A 30 años de “Oktubre”, disco bisagra del rock

El segundo álbum de Patricio Rey marcó un antes y un después en la banda, y mucho más allá

Hace 30 años, la ascendente banda del under Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota editaba “Oktubre”, su segundo disco de estudio, que marcó un antes y un después en la historia del grupo al tiempo que significó una verdadera bisagra en el rock argentino, que comenzaba a abandonar el optimismo inicial que había despertado el regreso a la democracia en 1983.

La placa, publicada en octubre de 1986 con importantes innovaciones sonoras, líricas que graficaban al dedillo el panorama socio-político mundial y un concepto general en el que la banda dejaba en claro sus posturas ideológicas, se estableció además como el trabajo más apreciado por los fans de la banda, ya que contiene varios himnos ricoteros como “Jijiji”, “Semen up”, “Ya nadie va a escuchar tu remera”, “Preso en mi ciudad”, “Motorpsico” y “Canción para náufragos”, entre otros; además de definir toda una iconografía, ideada por Ricardo “Mono” Cohen, también conocido como Rocambole, con una lectura de los procesos revolucionarios históricos, a partir de un cruce entre la estética artística tradicional de la Revolución Rusa de 1917 y los trabajos de Antonio Berni.

DESPEGUE

“Oktubre”, grabado en los estudios Panda con Osvel Costa como técnico, resultó además el despegue definitivo de un grupo que hasta el momento había editado “Gulp”, en 1985, un registro realizado en pocas horas y en el que la banda repasó canciones que ya tocaban en vivo.

El resultado final fue un compendio de nueve canciones, con un sonido oscuro y letras que referían a la Guerra Fría, la dictadura de los medios de comunicación y el excesivo consumo de cocaína que dominaba la escena de los años 80.

El rock nacional comenzaba por entonces a pasar del optimismo de la “primavera alfonsinista” a la decepción despertada fundamentalmente por la hiperinflación

A partir de ese momento, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota comenzó a ver cómo su público se multiplicaba rápidamente, hasta convertirse en el grupo más convocante de la historia argentina. Y por ello, “Oktubre” producido con “un poco más de estructura que el anterior”, cuenta Tito Fargo D’Aviero, guitarrista de la formación entonces: “Tardamos algo así como una semana en grabarlo cuando a ‘Gulp’ lo habíamos hecho en cinco horas, con mezcla y todo”.

Fargo afirma que “Oktubre” fue un disco de exploración sonora para la agrupación surgida en la Ciudad: “En los años ‘80 había muchos aparatos nuevos y los músicos estaban abiertos a probarlos”, por lo que, afirma, fue “un disco frío y más cerebral” en relación a “Gulp”, al que considera “más visceral y menos pensado”.

Este punto marcó el descontento a la hora de la grabación por parte de Willy Crook, quien no estaba tan de acuerdo con el uso de algunos de los efectos utilizados. “El técnico se había comprado un aparato de reverb y se lo ponía a todo. Es como si yo le pusiera helado de chocolate a todo porque me gusta. Imaginate que no le puedo poner helado de chocolate al tanque de nafta del auto. Entonces se me perdía la dimensión de lo que tocaba. Ahora lo escucho y me gusta el disco, pero me acuerdo que salía bastante frustrado del estudio”, contó Crook, quien dejaría la banda.

CLIMA OPRESIVO

Lo cierto es que esta particularidad le daba al disco un clima opresivo similar al de grupos relacionados con la escena post-punk, como Joy Division, que cuajaba a la perfección con su densidad temática. Esta característica marcó a fuego al rock argentino que comenzaba a pasar del optimismo inicial que había provocado la “primavera alfonsinista” a la decepción despertada fundamentalmente por la hiperinflación y las presiones castrenses.

“Oktubre” exudaba ideología por donde se lo escuchara o mirara, puesto que el sonido, las letras y las gráficas actuaban como un tándem inseparable, a raíz de un proceso creativo que se definía en la “mesa chica” conformada por El Indio, Skay, Rocambole y La Negra Poly, mánager de la banda.

“En el disco la idea principal era recordar admirativamente los procesos revolucionarios y las luchas protagonizadas por las masas en la historia de la humanidad, en cuanto fueran sometidos contra sus opresores”, recordó Rocambole, y agregó: “Mas tarde el público se apropió de esas imágenes aplicándolas en remeras, banderas, paredes, mochilas y en cuanta posibilidad hubiera incluyendo los tatuajes en la piel. Se transformaron en íconos populares. ¿Qué más puedo pedir como reconocimiento a mi tarea?”.

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