El fantasma de la recesión acecha a la isla en medio del luto por Fidel
| 30 de Noviembre de 2016 | 03:05

Por YENY GARCIA (*)
LA HABANA.- Fidel Castro deja, tras su muerte, una Cuba que buscará impulsar las reformas económicas lideradas por su hermano, el presidente Raúl Castro, actualmente amenazadas por el fantasma de una probable recesión en la que podría entrar la isla a causa de la crisis en Venezuela, que redujo sus envíos de crudo subsidiado.
En sus últimos años en el poder -del que se retiró en 2006-, Fidel solidificó una alianza política y económica con el también fallecido mandatario venezolano, Hugo Chávez, que garantizaba que a cambio de la exportación de servicios, Cuba recibiera desde 2003 unos 100.000 barriles diarios a precios preferenciales.
Esta cantidad se redujo en el primer semestre del año más de un 40%, lo que provocó que el Gobierno cubano rebajara a 1% sus pronósticos de crecimiento en su PBI para 2016, una meta que continúa siendo ambiciosa para muchos analistas que advierten sobre una probable recesión en los próximos años.
Debido a que la isla sólo produce el 40% del petróleo que consume, esta nueva dificultad para lograr un suministro estable de combustible ha obligado al Gobierno cubano a contactar a aliados como Rusia, Argelia y Angola, en busca de nuevos socios comerciales.
Además, en un movimiento que a muchos les recordó los oscuros momentos del “Período Especial” de los años noventa, la isla anunció un plan de ahorro energético en las empresas estatales y se revivieron algunos de los apagones frecuentes en esa época. La economía siempre ha sido una de las asignaturas pendientes de la revolución cubana, que vio reducida sus expectativas de vida en la década de 1990 ante el derrumbe de la extinta Unión Soviética (URSS), de la que la isla dependía en un 75%.
Después de la caída del bloque comunista, Fidel Castro se vio obligado a abrir la isla al turismo internacional, a las inversiones extranjeras, al dólar y a las remesas, entre otras medidas, para evitar el desplome del sistema y lo condujo a un discreto renacer, cuando muchos predecían su fin inmediato.
Después de su salida del poder, Fidel asistió como espectador a la puesta en marcha de reformas económicas, lideradas por su hermano, que buscan “actualizar” el modelo y prevenir la asfixia económica, que ni el turismo ni la alianza estratégica con Venezuela pudieron aliviar.
En busca de capital foráneo, en 2014 se aprobó una nueva ley de inversión extranjera y se presentó por primera vez una cartera de negocios, que luego de ser actualizada en dos ocasiones, ofrece hoy 395 proyectos por valor de 9.500 millones de dólares, en sectores estratégicos como turismo, petróleo, agroalimentación y energía.
Sin embargo, como parte de esta apertura, controlada y demasiado lenta, según datos oficiales sólo se han aprobado 83 proyectos por valor de 1.300 millones de dólares, muy por debajo de las necesidades de la isla. De igual forma, en el proyecto estrella del Gobierno cubano, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel -un centro empresarial y puerto mercante- sólo le ha dado el visto bueno a 19 proyectos empresariales y siete empresas han iniciado sus actividades.
En medio de un escenario que implica además un auge de negocios privados y el reconocimiento de la existencia de pymes “cuentapropistas” en el país, el Gobierno cubano tiene sus esperanzas puestas en el turismo, que ha experimentado un “boom” tras el inicio del deshielo con EE UU en diciembre de 2014, con pronósticos que auguran superar el récord de 3,7 millones de visitantes extranjeros este año.
Precisamente al calor de las nuevas relaciones con EE UU, se dispararon las expectativas de una aceleración en las reformas “raulistas”, impulsada por las flexibilizaciones al embargo estadounidense que fueron promovidas por el presidente Barack Obama, artífice junto a Raúl Castro de este acercamiento tras más de 50 años de enemistad.
No obstante, la elección presidencial de Donald Trump, quien dedicó duras palabras hacia Fidel Castro tras su muerte, hace peligrar el delicado equilibrio logrado tras años de negociaciones y podría malograr también las relaciones comerciales y económicas entre ambos países.
(*) Columnista de EFE
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