Las joyas del museo del Ladrillo
| 23 de Agosto de 2013 | 00:00

El primer horno de ladrillos de la Fábrica Francisco Ctibor fue un horno Hoffmann declarado en septiembre de 2007 patrimonio de interés municipal arquitectónico de la ciudad de La Plata, en unión con el conjunto de bienes y componentes de la Fábrica de la familia Ctibor. Sobre el Camino Centenario vía de acceso a la ciudad de La Plata, a la altura de la localidad de Ringuelet, todavía se aprecia su estructura. Es una de las joyas del museo del Ladrillo de Ringuelet.
Se trata de un horno de planta rectangular compuesto por una gran galería anular de sección abovedada dividida en cámaras, sistema que permitía la circulación continua de fuego durante todo el proceso de cocción a lo largo de cada uno de los compartimientos. Cada segmento tenía su propia puerta y aunque se los denominaba cámaras no había separaciones entre ellos. De este modo, la cocción se desplazaba por la nave de forma secuencial. Mientras en una sección se estaba cociendo el material, en la siguiente se empezaba a elevar la temperatura, al tiempo que en la anterior, el material ya cocido empezaba a enfriarse permitiendo su descarga. La introducción, la cocción y la extracción de los materiales se realizaban simultáneamente, con un importante ahorro de combustible.
A CARBON
Aquel horno funcionaba a carbón. Cocía de forma ininterrumpida durante 24 horas al día, todos los días del año. El combustible se vertía por unas boquillas verticales o respiradores practicados en el techo de las cámaras pasando en forma de llama por entre los ladrillos depositados. El rendimiento de la cocción exigía el funcionamiento continuo del horno y marcaba el ritmo de los obreros que trabajaban manualmente en la carga y descarga de los ladrillos.
La chimenea es otro elemento que lo distingue. Aún hoy, sobre el Camino Centenario se distinguen tres de las cuatros chimeneas del viejo establecimiento fabril. La cuarta sufrió el destierro que impuso la naturaleza, un rayo la hirió de muerte y hubo que demolerla.
Este instrumento que revolucionó la producción de ladrillos en serie, tomó el nombre de su inventor, Friedrich E. Hoffmann (1818-1900), un arquitecto alemán, fabricante de materiales para la construcción en Berlín y ganador de un gran premio en la Exposición Mundial de París de 1867.
El primer horno fue construido en 1859, en Prusia. Para 1867 esa cifra aumentaba a 250, la mayoría funcionando en Alemania.
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