El legado de un pequeño gigante

Edición Impresa

Por JOSÉ NAROSKY (*)

“El generoso da algo que le pertenece, el altruista da algo de sí mismo”. El pasado 9 del corriente, como cada año, se celebró el Día Nacional de la Donación Voluntaria de Sangre. Esa fecha de 1914, en el viejo hospital Rawson, se realizaba la primera transfusión de sangre en el mundo, sin la presencia del donante.

Se utilizaba, una sustancia de fundamental importancia terapéutica, ya que evitaba la coagulación de la sangre. Su realizador, fue un médico argentino, Luis Agote.

Existe si, en el calendario mundial un denominado “Día Internacional del Donante de Sangre”. Pero el doctor Agote había descubierto, que añadiendo a la sangre extraída de una vena, una cierta cantidad de una sustancia química llamada citrato de sodio -de muy fácil obtención- no se coagulaba, es decir que podía conservarse en frío por un tiempo relativamente prolongado. El citrato de sodio es una sal derivada del ácido cítrico. Se encuentra en el limón, entre otras.

Luego, cuando un enfermo la necesitaba, se le podía aplicar de inmediato sin ningún riesgo y sin tener que recurrir personalmente a donantes de igual grupo sanguíneo. El no habérselos hallado a tiempo, había costado muchas vidas.

La transfusión de Agote tuvo excelente resultado y la noticia se difundió por el mundo como un reguero de pólvora. Hoy, en todos los establecimientos asistenciales del planeta, existe una reserva de sangre, en previsión de cualquier emergencia.

El 12 de noviembre de 1954 un coche fúnebre llevaba para su eterno reposo los restos de un hombre de 86 años, famoso mundialmente, aunque no tanto en nuestro país.

Su método salvaría -y sigue salvando- millones de vidas en todo el mundo.

Recordemos que la sangre es un recurso importante en todas las intervenciones urgentes. Permite aumentar la calidad de vida de los pacientes con enfermedades potencialmente mortales y llevar a cabo procedimientos quirúrgicos complejos.

Agote fue uno de esos hombres de pequeña talla que proyectaron sombras gigantescas.

Y un aforismo final en su homenaje : “Quien está dotado de grandeza ve más que sus contemporáneos. Lo que no puede ver es su grandeza”.

 

(*) Escritor

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE