Hendler arremete contra la política del marketing

El actor uruguayo pasa detrás de cámara para construir una cinta incómoda

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“El candidato” es una de las pocas cintas de la competencia internacional que llega con “perfil alto”: conocida en los pasillos del festival como “la película de Hendler”, esta coproducción tiene al reconocido actor uruguayo como director por segunda vez (ya había dirigido “Norberto apenas tarde”), un gran elenco compuesto por Diego De Paula, Ana Katz, Verónica Llinás, Alan Sabbagh y Matías Singer, y hasta fecha de estreno en el circuito comercial, fijada para el 11 de mayo.

Y “la película de Hendler” es una descripción adecuada para una cinta marcada por el humor seco y la energía perezosa propia del actor uruguayo. Adaptación libre de “Los magníficos”, una obra de teatro suya sobre un grupo que trata de revolucionar el mundo, sin saber por qué ni para qué, la cinta cómica coquetea con el thriller y el policial, aunque el verdadero motor de la película es llevar al absurdo los modos y usos de la política actual.

Es que detrás de la comedia, Hendler esconde un fuerte mensaje que resuena aún más fuerte en los tiempos que corren: en la cinta, un empresario busca saltar a la política y contrata a un grupo de creativos para construir una imagen.

Pero la comedia deja lugar a lo ominoso cuando queda claro que lo que genera risas es que el político se construye como un spot publicitario antes que a partir de valores.

Una situación que el director explica a partir de “la sofisticación de las herramientas de seducción masiva”, que “ciertos empresarios” utilizan para “disfrazarse de políticos y usar esos instrumentos para interpretar personajes”.

“No sólo lo hacen con la misma inmoralidad que un actor, sino que además esos personajes los empiezan a actuar cada vez mejor, aunque supongo que no se los creerán ellos mismos, porque son un poco más cínicos”, disparó el director.

El protagonista, el adinerado hijo de empresarios Martín Marchand, sin embargo, sí se cree su personaje: “Se trata de una ficción dentro de una ficción que cada vez nos confunde más, tanto en la película como en la realidad. Si la película retrata en algo a la política es en eso, porque creo que observa a un personaje interpretando a otro personaje y cómo esos personajes están, en realidad, alejados de las personas. En el actor hay una inmoralidad necesaria porque no debe juzgar a su personaje, porque debe tratar de intentar entender los resortes que lo llevan a actuar de ese modo, mientras que eso trasladado a la política es bastante siniestro”, explicó.

Hendler construye, con un tono que va del realismo al absurdo un filme cómico pero urgente, y aunque algunas de sus reflexiones parecen replicar ciertos lugares comunes en torno a la política y algunos de sus momentos humorísticos parecen reproducir los momentos bajos del humor “televisivo”, la apuesta de Hendler por una atmósfera asordinada, una comedia negra, cínica y absurda y un minimalismo en los elementos consigue construirse como una película humorística corrosiva, de denuncia, y por momentos, eficaz en su objetivo: incomodar.

Ultima función: mañana a las 20.30 en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, capital federal). Se estrena en salas comerciales el 11 de mayo

 

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