El líder que desafió a 11 presidentes de EE UU

Fidel Castro no habría sido quien fue sin Estados Unidos, y sin Fidel Castro los Estados Unidos contemporáneos habrían sido otro país. Muere habiendo desafiado a once presidentes estadounidenses, con el régimen en pie. El deshielo impulsado por Barack Obama está en marcha pero ha quedado en duda tras la victoria de Trump en las elecciones del 8 de noviembre.

Algunos analistas aseguran que Castro es el más estadounidense de los líderes revolucionarios surgidos a mediados del siglo XX. Y señalan que en EE UU encontró bases de financiación para sus actividades contra el régimen de Batista. Y fue la prensa de este país la que le elevó a un estatus casi de estrella pop en sus años de Sierra Maestra y en los primeros pasos en el poder en La Habana. El revolucionario joven y heroico para los estadounidenses de 1960 pronto se convirtió en antagonista.

Castro también ha sido una presencia permanente para Washington. No se entiende la historia de la primera potencia mundial sin la isla caribeña. Cuba ha sido desde el siglo XIX una pieza geopolítica clave, una de las cerraduras del Golfo de México, la desembocadura natural de las exportaciones que bajaban por el Misisipi hasta el puerto de Nueva Orleans. Los episodios más tensos de la Guerra Fría tuvieron que ver con Cuba. La frustrada invasión de la bahía de Cochinos, en 1961, bajo la presidencia del demócrata John F. Kennedy, alejó durante décadas al exilio cubano del Partido Demócrata. Al año siguiente, la instalación de misiles soviéticos en la isla colocó el mundo al borde del precipicio nuclear.

En algunos análisis que se hacen por estas horas, se señala que uno de los malentendidos de este medio siglo ha consistido en creer que Cuba siempre fue una obsesión de EE UU, de la misma manera que EE UU lo fue para Cuba. Con los años, Washington asumió que Castro estaba ahí para quedarse, que era una realidad ciertamente molesta, pero no determinante en el tablero mundial. Que ningún presidente estadounidense, hasta Obama en 2014, replantease la ineficiencia del embargo ni diese pasos serios hacia la normalización, indica que el statu quo se daba por supuesto.

Washington delegó en Miami la gestión de una relación que la mayoría de estadounidenses veía con indiferencia, o, en el caso de las grandes empresas o de los agricultores del Medio Oeste, con escepticismo.

Cuando Miami empezó a cambiar, cuando la composición demográfica y las aspiraciones de la diáspora cubana se suavizaron, Washington se vio en condiciones de dar un giro y aproximarse a la Cuba de los Castro.

Castro sobrevivió a Dwight Eisenhower, John Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush padre, Bill Clinton y George Bush hijo. Ha estado a punto de sobrevivir a Barack Obama. Donald Trump -para muchos, el inquilino de la Casa Blanca con más rasgos autoritarios de las décadas recientes- será el primer presidente sin Fidel.

Cualquier conclusión sería apresurada. Pero todo indica que ayer se empezó a escribir una nueva historia en la relación de Cuba no sólo con EE UU sino con el mundo entero.

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