La venta ambulante gana otra batalla y ahora se expande por plaza San Martín
Edición Impresa | 23 de Julio de 2017 | 04:00

No son buenas las noticias que llegan de la batalla que las autoridades dicen estar librando contra la venta ambulante en la Ciudad, toda vez que la plaza San Martín -la más céntrica, la flanqueada por la Casa de Gobierno, la Legislatura, el pasaje Dardo Rocha, algunos juzgados federales y organismos del Poder Judicial bonaerense- se encuentra ocupada por manteros, que se ubicaron allí y han logrado imponer una exitosa “saladita”.
En el contexto siempre concurrido que ofrecen las vacaciones de invierno, familias enteras recorren en estos días el lugar, ocupado por numerosos puestos ambulantes en donde se ofrece una diversidad de rubros ciertamente llamativa. Es así que, a metros de los organismos públicos más empinados de la Provincia crece un nuevo bastión de la venta informal.
Ropa usada, bijouterie, muñecos de peluche, cuadros, artículos de cocina, películas grabadas y hasta porciones de pizza forman parte de la ubérrima oferta que realizan los manteros y que, a todas luces, promete expandirse en la medida en que se permita esta presencia.
Como se recordará, la plaza San Martín fue elegida a mediados de 2014 -en un amplio sector con frente hacia las calles 6, 50 y la desembocadura de la diagonal 80- para convertirla en una suerte de pequeña sucursal de La Salada, el enorme predio recientemente clausurado en el Gran Buenos Aires, en el que las investigaciones judiciales permitieron detectar una compleja trama delictiva como sustento de ese predio.
Esta feria platense había brotado hace tres años en los veredones del pasaje Dardo Rocha. Entonces ofrecían ropa usada y pocas cosas más. Al principio eran no más de veinte los puestos hasta que un operativo ordenó desalojarlo. Lo que hicieron, entonces, fue cruzar la calle e instalarse en la plaza San Martín, conformando lo que podría denominarse una feria americana.
Ya se ha dicho que La Plata se encuentra entre las cinco ciudades con mayor cantidad de puestos de venta ambulante en el país. De acuerdo a un informe de la CAME, la Ciudad de Buenos Aires, Lomas de Zamora, San Salvador de Jujuy, y las localidades bonaerenses de La Matanza, La Plata y Florencio Varela, en ese orden, son los lugares con mayor cantidad de vendedores ilegales en el territorio argentino.
Se cuenta ahora con el cercano y triste antecedente de La Salada, cimentada en dinero negro, muertes, violencia y extorsiones. Ese predio ofreció, como modelo negativo, una larguísima cadena de corrupción, mafia y delincuencia , pero también de explotación de personas hasta reducirlas a un estado de casi esclavitud en los talleres en donde, además, se falsifican marcas, ello entre otras muchas actividades ilegales.
Resulta, por cierto, intolerable que con estas referencias tan cercanas, La Plata se permita el lujo de consentir que continúe la venta ambulante, que tantos daños causa y no sólo al comercio instalado legalmente. Pero es preciso señalar que esa tolerancia pasiva no incumbe sólo a la Municipalidad, sino que atañe también a las administraciones provincial y nacional, en la medida en que muchas de las violaciones legales en que incurre la venta ambulante, por ejemplo las de índole tributaria, conciernen a normas fijadas por esas jurisdicciones.
Se ha insistido también en señalar que las situaciones de real necesidad que puedan atravesar las personas que atienden los puestos deben ser consideradas y, en lo posible, resueltas por los distintos organismos del Estado, ya sea creándose lugares especiales que no correspondan a los espacios públicos o ayudando a los puesteros a encarar otras actividades, entre otras alternativas. Lo que no puede permitirse es que la venta ambulante pretenda imponer su flagrante ilegalidad y, además, continúe abusándose de la condición de precariedad de muchas de las personas que se suman a esa organización.
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