“La llegada” Creando un mundo desde el lenguaje
| 19 de Febrero de 2017 | 01:43

“La llegada” fue una de las sorpresas de las nominaciones de los Premios de la Academia: a pesar de tratarse de un filme con un pasional cuidado en toda su producción, quienes sigan los galardones sabrán que los votantes jamás han premiado a una cinta de ciencia ficción con su principal galardón. La seminal “2001” de Stanley Kubrick ni siquiera fue nominada en 1968, un año en que ganó la poco recordada “Oliver!”; y lo mismo le ocurrió a “Blade Runner” en 1982, una temporada en que “ET” perdió el premio a mejor cinta en manos de “Ghandi”. Recientemente, “Avatar” se quedó con las manos vacías y en su lugar ganó “Vivir al límite”.
Ignorar a “La llegada” hubiera sido ciertamente difícil para los votantes, pero sin dudas resultó sorpresivo conocer que la cinta del ascendente Denis Villeneuve había recibido ocho nominaciones, convirtiéndose en la segunda cinta más nominada. Debieron ser nueve (Amy Adams quedó relegada como mejor actriz para hacer lugar a la inclusión), pero las ocho opciones la convierten en una de las cintas de ciencia ficción más nominada junto a “Star Wars” (11), “ET” (9), “Avatar” (9) y “Encuentros cercanos del tercer tipo” (8).
Y si bien todos los “prodes” dan a “La La Land” como ganadora en los rubros que se llevan los titulares, “La llegada” tiene, según los especialistas, muchas chances de arrebatarle al musical una estatuilla que resultó clave en el éxito de la cinta: el diseño de producción, que corrió a cargo Patrice Vermette y Paul Hotte, los encargados de dar forma visual a los heptapodos, su enigmática nave que desafía la ciencia conocida y su lenguaje, mucho más que una serie de improvisadas manchas de café.
El desafío del equipo era reflejar a través de objetos, escenarios, detalles y texturas la circularidad que constituye a la vez el eje del relato y su gran giro, de la misma manera que el lenguaje de los heptapodos refleja su noción circular del tiempo: esa circularidad debía estar incorporada, encarnada, pero nunca debía estar en primer plano.
PISTAS
Vermette y Hotte realizan este trabajo a la perfección, desplegando todo tipo de “pistas visuales” en la cinta que sugieren que el relato no es narrado de forma lineal y que todo está conectado, detalles que aparecen con mayor fuerza en un segundo visionado: varias de sus ideas, reconocieron ambos, fueron incluso tachadas por el director, que no quería que los diseñadores, por expresar su visión, volvieran “obvio” el desenlace.
Pero lo que más esfuerzo les llevó fue construir la lengua alienígena. “La llegada” es esencialmente un filme sobre la comunicación, sobre como los lenguajes nos definen y, en una lectura política para los tiempos de Trump, en el esfuerzo que se requiere para comprender una lengua, una cultura, ajena: el lenguaje de los extraterrestres debía ser, en ese sentido, absolutamente foráneo y exótico.
“Debía ser un lenguaje absolutamente extraterrestre, extranjero a nuestra civilización, nuestra tecnología, todos nuestros conocimientos. Necesitábamos que fuera circular y que expresara la interconexión y a la vez que no se supiera inmediatamente que era un lenguaje: podía ser un mecanismo de defensa de los heptapodos. Así que crear el lenguaje resultó un gran desafío”, confesó Vermette.
EN CIRCULOS
La clave “circular” del lenguaje estaba escrita ya desde la historia corta original de Ted Chiang y el guión de Eric Heisserer, una manera de reflejar la concepción del tiempo no lineal de los visitantes. Pero una exhaustiva investigación con diseñadores gráficos, antropólogos, lingüistas y otros especialistas llevaba una y otra vez a la creación de alfabetos ficticios que para Vermette no resultaban lo suficientemente alienígenas. “Eran demasiado humanos”.
La solución llegó desde el arte, quizás otro lenguaje no lineal: la esposa de Vermette, la artista Martine Bertrand, ofreció la solución al mostrar a su marido 15 manchas aceitosas realizadas por tazas de café en la mesada de la cocina, que bien podrían convertirse en logogramas.
Vermette tenía su lenguaje: trabajando en reversa, desarrolló desde las formas circulares un diccionario de 100 símbolos y una gramática tentativa: cada logograma, cada círculo, podía representar una idea en su forma más simple, pero en su forma más compleja, oraciones enteras. El grosor de las “manchas” prestaba el aspecto no verbal a las declaraciones: un círculo más grueso indicaba urgencia, por ejemplo.
Completada la tarea, el equipo contrató a dos especialistas en código, Stephen y Christopher Wolfram, para intentar analizar y decodificar la lengua.
Confrontados con el lenguaje, ambos dedujeron que debía haber significado en esos círculos, porque “aunque parecen manchas, son muy precisas”. Recortaron los círculos en 12 partes distintas y comenzaron el proceso de decodificación, sentando las bases para el protocolo que realizan, en el filme, los personajes de Amy Adams, lingüista, y Jeremy Renner, físico.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE