Un fuerte mensaje de esperanza en la visita de Francisco

Rezó ante el muro que separa a Israel de Cisjordania. Hoy termina la crucial visita de tres días

El papa Francisco hizo ayer una parada imprevista ante el muro de separación entre Cisjordania e Israel, que el Estado hebreo considera indispensable para su seguridad pero que los palestinos denominan “muro del apartheid” y denuncian como un odiado símbolo de la ocupación.

Francisco bajó de su coche y rezó durante varios minutos en silencio, con el rostro conmovido, frente al muro, tocando sus alambradas, en un mensaje fuerte y simbólico como los que suele realizar desde que fue elegido en marzo de 2013 como pastor de los más de 1.200 millones de católicos del mundo. La construcción del muro empezó en 2002 y fue declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Israel ya ha completado pese a todo el 62% del trayecto, de 712 kilómetros, que aísla poblaciones y que según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) privará a los palestinos de casi 6.300 hectáreas de su territorio.

Belén se convirtió ayer en una suerte de capital del “Estado de Palestina”, que el Vaticano reconoce oficialmente desde 2012. “Que se redoblen los esfuerzos e iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad”, pidió Francisco.

Los llamados a la paz en Medio Oriente fueron una constante de todas las etapas del viaje a Tierra Santa que termina hoy, con una visita al Museo del Holocausto, el Yad Vashem, entre otras actividades. En Amman (Jordania) abogó por negociaciones para poner fin a la guerra civil en Siria. En la ciudad del Pesebre, el Papa escuchó las quejas de niños palestinos, a los que invitó a no dejarse vencer por la violencia. “La violencia no se vence con la violencia, sino con la paz”, les dijo en español. En Jerusalén se reunió con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, jefe espiritual de los ortodoxos, para recordar el histórico encuentro hace 50 años entre Pablo VI y el patriarca Atenágoras, el 5 de enero de 1964. Ambos firmaron una declaración conjunta por la unidad de las dos iglesias, casi diez siglos después del cisma entre los cristianos de Oriente y Occidente.

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