Una historia de 123 años en la Región

Con gran entusiasmo, la Sociedad Italiana de Ensenada prepara un colorido festejo por su aniversario

DESDE QUE SE FUNDÓ, EN 1891, LA SOCIEDAD ITALIANA DE ENSENADA, AL IGUAL QUE OTRAS INSTITUCIONES DE COLECTIVIDADES DE LA REGIÓN, FUE UN REFUGIO DONDE LOS INMIGRANTES MITIGARON SU NOSTALGIA

Es un pequeño grupo de inmigrantes que tienen entre 70 y 90 años, pero su entusiasmo en la organización de los festejos del aniversario de la Sociedad Italiana de Ensenada, hace que su edad sea un dato anecdótico. Antonieta ya empezó a amasar los fideos para los doscientos comensales, Franco programa la disposición de las mesas y Giusepe, el tenor, calienta la garganta ensayando “O sole mio”; todo para que el 6 de abril, la entidad más antigua de esa ciudad y alma Mater de importantes instituciones, vuelva a brillar.

Cuentan que ya a principios del siglo XX, en la despoblada traza urbana, el edificio de la Sociedad Italiana se destacaba junto al de la vieja Estación y el Municipio. Un grupo de sesenta y dos inmigrantes ya residentes en esa ciudad, luego de varias reuniones, había fundado la Societá Operaria Italiana que años más tarde se denominó Sociedad Obrera Italiana de Socorros Mutuos, Social y Cultural de Ensenada.

En la comisión directiva, que comandaba la entidad a fines de 1800, nació la idea de fundar un cuerpo de bomberos voluntarios porque la totalidad de las casas eran de madera y fue así que un sector del inmueble de La Merced 211 se convirtió en el primer cuartel de bomberos de la provincia de Buenos Aires. Allí funcionó hasta la década del ´50.

UN EDIFICIO EMBLEMA

Pese al paso del tiempo, aún se mantienen sus paredes construidas con conchilla, el portón de rejas artísticas y una planta baja que conserva el piso de adoquines bajo los que permanecen sepultados dos caballos blancos que tiraban el carro de bomberos. También se observan los caños de la caldera desde los que salían con fuerza los chorros de agua para apagar los incendios.

Franco Torchia, su presidente actual, fue uno de los italianos que desembarcó en la región y asegura que la institución que siente como su casa, fue el resultado del deseo de progreso de las oleadas de inmigrantes: “los italianos escapaban del hambre y las guerras con unas pocas cosas y una gran capacidad de trabajo, acá formaron el barrio Campamento y se preocuparon por crear instituciones que atendieran la salud y la educación”.

Hacia mediados del siglo XX la Sociedad Italiana llegó a tener unos 5 mil asociados, dato que refleja la dimensión de las fuertes camadas de inmigrantes que desembarcaban en el puerto local. El 80 por ciento provenía del sur de Italia.

Muchos vinieron después de la Segunda Guerra, como fue el caso de Giusepe Pípola - 90- , vicepresidente de la institución que aún habla con un cerrado italiano, “Juan Domingo Perón hizo un trato con autoridades italianas que facilitó la llegada de un millón de inmigrantes. Yo vine en 1947 proveniente de un pueblo de Nápoles donde se fabrican los autos Alfa Romeo”.

En la historia de trabajo de esos inmigrantes que se arraigaron en las tierras del Fuerte Barragán también se recuerdan los envíos de dinero que se hacían para auxiliar a los familiares que permanecían en Italia.

“Cuando el gobierno se dio cuenta de que las divisas de la Argentina bajaban por el dinero que salía del país, nos obligaron a sacar un certificado de pobreza para poder hacer los envíos”, agrega el inmigrante para ilustrar esa especie de precursor “cepo cambiario”.

Desde que se fundó, el 1° de marzo de 1891, la Sociedad Italiana fomentó la creación de un hospital y una obra social que cubriera las necesidades básicas de sus miembros. También se promovió la construcción de un panteón en el Cementerio y se apuntó a la creación de una escuela italiana que formara a sus hijos en un ámbito en el que no se perdieran las raíces italianas.

La institución fue el lazo a través del cual se vincularon esos inmigrantes afincados en Ensenada, ya que siempre se caracterizó por desarrollar una intensa actividad tanto cultural como social.

Como ejemplo de esas inquietudes, se recuerda que en el inmenso salón de actos en el que en unos días festejarán el cumpleaños 123, funcionó hasta 1915 la sala de cine. Allí se proyectaban películas mudas musicalizadas en vivo por un pianista que seguía atentamente cada escena. Como por lo general la exhibición duraba dos horas o más, se hacía una pausa para que los espectadores bajaran a la vereda a estirar las piernas o a fumar. El sonido de una campana les anunciaba que debían subir “presto” para seguir con el espectáculo.

En el inmueble también funcionó el Círculo de Ajedrez; aún muchos vecinos llaman el edificio con ese nombre, y el primer Rotary Club de Ensenada.

PARA MITIGAR LA NOSTALGIA

Zapateros, albañiles, lancheros y pescadores también pasaron por ese espacio para mitigar la nostalgia. Algunos, como Giusepe, fueron los tenores de encuentros promovidos por la “pasta nostra”.

La Sociedad fue creciendo con el correr de los años. En 1978, con la ayuda de sus socios, adquirió la parte del salón de la calle La Merced Nº 211 que la Sociedad tenía en condominio con Bomberos Voluntarios. En el año 1989 se fundó la escuela de idioma italiano y se le dio el nombre de “Américo Vespucio”.

Entre directivos y socios se encaró la refacción del edificio donde funciona actualmente la sede social; luego se inauguró la biblioteca pública a la que acceden estudiantes primarios y secundarios. También comenzaron los festivales italianos - argentinos y se realizaron trámites de doble ciudadanía. En suma, se afianzó el objetivo de trabajar por el bien común y participar del progreso de Ensenada.

Con ese espíritu, el 6 de abril próximo se reunirán en el almuerzo aniversario para comer los tallarines de Antonieta - ver aparte - y escuchar la típica música italiana. Quienes quieran participar de la reunión pueden adquirir las tarjetas en la institución, los martes, jueves y viernes de 17 a 19:30, y prepararse luego para un festejo con las costumbres y la tradición que trajeron los inmigrantes.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE