La Ciudad no puede permitir más desbordes por la venta ambulante

El comprobado crecimiento de la venta ambulante en nuestra ciudad y los tensos operativos realizados en los últimos días para frenar esa verdadera expansión de puestos informales en distintos puntos de La Plata y de localidades vecinas, vuelven a poner de relieve la vigencia de un problema que se inició hace más de dos décadas y que –pese a que existen ordenanzas que impiden esa actividad- no deja de crecer.

Cabe señalar que medios periodísticos metropolitanos se hicieron eco de la cuestión jornadas atrás, reseñándose que, al ser desalojados de puestos que habían instalado en Flores, Caballito y otros barrios porteños, los manteros habían optado por mudarse a La Plata. A su vez, en una nota publicada en este diario, funcionarios platenses confirmaron que en los últimos 40 días se habían sumado a la venta informal unos 60 puestos nuevos.

Lo cierto es que, mientras las cámaras empresarias locales estimaron que en los últimos tres meses aumentó un 20 por ciento el número de vendedores ambulantes, en el Municipio aseguraron que se están multiplicando los esfuerzos para ponerle freno a una actividad que, en suelo platense, lleva más de dos décadas expresamente prohibida. En cuanto al crecimiento experimentado, una simple observación ya podía detectarla en los últimos meses, por la proliferación de puestos y manteros tanto en las veredas céntricas como en las plazas, paseos, frente a los edificios públicos y otros sitios estratégicos.

Tal como se dijo, el desplazamiento de manteros porteños a La Plata, que se sumaron así a los que estaban ya instalados, convirtieron a nuestra ciudad en una verdadera capital de la venta informal. Se estimó que ya habría funcionando más de 600 puestos de relojes, bijouterie, ropa, frutas, verduras y aparatos electrónicos importados de gama baja. Ahora, tal como se informó, la Comuna levantó unos 60 puestos en el último operativo realizado, sucediéndose momentos de tensión ante la resistencia que opusieron los puesteros. No obstante, desde la Municipalidad se aseguró que los operativos continuarán en estos días.

Frente a esta realidad amenazada por una anomia generalizada en lo que se refiere a la venta comercial, no cabe sino insistir en conceptos que se han vertido desde siempre en esta columna. La posibilidad de que la venta ambulante se desborde en nuestra ciudad viene generando, desde hace demasiado tiempo, advertencias y justificados reclamos por parte de distintas entidades que nuclean a los comerciantes locales.

Desde luego que resulta especialmente delicada una cuestión que involucra la natural y justa necesidad de trabajar de personas que no han podido incorporarse al mercado laboral y que, por consiguiente, buscan remediar ese problema desplegando alguna actividad informal. Pero ésta es una cuestión que, tanto organismos públicos con incumbencia como los propios trabajadores informales, deberían resolver mediante otras vías.

Lo que no puede admitirse en modo alguno es que las autoridades permitan que se propague un modo de actuar que trasgrede todas las normas, admitiendo la continuidad de “negocios” que ocupan el espacio público, que venden mercaderías de dudosa autenticidad y están respaldados en organizaciones tan poderosas como marginales, que no tributan ningún tipo de impuestos y que, en definitiva, compiten deslealmente con quienes tienen comercios instalados y cumplen, con puntualidad y mucho sacrificio, con todas las obligaciones que les impone el Estado.

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