El peronismo en la oposición: de la “resistencia” a la moderación

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Mariano Spezzapria

@mnspezzapria

Se acabó la etapa de la “resistencia” y ahora empieza otro tiempo, en el que el peronismo ya se puso el traje de opositor institucional al gobierno de Cambiemos. La nueva indumentaria acaba de ser utilizada por los gobernadores del PJ que firmaron con el presidente Mauricio Macri el pacto fiscal federal. Y también se lucirá en el Congreso nacional a la hora de debatir y aprobar las reformas antes de fin de año.

Claro que la moderación del peronismo guarda una relación directa con el resultado de las últimas elecciones. O lo que es lo mismo, con la derrota de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Ahora son los gobernadores, el triunvirato de la CGT y un grupo de senadores y diputados nacionales los que toman la posta para erigirse en interlocutores del presidente Macri y de la administración de Cambiemos.

Aquí en la Provincia, el flamante ropaje del peronismo se exhibe en la postura de varias decenas de intendentes del Conurbano y el interior bonaerense, que en conjunto bloquean la reelección de Fernando Espinoza –aliado de Cristina Kirchner- al frente del partido. Y lo desafían a ir a una interna el 17 de diciembre. La jugada tuvo un impacto tal que no se descarta que el matancero termine declinando su postulación.

La rápida aprobación del Presupuesto de 2018 en la Legislatura bonaerense –que convirtió a Buenos Aires en la primera provincia en tener lista su “ley de leyes” para el año próximo- también expresó la disposición del peronismo opositor a acordar instrumentos de gobernabilidad con María Eugenia Vidal. En ese caso, además, quedó relegada y aislada políticamente la postura intransigente del kirchnerismo.

De todos modos, Cristina Kirchner viene dando muestras de que su nuevo rol como senadora pasará por hacer una oposición tajante. Pero se encontrará en minoría respecto de la tendencia dialoguista que se impone en el PJ. A tal punto, que en el Senado no descartan que la dama constituya un mono-bloque desde el 29 de este mes, cuando prestará juramento. Aunque al recinto recién llegará el 10 de diciembre.

La estrategia de la ex presidenta pasaría por dejar dentro de la bancada que lidera Miguel Pichetto a varios legisladores que le responden, con el objetivo de entorpecer su conducción. Aunque el rionegrino gana consenso como una suerte de jefe del peronismo en la transición hacia nuevos liderazgos. En ese tren, el titular del bloque de senadores del PJ busca colocar a los suyos en cargos de relevancia institucional.

Por caso, apadrina la candidatura del peronista cordobés Humberto Roggero para la Defensoría del Pueblo, un organismo que está acéfalo desde hace ocho años y cuya conducción será votada por el Senado la semana próxima. También fueron postulados el bonaerense Jorge Sarghini y el porteño Alejandro Amor, quien tendría el apoyo del alcalde Horacio Rodríguez Larreta y de Daniel Angelici, influyente en el Poder Judicial.

Si se pone la lupa sobre la historia de los tres candidatos, se caerá en la cuenta de que todos ellos son peronistas y que ninguno se encuentra enrolado en la oposición obstruccionista. En cambio, sí lo están los diputados kirchneristas que ayer conmemoraron el Día de la Militancia en la puerta de la cárcel de Ezeiza, donde se encuentran detenidos varios ex funcionarios acusados por la Justicia de diversos hechos de corrupción.

La presencia de los legisladores en el penal del sur del Gran Buenos Aires tuvo lugar después de que el apresado Julio de Vido y el ex ministro Aníbal Fernández se pronunciaran –en sendas cartas- con cuestionamientos a la falta de solidaridad política de la dirigencia del PJ para con aquellos que cayeron en desgracia. El gesto, algo tardío en términos internos, no contribuyó tampoco a acercar al peronismo con la sociedad.

Sobre todo, en momentos en que los casos de corrupción tienen tanta incidencia en el ánimo de la ciudadanía. Por eso, el desplazamiento del kirchnerismo del sistema de decisiones dentro del PJ ya es una tendencia marcada, tanto a nivel partidario, como ejecutivo –gobernaciones e intendencias-, legislativo y sindical. Se trata, en definitiva, de una forma de acomodarse para tratar de sobrevivir a los tiempos políticos que corren.

 

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