Día del Niño: los juguetes artesanales y clásicos resurgen pese al auge tecnológico

Lejos de la Play, las tablets o la Wii, los llamados juegos vintage o elaborados manualmente ganan el terreno perdido y son buscados cada vez por más padres

No es una rareza ni algo aislado pero, para los tiempos que corren, tal vez sí una curiosidad: si bien los entretenimientos tecnológicos para los chicos ganan cada día más terreno y aparecen como las estrellas en el Día del Niño, en Reyes o en Navidad, de un tiempo a esta parte los juguetes tradicionales quieren recobrar el espacio perdido y, de la mano de emprendimientos personales y cierta tendencia hacia lo clásico y artesanal, parecerían resurgir y hacerle frente a las modas llegadas con las nuevas tecnologías. ¿Es así?

“La crisis arrasó con el mundo del juguete a principios de esta década -asegura Mónica Olivera, encargada desde hace años de una juguetería local-, pero en los últimos años algunos emprendedores comenzaron a desarrollar juguetes didácticos, sin tecnologías sofisticadas, y eso potenció un mercado que parecía dormido y que en esta previa del Día del Niño vemos que está muy despierto”.

“El juguete como instrumento es útil siempre y cuando se ponga en acción una historia o una fantasía alrededor de él”

 

No muy distinto es lo que piensa Laura Cedola, al frente de una juguetería artesanal de City Bell y para quien el auge por los entretenimientos más tradicionales “forma parte de una tendencia amplia y que tiene como principales protagonistas a parejas de padres jóvenes”.

Según Cedola, que desde hace tres años confecciona juguetes de madera y vende productos que privilegian la elaboración manual, “hay un resurgir de los juegos más tradicionales y alejados del avance tecnológico, y creo que tiene que ver con una mirada más natural de muchos padres de hoy que buscan desenchufar a sus hijos de las pantallas, del mismo modo que intentan darles una alimentación más saludable o conseguirles algún colegio pedagógico para su educación”.

MODELOS PARA ARMAR

Lo que cuenta Laura se hace ejemplo en la historia de Matias Verde Tello y su pequeño hijo Amaru, dos platenses que viven en Bariloche “alejados de la fiebre por tener todos los nuevos productos tecnológicos”, al decir del padre.

Hay un resurgir de los juguetes tradicionales y elaborados artesanalmente. Creo que tiene que ver con un fenómeno más amplio protagonizado, sobre todo, por padres jóvenes que buscan una educación más natural para sus hijos”. Laura Cedola. Elabora y vende juegos artesanales

Con la idea de no tener a su nene todo el día frente a una pantalla ni obsesionado por los videojuegos, los regalos que Matías busca para su hijo están siempre relacionados con lo artesanal, casi con lo natural. “Son cada vez más los padres que se inclinan por estas opciones más sencillas”, apunta Cedola, para quien lo importante en este caso “es que el chico aprenda jugando y pueda divertirse, sin tener que estar ansioso por conseguir el nuevo chiche tecnológico. La idea es que sea un niño, simplemente, y pueda divertirse con un autito de madera o una pelota”.

Cinthia Popoo es una diseñadora en comunicación visual que, junto con su socia Sandra Stefanoff empezó a pensar como podían desde su lugar de adultos proponer juegos que estuvieran por fuera de las opciones tecnológicas. Después de pensar, diseñar y elaborar, hoy Cinthia y Sandra elaboran por su cuenta los juguetes “Chumba” y son unas de las referentes del fenómeno a nivel local.

“Lo que nosotras creamos en realidad son juegos y no juguetes -dice Cinthia-, ya que responde a una definición conceptual. El juego es la acción, es lo que podemos ‘crear a partir de...’, lo que generamos en la interacción con el otro. El juguete como instrumento es útil siempre y cuando se ponga en acción una historia o una fantasía alrededor de él. Hoy a los niños se les proporciona una gran cantidad de juguetes, pero se les dedica cada vez menos tiempo al juego. Y ese es el principal valor que intentamos rescatar”.

Todos coinciden en que a lo largo de la historia los juguetes fueron incorporando nuevos atributos pero nunca tantos como ahora, en que el salto tecnológico provocó una verdadera brecha generacional.

“Tradicional, didáctico, de construcción o tecnológico, el juguete será saludable si permite al niño descargar sus fantasías”

 

“No es cuestión de estigmatizar a los juguetes electrónicos. No hace falta, sería no entender lo que en verdad hay que pretender de un juguete. Tradicional, didáctico, de construcción o tecnológico, será saludable si permite al niño descargar sus fantasías”, asegura Nora Vinacur, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina y quien cita a Winnicott para abordar el tema.

D.W. Winnicott, el célebre pediatra y psiquiatra inglés, trazó una relación entre juego y juguete que permite distanciar el concepto que para el mercado tiene éste último: si en el juego anida la creatividad, en el juguete deberá quedar anidada la misma lógica. “Por tanto, en realidad, el juguete no será un objeto del mercado sino la creación de un niño que será capaz de usar y extraer el valor del juguete que anida en cualquier cosa”, sostiene la experta, quien destaca además que, sea de manera precaria o sofisticada, “lo importante es que el niño pueda no sólo entretenerse o aprender sino simbolizar, es decir procesar las situaciones de la vida”.

La cuestión parecería invitar al debate: ¿juegos tecnológicos o juegos más artesanales? “No hay que estigmatizar a los nuevos juguetes -dice Vinacur-. Las pantallas no siempre provocan ensimismamiento; muchas son muy interactivas y pocas provocan el efecto pasivo que a nosotros nos dejaba boquiabiertos largas horas frente a la TV”.

Para Popoo, por su parte, “las tecnologías invaden todos los espacios posibles y es difícil estar por fuera. Pero es como lo que pasa con la alimentación de un niño: uno a veces quiere que coma sano y el bombardeo de ‘comida chatarra’ es tan grande que es difícil abrirse camino y buscar alternativas, pero las alternativas están; sólo hay que tener creatividad para incorporarlas a la vida diaria. Con el juego pasa lo mismo: se abandonan unos juegos por otros, aunque no podemos echarle la culpa a la tecnología de lo que hacemos con ellas o de invadirnos, ya que somos nosotros quienes decidimos si tal o cuál tecnología entra a nuestra casa y cómo la ponemos en manos de los niños y les enseñamos y permitimos usarla”.

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