓ ANUNCIOS SOBRE OBRAS EN MATERIA FERROVIARIA

Por PEPE ELIASCHEV

Twitter: @peliaschev

Uno de los datos centrales de la crisis argentina es la monumental devaluación de la verdad como moneda corriente de la vida cívica. Adoptada la gruesa y mil veces fracasada experiencia del congelamiento de precios, ¿cómo no evocar que el propio Gobierno hace pocas semanas aseguró que no habría acuerdos de ese tipo? Lo hicieron de nuevo: anunciaron algo y luego consumaron lo contrario. No es un mecanismo inusual. Recurre el Gobierno a una patológica recurrencia. ¿No había negado acaso en marzo de 2011 que avanzaba hacia un acuerdo con Irán? Muchos le creyeron, pensando que no se animarían. Lo hicieron.

La realidad evoluciona lentamente hacia un cuello de botella muy evidente. No es necesariamente obligatorio que acontezca, pero los indicios apuntan claramente hacia opciones dolorosas. ¿De qué le sirvió al kirchnerismo haber demolido el Indec para sostener la patraña de un país con baja inflación? ¿Se han preguntado los intelectuales oficialistas cómo se articulan la verdad oficial de una inflación supuestamente moderada, con la evidencia de una escalada de los precios tan virulenta que lleva al congelamiento?

Según el jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano, el Gobierno presiona a empresarios para que no den incrementos salariales

El Gobierno se ha metido desde hace un año largo en un laberinto al que accedió por su propia cuenta y sin que nadie lo obligara. Aplicó, y sigue haciéndolo, medidas desprolijas para componer coyunturas complejas pero no terminales. El cepo al dólar ha sido infinitamente más gravoso, disparatado y sobre todo estéril que las ventajas que pudiera haber presentado aplicar un mecanismo tan torpe e hiriente.

Negar los hechos ha sido una pulsión incontenible y sostenida en el tiempo. En el Gobierno creen firmemente que el sol se puede tapar con un dedo. Haber soslayado la tragedia humana de Cromañón en 1994 como la matanza ferroviaria de hace un año en Once, hablan de una misma naturaleza. Se le ha hecho casi irrespirable al Gobierno persistir en su adicción a dar solo buenas noticias. El congelamiento de precios, ordenado por Guillermo Moreno con la violencia autoritaria que lo caracteriza, es otra manera de anunciar un inevitable techo salarial a la puja por el poder adquisitivo de las remuneraciones.

No son situaciones luminosas que exhiben un ciclo virtuoso, cuando faltan tres meses para que este gobierno cumpla una década ininterrumpida en el poder. Mientras avanza irremisiblemente el calendario que marca elecciones para octubre, la creciente imposibilidad de seguir cebando demagógicamente el consumo presenta un pronóstico muy preocupante para la Casa Rosada. Pasada esta nueva semana de jubileo carnavalesco, la segunda quincena de febrero proyecta escenarios crecientemente turbulentos para el Gobierno. El Poder Ejecutivo ya puede prepararse para un ciclo de manifestaciones y huelgas y es un enigma si las clases comenzarán a tiempo. Es muy poco probable que eso suceda.

ESPEJOS

La Argentina se mira en el espejo de Venezuela, donde se dan de manera agigantada y febril muchas de las pautas que caracterizan la situación de este país. El aumento desorbitado del gasto público fue la llave que le permitió a Hugo Chávez ganar las elecciones de 2012, pero al precio de multiplicar por tres el déficit fiscal. Era inevitable que el chavismo devaluara casi un 50% la moneda venezolana, en un intento retrasadísimo y aislado para reducir el déficit público. Son episodios que tienen enormes similitudes con lo que viene dándose en la Argentina, que también requiere prontamente corregir los desequilibrios macroeconómicos que viene acumulando hace por lo menos un lustro.

La Venezuela chavista y la Argentina kirchnerista proyectan situaciones cada vez más parecidas que diferentes. Controles para la compra y venta de moneda extranjera y restricciones seriales a la remesa de ganancias han hecho que ambas economías sean las más imprevisibles y menos atractivas de América Latina. Venezuela devaluó meses después de las elecciones que ganó Chávez, cuya situación sigue siendo absurdamente un misterio. En la Argentina es inviable una devaluación similar cuando faltan pocos meses para las elecciones en las que el Gobierno se juega la carta de su hipotética eternización en el poder.

Según el jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano, el Gobierno presiona a empresarios para que no den incrementos salariales, en contraste con las declaraciones de la Unión Industrial Argentina (UIA), para la que son “inviables los aumentos de sueldos entre el 25 y el 30 por ciento para el 2013”. Para Hugo Moyano, los sindicatos tendrán que reabrir las paritarias cuando termine el control de precios vigente, si es que por ahora deben discutir y negociar salarios con los precios congelados. Algo es evidente: la Argentina ha vuelto a despeñarse en un cortoplacismo angustioso.

IMPROVISACION

No hay planes ni estrategias siquiera de mediano alcance. Lo que hay son volantazos y medidas de súper coyuntura. Se pasó de las “milanesas para todos” a los precios artificialmente perpetuados. La Argentina es hoy pura táctica de urgencia, en el marco de su vieja y acendrada condición de país “indexado”. Pero en donde los manotazos oficiales revelan su impronta amenazante y sus arrebatos ilegales en la prohibición de hacer publicidad, que Guillermo Moreno gatilló a supermercados y cadenas de venta de electrodomésticos. Se trata de firmas que, severamente controladas por el Gobierno, han sido muy componedoras con la Casa Rosada, al punto de pautar publicidad en medios de nula repercusión por el solo hecho de ser voceros oficiosos del oficialismo. No alcanzó.

¿En qué otro país del mundo un gobierno les prohíbe a empresas privadas publicitar sus productos en medios privados? Es una medida de una grosería sin fronteras, cuya razón de ser es una sola, asfixiar más aún a los medios periodísticos no colonizados por el Gobierno. Eso es lo que único que realmente le quita el sueño al oficialismo. Concentra sus esfuerzos en ocultar o distorsionar acontecimientos evidentes. Ha renunciado a toda proyección de futuro a largo plazo. Con precios congelados y control de cambios, la Argentina de 2013 se va pareciendo mucho a la pesadilla de 1975. Hemos vuelto a las decisiones apuradas, de coyuntura, manotazos sin futuro, como si el Gobierno ya se hubiera adentrado en un territorio minado sin un mapa que le diga donde están enterrados los explosivos.

“Con la inflación y con el dólar el Gobierno fue rehén de sus paradigmas blindados: negar la realidad, carecer de plan y no consultar con nadie”

La Casa Rosada seguramente saldrá pronto a desautorizar convenios salariales con aumentos superiores al 20%. Para las empresas se acentúa una era de dilemas agónicos, conflictos incrementados y una conclusión natural: al cerrársele los caminos al sindicalismo formal, la coyuntura será propicia para el crecimiento del “basismo” informal, con la consiguiente radicalización de planteos ideológicos y acciones de fuerza. El kirchnerismo fue el movimiento que se ufanaba no sólo de haber recreado la política, sino de haber recuperado la libre negociación de las paritarias.

Subsumido en un espejismo evidente, el Gobierno se autoconvenció de que la inflación era un invento de “la derecha” y se regocijaba con la tajada fiscal que le dejaba esa irresponsabilidad. Con la inflación y con el dólar el Gobierno fue rehén de sus paradigmas blindados, negar la realidad, carecer de plan y no consultar con nadie. Altanero, prepotente y arrogante, ahora encara un otoño de descontento y un invierno perturbador. Lo peor es que los gritos de hoy desmienten las palabras de ayer. Hace una quincena, Cristina Kirchner daba lecciones a las amas de casa, a lo Lita de Lazzari (“busquen precios y hagan valer el poder del consumidor”). ¿No les gustaba la sopa? ¡Más sopa! Ahora congelamientos, prohibición de publicidad comercial y más cepos.


www.pepeeliaschev.com

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