Parques y veredas ecológicas: el camino para construir una Ciudad verde

Es un proyecto de Agronomía para evitar anegamientos y mejorar el hábitat urbano platense

Por CARLOS ALTAVISTA

Cada vez hay menos verde. Arboles enormes, hermosos, tienen menores expectativas de vida que hace 10, 20, 30 años, porque su lugar innato de expansión ha sido reducido al mínimo por baldosas, asolados, estructuras de hormigón. Se opta por ramblas con más cemento que césped. Se reduce la vegetación en plazas y parques para dar lugar a pasillos de material. Y ya casi no quedan lugares naturalmente inundables.

La Ciudad se vuelve dura, hostil. Las lluvias -cada día más abundantes y con tendencia a engordar- provocan anegamientos una y otra vez en sitios donde antes el agua discurría con espontaneidad. Al tiempo, los vecinos van perdiendo calidad de vida. La falta de verde torna el aire más sucio, el paisaje más feo y el clima más brutal: las noches de verano se sufren porque la temperatura no baja, pues hay pocas plantas y las que hay no pueden respirar bien.

En 60 y 119, donde funciona la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales de La Plata, hay un grupo de investigadores, docentes y alumnos avanzados que hace un año iniciaron un estudio de las causas y consecuencias de esta realidad, y ya tienen entre manos propuestas avanzadas para lograr -como dicen ellos- que “la naturaleza recupere su protagonismo en la mejora de ciudades sostenibles”.

Integran la Unidad Promocional de Investigación y Desarrollo en Ingeniería del Paisaje (UPID-IP) de la unidad académica del Bosque.

Desde ese pulmón verde, que a la Región ya le queda chico cuando se piensa en términos de calidad de vida con mayúsculas, el director del equipo, el agrónomo y paisajista Alfredo Benassi, apunta que “las ciudades, al crecer, impermeabilizan cuencas (territorios en los cuales las aguas fluyen hacia un río, lago o mar) con pavimentos, veredas, terrazas y techos. Ello pone en valor estratégico a los espacios y vías verdes como poros de infiltración de lluvias y como ‘oasis verdes’ que mejoran el microclima urbano”, define.

VEREDAS VERDES Y NUEVOS PARQUES INUNDABLES

En la facultad explican que “la cantidad, distribución, conectividad y magnitud de un verde absorbente es vital para que esa función sea significativa en aliviar los escurrimientos urbanos”.


Básicamente, la línea de investigación de los profesores y estudiantes platenses busca generar conciencia primero, y poner en práctica después las denominadas bandas verdes en veredas y ramblas, y la creación de parques inundables a partir de espacios degradados como basurales clandestinos, canteras, vías férreas en desuso, extensiones a los lados de caminos y autopistas urbanas.“Asimismo, las gigantescas manchas de cemento -grafican- necesitan del verde para evitar las llamadas islas de calor urbanas”, apuntan, y describen: “Son producidas por la irradiación térmica nocturna en verano, que impide enfriar la ciudad de la ganancia térmica del cemento durante el día”.

“El espacio público es el principal potenciador de un desarrollo ambiental sostenible para ciudades verdes. Es posible, y a esta altura casi imprescindible, recuperar el hábitat urbano de una manera planificada, aceptable y coherente”, dice Benassi.

“La inundación sufrida en abril de 2013 excedió las capacidades de los arroyos en cuyas cuencas se asienta fundamentalmente la Ciudad. Las aguas, al extenderse hacia sus propias planicies de inundación y re-ocupar las huellas de sus antiguos cauces, produjeron el anegamiento de amplias zonas. Como los hechos lo demuestran, hubiera sido oportuno realizarlo previamente, pero a partir de esa catástrofe resulta necesario el desarrollo de una estrategia preventiva que, además, sea concurrente con una cualificación urbana mediante la creación y mejora del espacio público, que es inseparable de la calidad de vida residencial privada. Todos somos vecinos y vivimos en la misma ciudad”, enfatizan en la UPID-IP.

“SISTEMA VERDE INTEGRADO”

Por un lado plantean “conformar grandes áreas de espacio público hidráulico que toleren grandes volúmenes de agua en forma transitoria”. Parques y bosques inundables, donde hoy existen extensiones de tierras degradadas.

“Ello permitiría conjugar una estrategia de amortiguación de crecidas con la mejora sustancial de la calidad de vida de la población, al dotarla de espacios verdes donde se integren los barrios y se haga un uso sano del tiempo libre”, subrayan.

Hacen notar que “existen en nuestra ciudad numerosas zonas carentes de espacios verdes cualificados de uso público” y que “el público es el mejor custodio de esos (potenciales) espacios y vías verdes en una comunidad culta e integrada”.

En cuanto a veredas y ramblas (ver gráfico), indican que “otra ingeniería y proyecto son necesarios para lograr la porosidad absorbente” en esos lugares. ¿Cómo es posible?. Dotándolas de bandas verdes porosas que contribuyan a la infiltración de lluvias en la cuenca urbana.

“Se construye una faja absorbente en la proyección alineada del arbolado de las veredas con césped y plantas. Esa faja o cinta ocupa media vereda en los barrios. En el microcentro y centro, se reemplaza por placas caladas -transitables por peatones- que apoyan sobre un manto de grava gruesa reciclada”, detallan.

“Así, nos encaminaríamos a la conformación de un sistema verde integrado, con grandes parques y bosques urbanos inundables que junto al arbolado poroso de veredas, ramblas y plazas serían los responsables, a su vez, de la mejora bioclimática integral del ambiente urbano”, sintetiza el profesor Alfredo Benassi.

“Todo ello -agregan sus compañeros de equipo- promoviendo un hábitat sustentable para los vecinos de nuestra ciudad, desactivando factores de riesgo que implican determinados lugares como canteras peligrosas, basurales clandestinos, vías en desuso y espacios abandonados. Además de preservar y mejorar las condiciones de salud de la población al recuperar funciones ecológicas urbanas y sistemas de detección precoz de vectores de enfermedades” que se fueron perdiendo.

LA CULPA NO ES DEL ARBOL

Una ciudad así concebida -el mantenimiento de este sistema es casi nulo, enfatizan- permite la recarga de agua en el suelo urbano por las lluvias y provoca el intercambio de oxígeno por el aire que se renueva en ese suelo. De lo contrario aparecen las raíces que rompen veredas y hasta muros de casas, aunque la “culpa” no es del árbol, sino de quienes le quitaron el espacio que naturalmente necesita para crecer.

Es que si el agua de lluvia tiene la posibilidad de infiltrar (y tendría de sobra en veredas con fajas verdes) desplaza el dióxido de carbono que las raíces del árbol respiraron, y cuando el agua drena en profundidad, ingresa por los poros del suelo aire atmosférico renovado en oxígeno. Las raíces, entonces, respiran ese oxígeno y no tienen necesidad de ‘salir a buscarlo’ creciendo hacia los costados o hacia arriba. La mínima superficie de tierra que se le ha dejado a los grandes árboles es la causa de que sus raíces rompan veredas en una desesperada búsqueda de aire puro.

Alfredo Benassi
CARLOS ALTAVISTA
Ciencias Forestales
Ciudad
La Plata

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