Denunció brutal ataque en la puerta de un boliche

El nivel de violencia que se respira en la Ciudad se mide en el tránsito, en las peleas que se desencadenan a cualquier hora y cualquier excusa, en el Centro o un barrio de la periferia. De noche, o de día.

Los boliches no escapan a eso, aunque en esta clase de episodios casi siempre aparece la figura de los famosos “patovicas”, blanco de reiteradas denuncias por uso y abuso de la violencia física. En las últimas horas se conoció una nueva historia que tuvo como víctima a un estudiante de enfermería que terminó hospitalizado después de haber ido a divertirse a un local bailable.

Según dijo él mismo a este diario, fue golpeado hasta el cansancio “por un grupo de diez personas, entre las cuales se contaban cinco patovicas”. Las demás eran, en base a su versión y aunque parezca raro, cinco mujeres que pasaban por allí.

El viernes a la noche Jorge (26) salió a disfrutar de la noche platense, como tantos otros jóvenes. Y todo fue tranquilo hasta cerca de las 7 de la mañana de ayer.

A esa hora, según contó el estudiante de enfermería, él estaba en la puerta de un local de 7 entre 58 y 59, cuando apareció en escena un grupo de mujeres. “Yo las conozco, son amigas mías”, dijo Jorge a este diario.

Pese a conocerlas, y aunque “estaba todo bien entre nosotros”, el joven asegura haber recibido una respuesta inesperada cuando fue a saludar al grupo. “Una de ellas comenzó a gritarme de todo, que yo le había pegado”, relató.

Según Jorge, esta joven estaba totalmente fuera de sí, gritando “él me levantó la mano”.

De un momento para otro, los golpes se sumaron a los gritos y el muchacho comenzó a ser agredido por este grupo de mujeres. Por razones difíciles de comprender, los patovicas del bar se habrían sumado a la golpiza.

“Eran diez tipos pegándome, en el piso. Me daban como a una pelota de fútbol, fue terrible”, comentó Jorge, visiblemente indignado, sin acertar explicación para el ataque.

Por la cantidad de golpes que recibió -de la cara hasta las piernas Jorge perdió, al menos por unos segundos, el conocimiento. Cuando volvió en si, se reincorporó como pudo y buscó la forma de volver a su casa.

“Al final volví, y un amigo me llevó al hospital San Martín. Después fuimos a la comisaría (Novena) e hicimos la denuncia”, aseguró Jorge.

Ahora, esperando al lunes para iniciar acciones legales, sigue sin “entender las razones” de tanta violencia que le dejó rastros en la cara y el cuerpo.

“Decí que hacía rugby y me la aguanto, porque si no me mataban. Ahora estoy medicado, y esperando para hablar con mi abogado, porque no lo voy a dejar así”, anticipó.