La colectividad española celebró en la Ciudad la Fiesta de San Juan

Celebración emblemática en toda la Península Ibérica, la Fiesta de San Juan reúne cada año expresiones artísticas, gastronómicas y rituales como la hoguera que en el hemisferio norte celebra la llegada del verano y despide el día más largo del año. Durante la jornada de ayer, los vascos y catalanes platenses encabezaron una convocante movida que tuvo epicentro en la plaza Malvinas y tuvo su broche de oro con la tradicional fogata.

Apenas pasadas las 17 de ayer, después de varias horas de minuciosos preparativos, se abrió en el espacio verde de 19 y 51 la Verbena de San Juan organizada por el Centro Basko “Euzko Etxea” y el Casal Dels Països Catalans de La Plata, con el apoyo de la subsecretaría de Entidades y Colectividades de la Comuna local.

GASTRONOMIA Y BAILE

Feria gastronómica mediante, el frío del atardecer dejó paso a la calidez de los espectáculos de danza que presentaron los cuerpos de baile de ambas instituciones.

También se pudo presenciar el despliegue coreográfico y percusivo de la “colla bastonera” del Casal, y el repertorio con aires rockeros del grupo Terra Endins.

Además de platos de origen vasco y catalán, como el “pà vermell” y los “pintxos de sobrassada mallorquina”, se pudieron degustar bebidas como “agua de Valencia” y “ron cremat”.

Para culminar los festejos, se encendió la hoguera, en torno a la que orbitaron bailes típicos como la sardana, y los asistentes quemaron la “mala onda” y los malos recuerdos, todo lo que se quiere dejar atrás, traducido sobre hojas de papel.

UN RITUAL DE SIGLOS

La Víspera de San Juan o Noche de San Juan es una festividad cristiana, de origen pagano. Marca el inicio del verano en el hemisferio boreal y se celebra en varios países de Europa, pero principalmente en España y Portugal.

Dado que el inicio del verano da pie al progresivo acortamiento de los días, es tradición encender grandes hogueras, para extender simbólicamente el día más largo del año.

El gran protagonista de San Juan es el fuego, no sólo para rendir tributo al sol, sino también como herramienta de purificación; se arrojan a las llamas ropas viejas y cualquier objeto que represente un mal recuerdo, como forma de exorcizar los sucesos negativos de los doce meses anteriores.

En la antigüedad, además, se cocinaban en la pira alimentos que luego eran ofrecidos a las personas que participaban de la celebración para así “asegurarles” alimento suficiente durante todo el año.