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ELDIA |LA CIUDAD

Los niños y la cultura del ahorro

Los padres en sus casas inculcan a sus hijos el valor del esfuerzo. Pero ellos quieren “todo ya”. La mirada de economistas, psicólogos y docentes

26 de Mayo de 2014 | 00:00
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URIEL Y CIRO DI ODOARDO EN PLENA ELABORACIÓN DE SUS “OBRAS DE ARTE” Y SU ALCANCÍA AL LADO. ELLOS AHORRAN VENDIENDO SUS TRABAJOS
URIEL Y CIRO DI ODOARDO EN PLENA ELABORACIÓN DE SUS “OBRAS DE ARTE” Y SU ALCANCÍA AL LADO. ELLOS AHORRAN VENDIENDO SUS TRABAJOS

Por ALEJANDRO SALAMONE

Justina y Valentín ponen sus monedas en una botella de gaseosa. A Fede sus papás lo premian con algo de dinero cuando saca buenas notas en el colegio, pero si rompe algo en la casa debe reponerlo. Ciro y Uriel venden “sus obras de arte”, dibujos a los que le dedican tiempo y gran empeño. Nahuel tiene una alcancía pero no pone allí moneda, sino billetes. Joaco vendió sus pulseritas en verano en la playa y ganó dinero. Y otro Joaquín, arquero de las infantiles del Lobo, arranca cada partido con diez pesos a favor pero por cada gol que le hacen le descuentan 1, y no le fue mal porque así llegó a tener 600 pesos que gastó en sus vacaciones. Todos ellos tienen dos cosas en común: son nenes de menos de diez años y lo que hacen les sirve para ahorrar. Algunos, según sus padres, lo gastan rápido, otros prefieren seguir juntando.

Es la cultura del ahorro que a los chicos les inculcan los mayores en sus casas, pero que sin embargo cada vez menos se trata en las escuelas, ámbito donde la temática era considerada de vital importancia allá por los años ´50 y ´60, cuando cada uno de los alumnos contaba con la libreta de la Caja Nacional de Ahorro Postal que abría una cuenta para ellos. Los padres compraban estampillas que representaban dinero y ahorro (ver aparte).

Actualmente en México existen diversos programas para fomentar entre los pequeños el buen uso del dinero y para que los padres puedan regalarle a sus hijos una cuenta de ahorro, con el fin de generar beneficios a futuro. Diversas instituciones bancarias en ese país apuntan a atraer el interés de los pequeños hacia los bancos.

Según economistas especializados en finanzas familiares, “los niños pueden aprender mucho de la experiencia de conseguir una meta con sus ahorros, y cualquier edad es buena para empezar”.

“Es importante -aseguran los especialistas- que los chicos sientan que ellos pueden participar para lograr un sueño futuro, como por ejemplo, un viaje escolar. Porque si contribuyen con su parte, la ilusión del viaje es mayor, porque a ellos les está costando”.

Los expertos sostienen que “no es necesario ponerle un precio a cada tarea, actitud positiva o expresión espontánea de solidaridad. Lo importante es que todos entiendan que dentro de los valores familiares existe el esfuerzo a favor del bien común, y como recompensa general, todos comparten los beneficios cuando cada quien hace su parte”.

EXPERIENCIAS EN CASA

Es de conocimiento popular que llenar una botella de 2 1/4 litros de la famosa gaseosa con monedas de un peso, significaría un ahorro de aproximadamente 2 mil pesos. A eso apunta Valentín, de 5 años, incentivado por sus papás Alejandro y Laura Rábano, aunque su botella sea de medio litro. “Hasta que no la completa hasta la tapita no la vacía y eso a pesar de que en nuestro local comercial a veces nos faltan monedas”, dice Laura, y completa: “nos parece importante que desde chiquito él entienda bien lo que significa el esfuerzo del ahorro para después conseguir algo, por eso lo ayudamos y tratamos de que se entusiasme. La idea es poner un objetivo y lograrlo”.

Natalia Ochoa y Alejandro Di Odoardo cuentan que sus hijos Ciro (6 años) y su hermano, Uriel (9), son “muy buenos dibujantes”. Y que entonces realizan sus obras de arte a las que ellos mismos ponen precio y las venden. “Es la forma que tienen de juntar dinero y ahorrar. A nosotros nos parece bien la experiencia porque aprenden a valorar mucho lo que hacen y los ayuda a desarrollar empeño y esfuerzo. Incluso colaboran con la casa”.

Natalia agrega entre risas que “Ciro ya cree que es millonario y se muestra orgulloso cuando a su manera nos dice que quiere ayudarnos a nosotros. Creemos que es el valor del esfuerzo, y además él se da cuenta al mismo tiempo que sabe dibujar y realmente lo hace muy bien”.

Para el economista Martín Tetaz “ahorrar implica postergar el consumo, a la espera de una gratificación (en interés o rendimiento de la inversión) que justifique consumir mañana lo que podríamos gastar hoy. El problema es que en Argentina ese futuro se imagina más distante en el tiempo y la incertidumbre encima hace que lo veamos más borroso”.

Luján Salas, una maestra de sexto grado de una escuela de la Ciudad, lamenta la falta en el ámbito educativo de contenidos que fomenten el ahorro entre los chicos. “De todas maneras -indica- hay actividades que ellos realizan que incentiva el ahorro y el esfuerzo por conseguir un objetivo. Por ejemplo, para poder irse de viaje de fin de curso, organizan kermeses, cada uno realiza un trabajo determinado y después guardan el dinero que recaudan. De todos modos, me parece que debería existir contenidos de cuestiones vinculadas a las finanzas que los estudiantes puedan entender y desarrollar, que les sirva a futuro”.

POCA PACIENCIA Y EL FUTURO

La psicóloga Silvia Russo plantea que “es una preocupación para las escuelas y padres de nuestro tiempo, por qué los chicos soportan poco umbral de espera o no pueden sostener un proyecto, no saben aun teniendo mucho más qué desean. Hacia dónde ir y cómo lograrlo” (ver aparte).

Las investigaciones de Keith Chen, profesor en Economía de la reconocida Universidad de Yale (Estados Unidos), muestran que a la hora de decidir respecto del ahorro es crucial el modo en que nos representamos mentalmente el futuro, y en ese sentido el lenguaje juega un rol crucial. El español en particular (y lo mismo sucede con el ingles) son idiomas que fuerzan mucho gramaticalmente la separación entre el presente y el futuro, a diferencia, por ejemplo, del chino mandarín o el alemán que tienen estructuras mas simples que no separan tanto el hoy del mañana.

“Chen encontró que en las regiones en que se hablan dialectos que separan mucho el presente del futuro, la gente ahorra en promedio un 40% menos -sostiene Tetaz-, y mi sospecha es que la incapacidad de ahorro de los jóvenes tiene que ver, en parte, con el deterioro del lenguaje y la incapacidad de representarse mentalmente el futuro, de soñar e imaginar, de proyectar”.

El economista platense considera que otro tema es la enorme inestabilidad macroeconómica de los últimos 40 años, que hizo que el futuro luciera además más incierto, por lo que prima una lógica de asegurarse un consumo hoy, puesto que nada parece garantizar el premio que justifique su postergación”.

LA IMPORTANCIA DEL AHORRO

“Adicionalmente -sostiene Tetaz-, creo que otra de las razones por las que ahorramos poco es que no sabemos como funciona el interés compuesto, y por ende no somos c onscientes del real beneficio de un pequeño ahorro. Aquí es donde pienso que la educación tiene más para aportar, porque puede hacerle ver a los chicos y jóvenes que por ejemplo ahorrar 1000 pesos por mes durante 30 años, con un interés real del 6,5%, permite juntar exactamente 1 millón”.

EL POSICIONAMIENTO SOCIAL

Por último, explica Tetaz, hay un tema que tiene que ver con lo que Thorstein Veblen (reconocido sociólogo y economista estadounidense que vivió desde 1857 hasta 1929) denominó “Consumo presuntuoso”, que “es el consumo que no se hace para disfrutar de un bien sino para demostrarles a los demás la posición socioeconómica que detentamos. Creo que la sociedad actual es mucho más competitiva que las anteriores en términos de posicionamiento social, porque se ha deteriorado la distribución del ingreso en comparación con 40 años atrás y entonces ahora hay una premura de gastar que hiere de muerte al ahorro, porque ya no se necesita solo un interés que justifique la postergación de un placer, sino que además quien ahorra está sacrificando en el corto plazo una herramienta de posicionamiento social que le permite distinguirse en el grupo, siendo esto particularmente importante en el segmento de los más jóvenes”, concluye.

Costumbres
Algunas antiguas costumbres que incentivan el ahorro entre los chicos: la llegada del “ratón Pérez” cuando se cae un diente, o recibir “colaboraciones” de sus familiares cuando toman su primera comunión

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