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Deportes |ANTE LA DUDA. PRIMERO SE ROTA, LUEGO SE INTENTA

La doble competencia sigue siendo una cuenta pendiente

El fútbol argentino, entre excusas y falta de exigencia, sigue desaprobando en esa materia. ¿Por qué en Europa sí y aquí no? El temor a las lesiones por fatiga y los puntos oscuros en los cuidados de los profesionales, una combinación que no permite la excelencia a nivel sudamericano

17 de Octubre de 2014 | 00:00

INFORME Por NicolAs Nardini

S e va otro semestre en el fútbol argentino y la mayoría de los equipos que afrontaron más de una competencia a la vez (o hasta tres en algunos casos) no se animaron a encarar sus partidos oficiales con sus equipos principales en todos los frentes. Los factores que llevan a los entrenadores a estas decisiones son múltiples, hay argumentos que avalan todas las posiciones y justificaciones para todas las medidas. Subjetividades al margen, hay una realidad palpable, objetiva, que marca que sigue pasando el tiempo y en nuestro fútbol -también el concepto cabe para el resto de Sudamérica- no se observa la capacidad de jugar más de un partido de alta competencia por semana con los mismos profesionales, situación que desde hace décadas es moneda corriente en las ligas más potentes de Europa.

Las comparaciones son odiosas. Y en este caso hasta pueden resultar injustas si se repara en la diferencia de presupuesto y “fondo de armario” que tienen unos y otros. No obstante, para el fútbol sudamericano la única región con que puede trazarse un paralelo es la europea. Son los dos mercados de punta en el concierto del fútbol mundial, aunque en muchas cuestiones en el Viejo Continente siguen adelantados en comparación con lo que pasa por estas tierras.

Hay cuestiones geográficas y organizativas que resultan insoslayables. Por las copas de la liga de cada país europeo (similares a lo que aquí es la Copa Argentina) los desplazamientos son mínimos, en la mayoría de los casos de menos de una hora de avión o un par, si la opción de transporte es el tren de alta velocidad. Apenas distinta es la cuestión de los viajes cuando se trata de competiciones internacionales, Champions o Europa League.

En el segundo punto en cuestión, relacionado con el calendario, Europa le saca años luz a nuestro fútbol. Las fechas se conocen con meses de antelación, tanto en las ligas como -sobre todo- en las copas internacionales. Esto les permite a los cuerpos técnicos organizar sus rutinas de trabajo con antelación y apelar a la planificación, una palabra casi en desuso en la Argentina, donde en una misma semana un partido puede sufrir hasta tres alteraciones de día y horario.

Dicho esto, no puede quedar de lado la (falta de) autocrítica de este lado del globo. Aquí los equipos realizan intensas y extensas pretemporadas para formar “la base física” de los jugadores y resulta que a los cuatro o cinco partidos de comenzado un semestre empiezan las rotaciones, ya sea completas o parciales, en las formaciones titulares.

Estudiantes empezó a rotar sus jugadores en la quinta fecha, cuando viajó a Rosario, en la previa del primer partido de la Sudamericana. Y volvió a hacerlo, luego, en la séptima y en la octava. Gimnasia directamente puso un equipo “nuevo” (salvo Monetti) en la séptima fecha ante Defensa y Justicia, para darle descanso a los titulares que se preparaban para afrontar el clásico copero. River puso un mix en octavos de la Copa Argentina y repitió la fórmula en cuartos, ante Rosario Central, donde terminó quedando eliminado. Estos son sólo algunos ejemplos, en el marco de una tendencia general que parece no alterarse. Al menos en el corto plazo.

“En nuestro fútbol, al día de hoy, aún existen en su mayoría equipos que basan su preparación física en métodos traídos de otros deportes, principalmente del atletismo y se prioriza, lamentablemente, la cantidad por encima de la calidad del trabajo”, le dijo, tiempo atrás, el profesor Fernando Signorini a este diario en una columna de opinión. El histórico PF de Maradona y la Selección apuntó hacia la preparación de los jugadores, aunque en su opinión no eximió de responsabilidades, tampoco, a los organizadores: “los calendarios, en general, atentan contra la salud del jugador de fútbol, mucho más cuando hay variaciones continuas y no se respetan”, opinó.

NO TODO PASA POR LAS DOS HORAS DE TRABAJO

En la Argentina se trabaja, en general, con intensidad. El tema es que la preparación de un jugador profesional va mucho más allá del nivel de exigencia que tenga el estímulo diario que recibe cada vez que se encuentra con sus compañeros en el centro de entrenamiento. Lo que los profesionales de la preparación física y la medicina del deporte llaman “entrenamiento invisible” juega un rol tan importante como la calidad de la ejercitación diaria.

En este concepto entran todas las cuestiones que no están en las primeras planas pero que tienen tanta relevancia como los temas que inundan los escaparates. Las horas y la calidad del descanso de los jugadores, antes y después de una exigencia importante, la alimentación (tanto en las concentraciones como en la vida cotidiana) y todos los hábitos que forman parte del manual del buen profesional. En este apartado, el fútbol argentino está en deuda y es allí donde florecen, muchas veces, las excusas del cansancio en lugar de hacer hincapié en los motivos que llevan al mismo.

Lo paradójico es que muchos de los jugadores que no muestran apego por estas normas básicas del buen profesional, luego cambian de inmediato cuando saltan a las grandes ligas europeas. Esto quiere decir que más que un desconocimiento de parte del futbolista, existe una falta de exigencia en ese sentido por parte de muchos cuerpos técnicos locales. Se observan aquí ciertas libertadores que en Europa resultan innegociables.

El debate sigue abierto. Las causas aún en estudio. Mientras tanto, la realidad sigue mostrando que en nuestro fútbol, la capacidad de los equipos para afrontar la doble competencia sigue estando lejos del nivel ideal.

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