La despedida local de un éxito nacional
| 4 de Noviembre de 2016 | 00:53

Luego de cuatro años de rotación, en los que fue vista por más de 350 mil espectadores, “La Casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca, en una moderna versión de José María Muscari, llega a su fin. Y en su última gira, el clásico teatral ofrecerá una última función en La Plata, prevista para este domingo, a las 20.30, en el Coliseo Podestá.
La pieza, una de las últimas que el poeta español escribiera antes de morir, pone de manifiesto las relaciones enfermas y opresivas de una familia liderada por una déspota madre, y como el amor de un hombre en medio de un seno de mujeres puede ser el foco infeccioso que detone la gran tragedia.
Protagonizada por María Rosa Fugazot, el elenco que llegará a la Ciudad estará integrado por Emilia Mazer, Katja Alemann, Mimí Ardú, Edda Díaz, Mariana Prommel, Alejandra Rubio, Mar Mediavilla y Laura Espínola.
En diálogo con EL DIA, el dramaturgo, actor y director José María Muscari se refirió al suceso de este impensado éxito teatral, que logró romper barreras y prejuicios, y que se ha convertido en una bisagra de su corta pero fructífera carrera dentro del universo escénico.
-¿Cuál es el balance de “La Casa de Bernarda Alba”?
-Es un antes y un después, un espectáculo fundamental para mi carrera porque fue el primero con el que debuté en el rubro clásico. Además, una obra que dura cuatro años en cartel, modifica la vida de cualquier artista. Por eso estoy muy feliz.
-¿Qué te deja en lo profesional?
-Esta pieza me enseñó que hay obras que son indestructibles. La obra de García Lorca es enorme pero “La Casa de Bernarda Alba”, dentro de su producción, es fundamental. Yo creo que cuando hay un texto muy sólido detrás, es posible que suceda el extraño fenómeno del ángel. Y creo que es eso lo que sucedió con este proyecto. Es un espectáculo angelado.
-¿Por qué baja de cartel?
-El espectáculo está en movimiento desde hace cuatro años, por eso, internamente, sentimos -junto con Javier Faroni, el productor- que era hora de darle un cierre.
-A lo largo de las temporadas, fueron varios los cambios dentro del elenco. ¿Cómo influyeron esas variaciones en el espectáculo?
-Cada cambio de elenco, cada actriz que entró y que salió, le fue aportando nuevos matices al espectáculo, y por eso se fue modificando. No es la misma obra ésta, que la de hace cuatro años. Ni la de María Rosa Fugazot, que la de Norma Pons o la de Marcha Bianchi, que encabezó el elenco alternativo.
-¿Hay alguna actriz “fundacional”?
-¡Sí! En estos cuatro años, la única que siempre estuvo es la que yo le llamo “dinosauria”: Mimí Ardú. Fue la única que estuvo desde los primeros ensayos, las giras, las notas. Nunca fue reemplazada.
-Muscari haciendo un clásico era una idea que no convencía demasiado. ¿Creés que este proyecto sirvió para romper prejuicios?
-Rompió muchísimos mitos, sí. La primera crítica fue muy buena decía “¿Un Muscari clásico o un Lorca moderno?” Y esa creo que fue la gran hazaña de la obra: haber roto prejuicios de que mi teatro es solo modernidad. Para mí es un logro, en lo personal y profesional, el hecho de haberme relacionado con un clásico, y que haya sido no sólo modernizado sino aceptado. Con el valor agregado de que nuevas generaciones hayan descubierto de esta forma un clásico de Lorca. Por eso estoy muy feliz.
-Armaste este espectáculo pensando en Norma Pons. ¿Cómo afectó su muerte al proyecto?
-Norma Pons nunca pudo ser suplida por nadie, y mucho menos por María Rosa Fugazot, que tuvo la inteligencia y la sabiduría como persona para saber que la invitación no era a recrear el trabajo que hacía Norma sino para sumarse a hacer una creación propia y personal. María Rosa le aportó algo de cosecha personal, que está buenísimo. La Bernarda de Norma era más operística. Y esta es más rural.
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