Estupor mundial ante masacre de talibanes

UNA NENA HERIDA EN EL ATAQUE A LA ESCUELA ES LLEVADA A UN HOSPITAL EN PESHAWAR

Talibanes armados irrumpieron ayer en una escuela militar en la ciudad de Peshawar, en el noroeste de Pakistán, matando a 141 personas, la mayoría niños, en uno de los peores atentados insurgentes en el país asiático, que se prolongó durante horas y que generó una enérgica condena internacional.

Fuentes militares indicaron en rueda de prensa que 132 de los muertos eran chicos y que otros nueve eran personal de la escuela. Hubo siete atacantes, y todos estaban vestidos con uniformes del ejército y llevaban chalecos cargados de explosivos. Los agresores no querían tomar rehenes, sino que irrumpieron en un colegio bajo control militar en Peshawar (noroeste del país) y empezaron a disparar a mansalva, en lo que se convirtió en una jornada de terror para los alumnos de primaria y secundaria.

Según informó la policía, los atacantes abrieron fuego y lanzaron granadas contra niños y profesores, mientras iban de clase en clase disparando a los alumnos. “Estábamos en una clase cuando escuchamos disparos. El ruido de los tiros se acercaba hasta que la puerta se abrió de golpe y dos personas comenzaron a disparar indiscriminadamente”, relató uno de los alumnos, un niño de 14 años, al diario local “The Express Tribune”.

El ejército paquistaní lanzó a continuación una operación para liberar la escuela, que se vio dificultada por los explosivos colocados por los atacantes en el interior hasta que, luego de cinco horas y en medio de un despliegue de soldados y ambulancias, logró abatir a los siete insurgentes que se habían atrincherado.

OBJETIVO: CAUSAR MUCHO DAÑO

Además de los 141 muertos, el brutal ataque dejó un saldo de 122 heridos, entre ellos una decena de soldados, antes de que el ejército consiguiera liberar a 960 personas del interior de la escuela, a la que los atacantes entraron por la parte de atrás con numerosas armas y con chalecos con explosivos.

Según fuentes militares, los insurgentes no tenían intención de tomar rehenes, sino de causar el mayor número posible de víctimas. Tras recuperar el colegio, el ejército paquistaní lanzó una operación contra los talibanes en Peshawar y posteriormente la amplió al resto de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en busca de insurgentes.

El Movimiento de los Talibanes en Pakistán (TTP, por sus siglas en inglés), principal grupo talibán de este país asiático, reivindicó el ataque y lo justificó diciendo que para el “ejército nuestras familias son objetivos” en las operaciones militares lanzadas contra los insurgentes en las zonas tribales de Waziristán del Norte. “Queremos que sientan nuestro dolor”, manifestó el grupo, que añadió que entre los atacantes había “suicidas” con “órdenes de disparar a los estudiantes más grandes, pero no a los niños”.

El ejército paquistaní lleva adelante una campaña desde junio en Waziristán del Norte con continuos bombardeos y operaciones terrestres que, de acuerdo con fuentes oficiales, han causado más de 1.100 muertos entre los insurgentes. El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, dijo que el ataque es “una crisis nacional” y los culpables no “serán perdonados”, y anunció tres días de luto nacional. El presidente de EE UU, Barack Obama, calificó de “atroz” el ataque y reiteró su compromiso con la lucha antiterrorista. Francia, Reino Unido y la Unión Europea, así como la ONU, se sumaron al repudio de la masacre.

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