Una consulta que volvió a evidenciar la fractura del país

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La cola se extendía por varias cuadras. Decenas de personas ataviadas con gorras con el color de la bandera venezolana, rosarios, camisetas con mensajes religiosos o de la selección local, banderas. Gente de todas las edades esperaban el domingo en Caracas su turno para marcar una boleta con tres preguntas de “sí” o “no” en la consulta convocada por la oposición.

En otra parte de la ciudad, en cambio, otra fila avanzaba al son de “La Constituyente va”, el eslogan oficialista a favor del proceso que se celebrará el 30 de julio. Remeras rojas con la cara de Hugo Chávez, otras de propaganda de las Misiones (los programas sociales del Gobierno), gorras del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La gente esperaba con su tarjetón en mano para participar en un “simulacro electoral”.

De hecho, el domingo hubo dos procesos paralelos que llevaron a las urnas a los venezolanos. Por un lado, una consulta popular a iniciativa de la oposición y de parte de la sociedad civil, al margen del Consejo Nacional Electoral (CNE), en la que se preguntó si se estaba de acuerdo o no con la Asamblea Nacional Constituyente propuesta por el presidente Nicolás Maduro, sobre el rol de las Fuerzas Armadas y la renovación de los poderes públicos. Por otro, se realizó un simulacro de cara al 30 de julio, día en que se elegirá a los miembros de la Constituyente. Este otro proceso contó con la movilización del Gobierno y del CNE, y con la protección de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militar).

Al final, ambos se declararon ganadores. La oposición anunció que casi 7,2 millones de votantes participaron en la consulta para rechazar la Constituyente. “Negar la alta participación en esta consulta es no vivir en Venezuela”, dijo la rectora de la Universidad Central de Venezuela, Cecilia García Arocha. Maduro, por su parte, celebró la “elevada participación” en el ensayo electoral con vistas al 30 de julio.

El país sufre una grave escasez de alimentos y medicamentos. El Gobierno denuncia una “guerra económica inducida” que además sería la causante de la inflación, de tres dígitos. La oposición, en cambio, acusa al Gobierno de no tomar medidas efectivas para sanear la economía. Y en este marco, la jornada del domingo se convirtió, también, en la postal de un país dividido entre los que apoyan y rechazan al chavismo.

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