Asaltan, golpean y maniatan a un comerciante en calle 13
| 31 de Diciembre de 2016 | 02:34

Ya van 31 veces que le roban. Ni siquiera él sabe cuántas más le tocará pasar por la misma sensación de desprotección y violencia. Jorge Cauterucci (62), dueño de un local de autorradio de 13 entre 42 y 43, volvió a sentir que estaba a punto de ser asesinado a manos de delincuentes.
No fue una sensación o algo que se imaginó, sino que los propios ladrones se lo decían expresamente una y otra vez. Los dos se aparecieron cuando eran alrededor de las 18.30 del jueves. En pleno verano y casi a fin de año, esa cuadra era un desierto.
Jorge acababa de despedir a un cliente y la puerta del negocio quedó cerrada sin llave. Los asaltantes se bajaron de una moto y la dejaron detenida al lado. Luego entraron, uno detrás del otro, y sacaron un arma. Según la víctima, en la esquina de 13 y 42 había policías que no se dieron cuenta de nada.
Los delincuentes cerraron la puerta con llave y encararon al comerciante. “El mayor tendría 18 años y el otro, que era el más exaltado y violento, no más de 15”, describió Cauterucci.
Primero le exigieron plata y después lo obligaron a arrodillarse y a poner las manos sobre una mesa, “como si fuera un cacheo de la policía”, comparó Jorge.
amenazas
Así le sacaron 1200 pesos de un bolsillo, que ni por asomo los conformaron. “Con esto no”, le advirtieron los delincuentes. Uno de los dos en ese momento le pegó un codazo en un ojo y dos trompadas en el estómago.
“El más chico fue a buscar una pava para pegarme en la cabeza, el otro lo tuvo que frenar. Le decía que ya iban a volver, a buscar más plata y una sidra”, relató Cauterucci, en diálogo con EL DIA.
Después de eso, lo hicieron tirarse al piso y lo sujetaron con precintos. Con uno le ataron un pie a la pata de una mesa, y con otros lo maniataron.
Hubo un caso ocurrido hace años en el que su perro labrador intervino para salvarlo en otro robo. Pero el animal falleció el mes pasado, así que Jorge ni siquiera tuvo esa alternativa para zafar.
Algo de eso rondó en su cabeza en el momento más tenso del asalto, cuando quedó completamente reducido: “Pensé que me mataban de un tiro”, expresó el comerciante, que tradujo las amenazas que escuchaba de los delincuentes: “Te vamos a sacar los mocos para afuera”.
Mientras tiraban objetos por el suelo y seguían revisando el comercio, encontraron siete mil pesos que eran para pagarle a un proveedor. Con ese botín parecieron satisfechos y, por fin, emprendieron la huida. Pero antes cerraron y se llevaron la llave.
Jorge no alcanzó a ver si, en efecto y como se sospecha, los asaltantes se subieron a una moto Yamaha 125 que estaba detenida a metros de la entrada al local.
Tirado en el piso, dolorido y con el pie negro por la falta de irrigación sanguínea, el comerciante miró desesperado hacia la calle durante 25 minutos hasta que un transeúnte notó la situación, avisó a un vecino y a la policía.
Entre todos lo pudieron rescatar. Hoy por hoy se investiga si el mayor de los dos ladrones ya asaltó ese local. Con otro antecedente en el año menos violento, Jorge redondeó el 2016 de la peor manera.
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