La Ciudad no puede convivir con basurales a cielo abierto esparcidos por todos lados
Edición Impresa | 10 de Marzo de 2017 | 02:07

El problema de los pequeños basurales a cielo abierto, esparcidos en los distintos barrios, así sea en lugares no habilitados o en bolsas arrojadas desaprensivamente en veredas, esquinas, plazas o ramblas, se ha convertido en crónico y parecería no existir la intención de erradicarlos ni un plan concreto para lograr su desaparición definitiva, con la excepción de algunas acciones aisladas en las que casi nunca se persevera.
Así puede verse en forma habitual a no pocos vecinos desaprensivos que depositan bolsas de basura frente a los terrenos baldíos o en las esquinas, confiando en que será luego la recolección municipal la que se hará cargo de retirar esos desechos. De modo que, además de bolsas de basura convencional, se acumulan en esos sitios colchones viejos, artículos electrodomésticos descartables y cualquier otro objeto.
Tal como se informó en este diario, muchos frentistas que no participan de esta suerte de vandalismo hormiga ven con inquietud la presencia de estos basurales, a los que califican con propiedad como verdaderas bombas sanitarias que amenazan a los distintos barrios. Se generan, por cierto, focos infecciosos que atraen roedores, moscas, mosquitos, cucarachas, alacranes y toda clase de insectos
Tal como acaba de informar la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente, otras de las consecuencias posibles de vivir cerca de un basural por un tiempo sostenido son el asma, la disrupción endocrina y los problemas del neurodesarrollo. Las patologías que más se atienden como consecuencia de la basura -precisa el informe- son las infecciones respiratorias, como resfríos, catarros, neumonitis en los niños, problemas gastrointestinales y eccemas o piodermitis causada por bacterias, que se presentan en la capa más superficial de la piel.
Los chicos juegan cerca de la basura, vuelven a sus casas y no se lavan las manos. Luego van a comer y ese virus ingresa al organismo produciendo diarreas, añadió el informe médico- Si entre los desechos hay jeringas o cualquier otro residuo patológico, se agrega en el comunicado, existe incluso el riesgo hasta de contraer hepatitis o HIV.
Es evidente que convertir a La Plata en una ciudad limpia debería ser uno de los grandes proyectos. Muchas veces parece un problema menor. Pero debería tomárselo como una cuestión fundamental y prioritaria. Corresponde consignar que las consecuencias de la falta de higiene no sólo pasan por una cuestión de imagen o estética urbana. Los gigantescos basurales que suelen formarse en los barrios constituyen, como se ha dicho, directas amenazas a la salud pública.
Al margen de explorar nuevas fórmulas, deben revisarse los mecanismos de recolección y eventualmente reforzar las cuadrillas o camiones que hacen falta para el traslado inmediato de los residuos no habituales. También debe exigirse una máxima eficiencia al concesionario del servicio normal de recolección.
Por otro lado, debería apuntarse a una fuerte campaña de concientización vecinal para que el compromiso sea comunitario y todos los vecinos participen y tomen como propio el objetivo de mantener limpia la Ciudad. En ese sentido, debe admitirse que aún hace falta recorrer un largo camino para consolidar una correcta conducta ciudadana en la vía pública.
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