Chicos solidarios, entre bicis y sillas de ruedas

El taller de la bicicleta nació hace 15 años en el Albert Thomas y hoy lo usan hasta las escuelas especiales

Al taller de la bicicleta va el alumno que quiere. Es “extracurricular”. Los chicos lo utilizan en las horas libres para arreglar sus bicis. También para aprender el oficio, que tiene, como todos, sus secretos. Sin embargo, esta iniciativa que nació hace 15 años en el industrial Albert Thomas se convirtió en disparadora de actividades solidarias. Allí, y siempre por propia voluntad, los chicos reparan sillas de ruedas particulares o que llegan desde hospitales.

Más aún. Lo que para los alumnos del colegio de 1 y 58 es “extracurricular”, ha pasado a cumplir un lugar muy destacado en el proceso de enseñanza-aprendizaje de chicos que concurren a escuelas especiales.

“Aquí, los alumnos del establecimiento, o de colegios especiales, aprenden a diseñar, desarmar, reparar y armar bicicletas”, explicó el maestro de taller Fabián Marinoni.

el costado solidario

“En este taller también arreglamos sillas de ruedas. De cada 5, en promedio podemos rescatar 3, las otras quedan para repuesto”, detalló Valentín Mengascini, un ex alumno que se acerca siempre a “dar una mano”.

“Además armamos bicicletas dobles, triples, antiguas del estilo penny farthing (rueda delantera grande y mucho más alta que la trasera), monociclos. Hasta una bici de madera en colaboración con el taller de carpintería”, enumeró.

“Yo aprendí a optimizar los gastos a la hora de reparar o comprar repuestos. Nada se tira, todo se recicla”, realzó Horacio Molina, estudiante de 6º año.

Marinoni contó que el taller nació en una época en la que “muchos chicos venían al colegio en bicicleta, y se vio la oportunidad de que tuviesen un sitio para mantenerla, arreglarla o mejorarla aplicando los conocimientos que adquieren en los talleres, sobre todo respecto del uso de ciertas herramientas y máquinas”, relató.

Después comenzaron a experimentar armando bicicletas de estilo antiguo o para dos o tres personas, hasta que llegó el primer pedido para reparar una silla de ruedas.

“Desde ese momento el taller amplió su actividad, se fue haciendo conocido en distintos ámbitos, y por ello terminaron viniendo las escuelas especiales”, contó el maestro, orgulloso.

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