Las medallas que llegaron desde Toronto

Son historias de lucha, esfuerzo y tesón, coronadas por una sonrisa y el inolvidable -y único- momento de subir a un podio para recibir una medalla, con el Himno Nacional sonando de fondo. Momento de plena felicidad, que se anuda en la garganta y estalla en forma de llanto incontenible, con la satisfacción de haber dejado todo. Tres historias, de hijos de la Ciudad que lucieron en los Juegos Panamericanos de Toronto. Victoria Travascio, en vela; Segundo Tuculet, en rugby y Rocío Campigli, en handball. Ellos, tienen algo para contar...

Rocio Campigli el orgullo “pincha”

Orgullo de Estudiantes de La Plata, el único club equipo federado de la ciudad, Rocío “Roca” Campigli volvió de Toronto con una medalla de plata en handball . El seleccionado argentino cayó 25 a 20 en la final contra Brasil, el último campeón del mundo, y así se aseguró el pasaje a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Recién aterrizada de sus primeros panamericanos y a punto de cumplir los 21, Campigli metió 11 goles en Toronto y dice que, los desafíos, cuanto más difíciles, mejor rendimiento. “A mí me encanta jugar contra Brasil porque es el equipo que más se impone en América; saca lo mejor de vos”.

La historia de “Roca” arrancó hace una década, en Parque Saavedra, en 13 y 69 en el Colegio Padre Castaneda. Allí empezó a jugar handball y un profesor -Rodrigo Savino- la llamó para sumarse a una escuelita extra curricular. En esa época, solo se limitaba a jugar los bonaerenses con el colegio, pero nunca llegó a la final.

En 2007 jugó su último bonaerense y Savino le insistía para jugar en Estudiantes, donde él trabaja como técnico. “Vas a Estudiantes y te llaman para la selección”, la interpeló. Ella nunca lo olvidará. Así, en marzo del 2008 arrancó con 13 años, jugó todo el año y un año más tarde la llamaron para el seleccionado nacional. La profecía se cumplió.

“Era más grande que sus compañeras, la tenía que hacer jugar con los varones porque tenía mucha potencia incluso en velocidad, para su tamaño”, recuerda el experimentado director técnico Savino, ex entrenador de las Leonas y hoy DT de la equipo mayor de Lanús.

Triunfar, como todo el mundo sabe, es un camino regado de esfuerzo. Rocío entrenó en 2009 en el Cenard, en 2010 no la convocaron; pero a partir de marzo de 2011 siempre fue llamada. En 2012 empezaron los viajes en categoría Junior -sub 21- con el Panamericano en Chile, y el Mundial de República Checa; 2013 jugó el Sudamericano en Paraguay, 2014 otro Panamericano en Buenos Aires y el Mundial de Croacia. A fines de 2012 la llamaron para entrenar con “la mayor”, año en el que entrenó en ambas categorías.

Toronto fue para ella, el primer juego panamericano. “Estar en la Villa Olímpica y compartir con los deportistas de todos los países, está buenísimo”, dice.

Con su 1,70 de estatura es una de las más bajas del plantel, más para jugar de pivot. “Internacionalmente soy muy bajita y al lado de las brasileras, soy un pitufo”, bromea. Los que la conocen, como la ex jugadora de primera de Estudiantes, Natalia Peluso, la define así: “En inferiores jugaba de lateral izquierda y a veces derecha, como el ala de básquet. Sacaba el equipo adelante con 15 goles por partido en juveniles. En la selección juega de pivot, que es más de combate. Si bien es chica de contextura, tiene una espalda y piernas muy fuertes, mucho oficio y maña en el puesto”

“Consiguiendo la clasificación a Río hicimos mucho para difundir el deporte”, se entusiasma Rocío. “Trabajamos un montón en eso, a través de las redes sociales y estando atentas a lo que podemos hacer para que la gente nos vea, nos banque y ganarnos su apoyo”. Completita la piba. Una deportista online.

Segundo Tuculet: Un Puma que va por más

Nieto e hijo de jugadores de Los Tilos Rugby Club, Segundo Tuculet -con 21 años, 1,80 de estatura y 86 kilogramos- es el menor en una histórica familia de jugadores platenses. El mayor, Joaquín, juega en el seleccionado mayor de los los Pumas. Después viene Mateo, capitán en la primera de Los Tilos. Empezó a jugar a los 6 años con algunos amigos del Colegio Estrada de City Bell y así siguió hasta que a fines de 2012, con 18 años debutó contra La Plata RC en el plantel superior.

Dentro de los honores, aquellos seleccionados de los que participó, figura su participación en el conjunto de Buenos Aires y en el equipo de “Los Pumas Seven”. En 2014 y 2015 viajó a representar a la Argentina en el Circuito Mundial de la World Rugby y salió “tryman” en la temporada con 23 tries, más los 5 convertidos en los panamericanos.

La novedad es que antes de ganar la medalla plateada en Toronto tras caer en la final ante Canadá, se había confirmado la participación de ésta disciplina en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro 2016. Segundo también anotó y fue protagonista de la clasificación con el seleccionado nacional en Juegos Sudamericanos, cuando vencieron a Paraguay y aseguraron la plaza olímpica.

“Segundo es claramente una de las promesas del rugby platense y argentino”, asegura Nicolás Games, ex jugador y coordinador de prensa de Los Tilos.

“Yo en seven juego de centro”, responde el joven talento, que es un jugador de más físico que técnica. Es fuerte, potente y veloz, y con una gran habilidad para quitarse la marca de encima, características claves y necesarias para el seleccionado de seven. Es un jugador de mucha explosión y gran velocidad en corta distancia.

Al recordar los días en Canadá, en donde comparte la selección con jóvenes rugbiers de Córdoba, Tucumán, Mendoza, Rosario y distintos clubes de Buenos Aires, el jugador asegura: “Compartíamos un comedor con casi 2500 atletas adentro de la villa y era una locura”.

Pero no todo es Rugby. Segundo además está estudiando Educación Física pero se le complica bastante con los viajes y torneos, por lo que trata de “meter alguna materia” cuando puede. Por el resto, mientras está en Argentina, entrena 3 veces a la semana con la selección en el anexo del CENARD en calle Champagnat, más una con los Tilos y el partido del fin de semana. Unas 20 horas semanales si le suma el gimnasio. “En las giras se entrena toda la semana bastante duro pero me trato de acomodar en la semana para hacer todo lo posible y cuando tengo que descansar, descanso, porque si no llegan las lesiones.”

Los jugadores son todos becados pero no es un sueldo tan alto para ser profesional.

A Segundo, que arrancó el año pasado, el Enard le dio una beca económica y también universitaria, obra social y en cada viaje de gira afuera tiene un viático. “Gasto económico mucho no tengo –dice- y cuando entreno en Buenos Aires me bancan la nafta”.

La UAR tiene un esquema de buenos entrenadores y estructuras para que su equipo pueda entrenar como un jugador profesional. “Porque se puede joder afuera de la cancha pero cuando estas entrenando- ya sea afuera o en el gimnasio-, tenés que poner toda tu energía y concentración ahí porque eso es a veces lo que distingue a un jugador distinto de un jugador normal” reconoce y concluye: “Cuando entrás en el sistema tenés que dejar muchas cosas, pero no te obliga nadie a dejarlas. Nosotros con el tema de los circuitos y las giras estamos mucho tiempo del año afuera. Pero cuando vuelvo trato de estar con mis amigo y estar con mi familia. Trato de ponerme al día con todos, incluso con la facultad.”

Difícil ponerse al día con sus amigos porque Segundo no para. Lo acaba de convocar el seleccionado de la Provincia de Buenos Aires (URBA) de menores de 21 años para el torneo nacional -en la modalidad tradicional de 15 jugadores-, y también el seleccionado de Seven para ir a jugar el campeonato mundial de clubes en Limerick, Irlanda y del cual Buenos Aires es el último campeón. Allá irá a defender la corona.

Victoria Travascio la mejor navegante

Cuando Victoria Travascio, hizo sus primeros pasos en embarcación a vela a los 7 años en el Club Regatas local, no imaginó hasta donde llegaría. Y tampoco lo pudo creer hasta el final de la última regata en los juegos de Toronto, días pasados, cuando veinte años después, con 27 venia primera en la clase 49erFX.

Dejemos que mejor lo cuente ella. “Nunca creíamos que podríamos ganar la medalla de oro. Fue muy duro, estuvimos siempre primeras en el campeonato, pero con las brasileras detrás, sabiendo que son las mejores del mundo y que en cualquier momento podía darse vuelta todo”, asegura la capitana Travascio.

Victoria ha navegado a vela en las aguas de Estados Unidos, España, Australia, Perú, Ecuador, Finlandia, Francia, Uruguay, Brasil, Chile, México, Canadá, Alemania, Islas Bermudas, Emiratos Árabes e Italia.

Para los que no son del mundo de la náutica, hay que saber que existen dos roles arriba del barco: timonel y tripulante. El timonel -ella- básicamente lleva el timón y en algunos momentos lleva una de las velas según el rumbo que se esté siguiendo.

El tripulante lleva la vela más importante del barco (vela mayor en un rumbo y spinaker en otro), se encarga de observar la variables de vientos para planear entre las dos la táctica a seguir. “Ambas realizamos las maniobras de cambio de dirección y utilizamos nuestros cuerpos para contrarrestar la fuerza que hace el viento en las velas”, cuenta ella.

A decir verdad, Victoria no se soñaba como ganadora en vela, se soñaba trabajando como abogada que es.

¿Qué cosas, como por ejemplo tu profesión de abogada se eligen frenar o dejar de lado para dedicarse al deporte de alta competencia?

-Fue muy difícil esa decisión porque por un lado necesitaba entrenar muchísimo para poder llegar a adaptarme a este barco tan exigente pero para eso necesitaba recursos y seguir trabajando, por lo cual, no podía dedicarle demasiado tiempo a los entrenamientos. Además más allá de los recursos, también dejar de trabajar significaba dejar de lado mi carrera profesional para dedicarme solamente al deporte sin saber que frutos podría tener. Una vez que conseguimos mayor apoyo por parte del ENARD y de la Secretaria de Deportes decidí dejar mi trabajo como abogada y mis estudios de especialización.

Para bancar el deporte económicamente, hasta hace un tiempo, sus padres la apoyaron mucho y siempre para conseguir los medios para seguir, aunque aclara que al comienzo no competía mucho en el exterior y corría en barcos económicos. Luego le ofrecieron recibir una beca del ENARD, que fue su incentivo para empezar a dedicarse full time y junto con un poco de ayuda de su club -el Yacht Club Argentino- y de su familia, pudo competir en el primer mundial y que el Organismo la siguiera apoyando. ¿Sponsor privados? Nada más que algún pasaje.

“Es un deporte muy caro y es muy difícil afrontarlo con medios propios”, explica la navegante platense. A pesar de los costos, hay cada vez más estrellas argentinas en alta mar: “tenemos grandes navegantes y tenemos también mucho que aprender de ellos”, remata. Su medalla es señal de que van por buen camino.