Vulnerables por territorio, tradición y formas de trabajo

Edición Impresa

“No se qué habría que hacer para que no pasaran hechos como éste, pero lo primero sería cambiar la justicia, porque si los detenés y a los ocho días están sueltos, estamos embromados”. El que dice esto es Alberto Pate, vicepresidente primero de la Asociación de Horticultores de La Plata.

Sabe de lo que habla, y no sólo porque convive con los productores y sus realidades a diario, sino porque la inseguridad lo golpeó en carne propia.

“En 1997 me desvalijaron; si hasta la guitarra me llevaron”, cuenta Pate a este diario, como un modo de reforzar su presunción de que el delito contra el sector no es un fenómeno reciente, sino que empezó “hace 20 años, sólo que cada vez es peor”.

El representante de la entidad que los nuclea en la Ciudad admite que los horticultores constituyen un grupo vulnerable por las zonas donde viven y trabajan, como también por cuestiones culturales y algunas ligadas con su actividad.

“Vivimos a la buena de Dios; acá no hay vecinos pegados que puedan ayudar, ni alarmas, ni nada”, detalla, sin pasar por alto que “muchos productores cometen el grave error de tener la plata en la casa, por una costumbre cultural” o situaciones particulares.

Además, confirma que “en esta actividad todo se maneja en efectivo. Si van al mercado temprano tienen que volver a sus casas con el efectivo, aún si están bancarizados”.

Pate no descarta que desde la entidad se movilicen o pidan reunirse con autoridades policiales para reclamar justicia por el crimen de José Luis Báez y seguridad para evitar que pase de nuevo. “En otras oportunidades nos atendieron y en una época había policías que recorrían esta zona a caballo”, lo que había “calmado bastante el problema, porque los ladrones se cuidaban un poco más”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE