Temperaturas extremas, avisos de un cambio climático que no para

En La Plata, sensaciones térmicas que arañan los 40 grados, y en Chicago, Estados Unidos, otras térmicas, pero de 50 grados bajo cero. Los contrastes no solo marcan diferencias entre el verano y el invierno en uno y otro hemisferio, sino un abismo que cada vez se estira más entre olas de calor y vórtices polares, y que indica ya concretamente que lo del cambio climático no solo es un tema que preocupa a los ambientalistas, sino un fenómeno que incide directamente en la vida de todos los días.

Agobiados por calores extremos que cada año son más intensos, desde nuestras latitudes se observa el fenómeno opuesto que, quizás, llegue también hasta aquí en inviernos no tan lejanos.

Ese fenómeno se llama “vórtice polar” y ya congeló a casi todo Estados Unidos provocando las temperaturas más bajas de los últimos 20 años, con fríos que congelan el agua hirviendo con solo ser lanzada al aire.

“El vórtice polar -describen los especialistas- es un ciclón de aire extremadamente frío situado normalmente en el norte de Canadá, pero que ahora se ha desplazado hacia el sur acompañado de fuertes ráfagas de viento”.

LA VIDA BAJO CERO

En lo que va de la temporada, los estadounidenses atravesaron una sucesión de fenómenos invernales desconocidos. Primero frío, luego una tormenta de nieve seguida de lluvia, y después un “vórtice” llegado del Polo.

Y la vida bajo esas condiciones, no es sencilla. Porque cuando la temperatura baja de los 25 grados bajo cero, la piel expuesta directamente a ese frío queda congelada en cuestión de minutos, y la hipotermia no tarda en llegar.

Cuando la temperatura baja de los 25 grados bajo cero, la piel expuesta directamente a ese frío queda congelada en cuestión de minutos, y la hipotermia no tarda en llegar

Es por eso que las autoridades recomiendan llevar manoplas en lugar de guantes, no permanecer en la calle mojados y, si las circunstancias lo permiten, no salir a la calle de ningún modo.

Así, las condiciones son tan extremas, que hasta las baterías de los autos dejan de funcionar después de estar sometidas a temperaturas tan bajas, y hasta los osos polares y los pingüinos de los zoológicos de algunas ciudades han tenido que ser cobijados para protegerlos de tan gélidas temperaturas.

EL CALOR NUESTRO DE CADA DIA

Lo que en el norte altera la vida cuando las temperaturas descienden por debajo del cero, aquí la complica cuando suben hasta pasar los 30.

Se trata, en ambos casos, de fenómenos que baten récords. En nuestra región, por ejemplo, los registros del Servicio Meteorológico Nacional indican que no había antecedentes de una ola de calor que se haya prolongado más allá de los 15 días, y que la última ola de calor duradera data de marzo de 1980, cuando las altas temperaturas se extendieron por cinco días consecutivos.

En este marco, al igual que los fríos del norte, el calor también pone en riesgo a la salud, tanto, que el golpe de calor puede afectar a cualquier persona, aunque suele ser más frecuente entre los bebés y los ancianos, debido al aumento de la temperatura corporal y la pérdida de líquidos, que entraña riesgos severos, como desvanecimientos y pérdida de conciencia.

Es por eso que en este verano que se presenta tan agobiante, las autoridades sanitarias recomiendan “tomar líquidos, sobre todo agua aún cuando no se tiene sed, evitar el consumo de alcohol porque aumenta la temperatura corporal, no exponerse al sol entre las 11 y las 16, utilizar prendas de vestir livianas y claras, y evitar las actividades físicas bruscas”.

En estos cuadros, el dolor de cabeza y las náuseas, la piel caliente, roja y seca son los síntomas típicos del golpe de calor. Además, el pulso y la respiración suelen ser más débiles.

“A quienes presentan estos signos de alarma -explica el doctor Luis Crovetto, director provincial de Atención Primaria de la Salud- hay que recostarlos en lugares frescos y ventilados, ofrecerles agua, quitarles la ropa y mojarles el cuerpo con paños embebidos en agua fría y, desde ya, consultar al médico”.

En estos casos de calores tan intensos, los aires acondicionados tampoco se ofrecen como una solución saludable, ya que suelen provocar problemas respiratorios, como faringitis, amigdalitis y resfríos, por lo que dolores de garganta, mucosidad con tos y los estornudos resultan diagnósticos también frecuentes en nuestros veranos.

LA INCIDENCIA DEL CAMBIO CLIMATICO

El hecho de que tan bruscas diferencias se estén dando en el planeta obedece, ya sin dudas, a una directa incidencia de los efectos del cambio climático.

Este fenómeno, documentado en las últimas tres décadas, influye en los ecosistemas terrestre y marino del Artico, aunque las mediciones anuales muestran variaciones regionales en esos efectos.

La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera distribuyó recientemente su “cartilla anual”, el informe en el que compila cada año la información meteorológica y los cambios en el mar del Artico y las áreas terrestres que lo rodean.

Después de un año que marcó récords en 2012, se registraron temperaturas relativamente frías del aire en el verano de 2013 en la región central del Océano Ártico, Groenlandia y el norte de Canadá, según precisa el informe del NOAA.

“Esto facilitó un incremento en la extensión del hielo durante el verano y una disminución en la extensión y duración del derretido en la superficie del manto de hielo de Groenlandia”, añadió la entidad.

El golpe de calor puede afectar a cualquier persona, aunque suele ser más frecuente entre los bebés y los ancianos, debido al aumento de la temperatura corporal y la pérdida de líquidos, que entraña riesgos severos, como pérdida de conciencia y desvanecimiento

Por contraste, el verano de 2013 fue uno de los más cálidos que se haya registrado en Alaska, donde algunos observatorios en áreas de congelamiento permanente registraron temperaturas altas sin precedentes.

“En Fairbanks, en el centro de Alaska, se registró un récord de treinta y seis días con temperaturas de 27 grados”, señaló el informe.

Desde que comenzaron las observaciones en 1982, la vegetación en la tundra ártica viene aumentando a un ritmo acelerado desde el período 2005 a 2009 en América del Norte.

Y en las últimas tres décadas, la temporada de crecimiento de la vegetación, esto es el período de más actividad de fotosíntesis, ha aumentado en nueve días por cada década.

Otra de las consideraciones del informe realizado por los ambientalistas, indica que a comienzos de 2013, la extensión de la cubierta de nieve en el hemisferio norte estuvo por debajo del promedio observado para el período 1967 a 2013, y que en varias áreas, particularmente en el Mar de Beaufort (Canadá), se ha observado la presencia de nuevas especies marinas árticas y subárticas que “probablemente representan distribuciones alteradas por el cambio climático y la detección de especies hasta ahora no estudiadas”.

El cambio climático avanza. Y el mundo lo sufre.