La grieta neoyorquina: un retrato coral de la ciudad monstruo
| 13 de Agosto de 2016 | 23:54

El libro “Nueva York: Historia de dos ciudades” reúne 30 relatos escritos por gente que vive allí, desde el ex Talking Head David Byrne y el Premio Pulitzer Junot Díaz, a una niña de 15 años o el director de una sociedad benéfica, quienes delinean una cartografía íntima, alejada de las nociones de progreso y apertura de una urbe donde el 50 por ciento de sus habitantes vive casi en la pobreza.
La publicación de la editorial Nórdica es un producto atípico, como entrar a una casa por el patio trasero y ver lo que se cuece en la cocina, la disposición del baño, lo que se esconde bajo la alfombra. Son memorias, diarios de viaje, collages que rescatan el talento anglosajón para narrar el aquí y ahora (lo real e inmediato), retratar a la gente común, en este caso tomando lo que más les preocupa para marcar las principales zonas de tensión, como el fenómeno de la gentrificación.
Textos de Téa Obreht, Jeanne Thornton, Garnette Cadogan y Víctor LaValle conforman una guía para conocer la ciudad de Nueva York desde el hueso, un mapa social y urbano actual y accidentado: un ensayo sobre el oficio de barman (Rosie Schaap), una crónica sobre la burocracia que asola los tribunales de vivienda (DW Gibson), un poema sobre la violencia y la tendencia de la ciudad a abonarla construido tuiteando titulares de 1912 (Teju Cole) o los versos de Lawrence Joseph.
Los autores aquí reunidos fueron convocados en 2014 por John Freeman, director de la emblemática revista literaria Granta de narrativa, reportaje y crónica. Entre ellos se encuentra su hermano, Tim Freeman, quien cuenta su experiencia como paciente psiquiátrico y sin techo que intenta armar su vida entre esas geografías de solidaridad e indiferencia brutal.
Así como Colum McCann, quien describe las castas de lo que la prensa llamó el “pueblo topo”, cómo vivía la gente bajo tierra en Nueva York, “antes de que se aplicase la física al World Trade Center y que la administración Giuliani cerrase la mayor parte de accesos al subsuelo”, en una ciudad que tiene más de mil kilómetros de túneles subterráneos.
“Me gustaría que esta antología ayudase a cerrar la brecha abierta entre los ricos y los pobres de la ciudad”, escribe el Freeman editor en la introducción al volumen, “la desigualdad económica es mayor que nunca. El 1 por ciento de los que ganan más vio aumentar sus ingresos medios de 452.000 a 717.000 dólares entre 1990 y 2010”, pero “para el 10 por ciento con ingresos más bajos” el incremento fue de 8.500 a 9.500 dólares en el mismo lapso.
Hay algo inquietante en la presentación y prólogo de esta antología, una noción incómoda de que el mundo es común y global, un único sistema. Y la Nueva York que anticipan tanto J. Freeman como el escritor Antonio Muñoz Molina, aunque acudan al arcaísmo de hablar de Tercer y Primer mundo, suena similar a cualquier metrópoli cosmopolita del resto del globo, y se hace reconocible para cualquiera que viva en las grandes ciudades latinoamericanas.
Muñoz Molina -premio Príncipe de Asturias y miembro de la Real Academia Española- habla en el prólogo de una Nueva York desprovista de movilidad social, funcionando y construyéndose con la tracción de personas que tienen vidas miserables en sus patrias y literalmente se sacrifican en el Norte de América por las nuevas generaciones.
La peculiaridad de esta antología de relatos aumenta al saber que las ganancias por la venta de cada ejemplar llegan a una librería de usados en Nueva York situada en el 126 de Crosby Street, la Housing Works Bookstore Café, que da techo, formación y asistencia legal a muchos de los que protagonizan las historias que traen a la mano Edmundo White, María Venegas, Sara Jaffe y Dw Gibson.
El libro le toma el pulso a esa ciudad, las piezas que lo componen retoman las preocupaciones de sus habitantes, como la gentrificación, fenómeno mediante el cual la población original de un sector o barrio deteriorado es progresivamente desplazado por otra de mayor nivel adquisitivo, que revaloriza inmobiliariamente la zona a la vez que pauperiza la calidad de vida de los sin hogar.
“Desalojo parcial”, de Gibson, y “Una calle enfrentada”, de Sarah Jaffe, dan cuenta de la lucha de agrupaciones vecinales y miembros de comunidades latinas y afroamericanas, alguno de ellos con décadas viviendo en una dirección, que demandan mejores condiciones de alquiler o se resisten a abandonarla.
Las piezas que componen esta antología son además historias testimoniales como los suicidios infantiles por estrés escolar en escuelas primarias que relata María Venegas y las “Opciones” a las que se refiere Dinaw Mengestu, a través de un derrotero que emprende con su hijo autista en un sistema educativo mercantilizado y escuelas especializadas deficientes.
Pero también hay relatos de proporciones míticas al estilo de “El gran pez”: Jonathan Safran Foer habla de un mágico sexto distrito, “una isla separada de Manhattan por una franja de agua cuyo paso más estrecho coincidía con el récord mundial de salto de longitud”. Del sexto distrito sólo dan cuenta los nombres desconocidos escritos en los árboles del Central Park. La isla soltó amarras hace años y hoy se encuentra, congelada con sus hamacas, edificios e historias de amor partido, en la Antártida.
Editorial: Nórdica
Páginas: 408
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