Tragedia, idas y vueltas y sosiego

La semana quedará marcada a fuego por una de esas tragedias que cuesta digerir; que provoca un desastre irreparable y deja la sensación de que el destino puede pegar un golpe fatal en cualquier lado, a cualquier hora, de cualquier forma... El rayo que cayó en un balneario de Villa Gesell se llevó súbitamente las vidas de cuatro pibes jóvenes, llenos de vida y de sueños, que disfrutaban vacaciones con amigos, novias y familia. Se las llevó así, de golpe, mientras uno bromeaba abajo de una carpa, el otro jugueteaba con una pelota o probaba subirse a un cuatriciclo. Es una tragedia que deja sin palabras. No se puede hablar de negligencia, de riesgo, de falta de control... Quizá deje espacio para las preguntas sobre la posibilidad de anticipar fenómenos de este tipo y de tomar alguna medida preventiva... Pero todo indica que la fatalidad se impuso de un modo brutal, sin dejar mucho espacio para nada.

Cuatro vidas rotas por un rayo en una tarde de playa y de sosiego... Sólo queda el desconsuelo, la impotencia y esa inquietante sensación de fragilidad frente al destino.

Esta semana fue, mientras tanto, una semana desafinada en la agenda gubernamental. Hubo idas y vueltas, marchas y contramarchas. Lo más llamativo ocurrió con un tema especialmente sensible como el del impuesto a los Bienes Personales. Se lo conocía antes como el impuesto a la riqueza, porque sólo lo pagaban los que tenían un patrimonio abultado. Hace mucho que ya lo paga cualquier contribuyente de clase media con una casa de tres dormitorios y un pequeño departamento que pueda tener como inversión. Pero ahora una parte del Gobierno -encabezada por el titular de la Afip- fogoneaba una reforma para que mucha más gente lo pagara, porque quería que se tomara en cuenta el valor de mercado de los inmuebles en lugar del valor fiscal, como hasta ahora. Hasta ahora, para ser contribuyente de Bienes Personales hay que superar un patrimonio de 305 mil pesos (de acuerdo a las valuaciones fiscales). Los autos tienen una valuación fiscal que muchas veces hasta es mayor que la de mercado. Pero los inmuebles están por debajo. Con el cambio que impulsaba Echegaray iba a pagar el viejo impuesto a la riqueza cualquier propietario de un dos ambientes. Lo cierto es que lo anunciaron, lo desmintieron, lo volvieron a anunciar y lo volvieron a desmentir. Sin llegar a tanto, algo parecido ocurrió con la amenaza de importar tomates para bajar el precio.

En el medio, la semana tuvo los condimentos de siempre: más cortes de luz, más asaltos, más policías baleados, más colas.

Pero también hay cosas positivas: enero, a pesar de todo, ofrece en la Ciudad un paisaje más amable, con más lugar para estacionar, parques descongestionados y mesas en las veredas que invitan al disfrute de noches muy agradables.

Con un poco de entusiasmo, también son días para disfrutar en la Ciudad.