Jorge Alberto Lambolla

Su fallecimiento

Por sus dotes de trabajador incansable, sus valores humanos y el impulso que le imprimió al fútbol infantil del Centro de Fomento Los Hornos, la partida de Jorge Alberto Lambolla, ocurrida a sus 71 años, generó enormes muestras de pesar en distintos ámbitos platenses en los que supo desplegar su calidez y entrega cotidiana.

Había nacido el 6 de mayo 1944, en La Plata, hijo del policía y empleado de YPF Armando Bernardo Lambolla y de Amanda Chicra, ama de casa.

Hizo sus estudios primarios en la escuela Nº 37, cercana a la Estación de Trenes y terminó la secundaria en el ex Comercial San Martín, de 46 entre 2 y 3.

Su filosofía vital estuvo caracterizada por una entrega sin concesiones al mundo laboral y a su familia, los dos pilares de su vida.

A los 14 años empezó a trabajar en el servicio de Correos y Telégrafos, pero tras algunos años, Lambolla dejó esa oficina de comunicaciones y compró un taxi en sociedad con un amigo.

No obstante, apenas se abocó a esa actividad durante poco más de un año. Tuvo la oportunidad de ingresar a la industria petroquímica IPACO, situada en el Camino Vergara, y no la desaprovechó. A fuerza de compromiso y eficacia, fue ascendiendo en la estructura jerárquica de la firma: “arrancó con una pala en la mano haciendo tareas de operario y terminó siendo Gerente de Logística”, resaltaron sus allegados. Permaneció en la industria hasta el 2001, cuando la empresa cerró y él pasó a dedicarse a la docencia.

Tras completar el curso de Instructor para Formación Profesional, impartió clases de Electricidad en el Centro de Formación Profesional Nº 402, de 62 entre 139 y 140 y en el Nº 401, de Berisso.

Tuvo cientos de alumnos que siempre valoraron la pedagogía con que dictaba sus clases. En esos establecimientos, además, cumplió tareas administrativas.

En Los Hornos, el barrio donde pasó la mayor parte de su vida, conoció a Mirta Matilde Tucci. Fue a principios de la década del ‘60. Por entonces él tenía 17 años y ella 16. Pronto se volvieron inseparables y seis años después, en 1967, se casaron. Esa unión se prolongó en tres hijos, Claudio, Esteban y Griselda y ocho nietos, que siempre disfrutaron de la compañía de un abuelo fraternal y consejero.

El fútbol figuraba entre sus grandes aficiones. Hincha fanático de Gimnasia, contagió a sus hijos el espíritu deportivo, que también se cristalizó en sus aportes desinteresados al Centro de Fomento de Los Hornos. Integrante de la Subcomisión de fútbol infantil de ese club, en los ‘80 participó -entre otros proyectos- del grupo de socios que llevó adelante la construcción del predio del club en 143 entre 65 y 66.

Cultivó, además, numerosas amistades con las que solía disfrutar de asados y encuentros.

Fue, en síntesis, un hombre vital que hasta sus últimos días se mantuvo fiel a su ideario, en el que la familia, los amigos y el trabajo fueron siempre preponderantes.

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