Producción artesanal: el orgullo de varias familias

Venta directa y ayuda técnica, pilares de un proyecto que crece

LA FERIA MANOS DE LA TIERRA CUMPLIÓ SEIS AÑOS EN LOS JARDINES DE AGRONOMÍA, LA FACULTAD “MADRE” DEL PROGRAMA, Y REALIZÓ UN FESTEJO QUE INCLUYÓ UN PATIO DE COMIDAS Y NÚMEROS ARTÍSTICOS

El floricultor Leonel Velázquez (56) participa de la Feria Manos de la Tierra desde su nacimiento, en 2008. El ex artesano y actual productor avícola José Mazza (54) y su esposa Silvia Rivas (51) se sumaron hace 3 años. Pero ayer, durante los festejos del 6° aniversario de la iniciativa de la facultad de Agronomía, ambos coincidieron en que “la venta sin intermediarios” y “el apoyo de los técnicos” de esa unidad académica y de Veterinaria los ayudaron “a crecer mucho”. “Se convirtió en una fuente de ingresos digna”, dijeron, mientras una artista local hacía cantar a todos, público incluido, en los jardines de 60 y 119.

Manos de la Tierra nació como un brazo del proyecto de extensión Banco Social, que en 2005 puso en marcha Agronomía para entregar microcréditos a familias productoras de la Región que habían “sufrido un enorme impacto cuando la crisis de 2001”, cuentan sus responsables.

Profesores y alumnos avanzados comenzaron a trabajar con las familias que tenían una pequeña quinta en Arana, Olmos, El Peligro, Villa Elvira, Colonia Urquiza y otras localidades, y comprobaron que el mayor problema que afrontaban era el de la comercialización.

ORIGEN Y CRECIMIENTO

Así, con algunas familias productoras montaron la primera feria 6 años atrás. Hoy, el programa cuenta con “unos 15 grupos habituales, los cuales están conformados por entre 8 y 15 integrantes cada uno”, dice la extensionista María Servat.

“Antes me compraban los revendedores, en mi quinta de Colonia Urquiza, pero desde que llegué acá en el 2008 trabajo sin intermediarios; la diferencia es importante”, subraya Leonel Velázquez, quien arribó hace 20 años desde Bolivia e integra el grupo “Los inmigrantes”. “Somos entre 8 y 10, y nos pusimos ese nombre porque todos venimos de países limítrofes”, cuenta, mientras una mujer le pregunta por sus coloridas flores.

“En esto trabaja toda la familia -continúa Leonel-. Mejoramos bastante, y tenemos ayuda técnica para usar agua buena y mejor tierra”, añade el hombre que arrancó con un préstamo de mil pesos del Banco Social.

José Mazza es de Villa Montoro y hace 3 años se acercó por “una vecina que venía acá y que me dijo que yo tenía que vender las artesanías en hierro que hacía. Pero lo cierto es no funcionaron bien”. Fue entonces cuando, tras fallecer el hombre que vendía huevos -“uno de los fundadores de la feria”, resalta Silvia, esposa de José- les ofrecieron cambiar de rubro. “El programa nos regaló 50 gallinas, y con algunas pocas que teníamos, ahora estamos aprendiendo. Nos ayudan mucho y nos va bien”, remata la mujer.

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