Vecinos encuentran en 47 y 117 los secretos para arreglar una casa
Edición Impresa | 26 de Agosto de 2017 | 02:41

“Yo no sabía pegar un ladrillo, cómo era por dentro un tomacorriente, comprobar una pérdida de gas. Nada. Ahora arreglo cosas en casa, en las de mis hijos. Pero lo más importante es que aprendí a detectar si todo funciona en forma segura”, dice Francisco Cornejo, alumno del curso 2016 destinado al “mejoramiento de la vivienda” que dicta para todo público la facultad de Arquitectura, y que en breve pondrá en marcha su 5º edición.
Es una suerte de ‘hágalo usted mismo’ pero dictado por profesores universitarios y estudiantes avanzados, que ha ido ganando público con el paso del tiempo. “El año pasado llegamos a cien inscriptos y debimos parar. Hubo una larga lista de espera”, comenta la directora del proyecto de extensión, Nelly Lombardi.
“El conocimiento da libertad”, reflexiona el vicedecano de la unidad académica, Gustavo Páez, y recoge el guante Silvia Fae, otra ex alumna, quien afirma que “antes yo contrataba a alguien para hacer un trabajo en casa y confiaba. No me quedaba otra. Ahora sé si lo están haciendo bien, si usan el material necesario y correcto, si cobran lo que corresponde. Gané en muchos sentidos, además de hacer cosas con mis propias manos”, subraya.
El objetivo del curso, denominado “Vivienda saludable y segura”, es el de “aportar herramientas para el mejoramiento de la vivienda en un entorno de autoconstrucción”, explica Nelly. Y aclara: “Está armado para brindar los conocimientos primarios que posibiliten la autoconstrucción de una vivienda básica. Aunque el alumnado es tan heterogéneo, que cada uno aplica lo aprendido a su manera”.
PARA TODOS
En rigor, Francisco supo trabajar en seguridad y Silvia fue bancaria. Van jóvenes y adultos, mujeres y hombres -más mujeres que hombres en los últimos cursos-, amas de casa, secundarios, jubilados, universitarios de las más variadas carreras, médicos, abogados, comerciantes, artesanos, y muchos ligados a la construcción.
Hubo dos chicas que iniciaron un emprendimiento. Un asistente a un curso terminó ayudando a un compañero a terminarse la casa. Un matrimonio joven la levantó desde cero.
Hace un par de años, Juan Novillo, albañil de toda la vida de Berisso, contó porqué había hecho el curso pese a tener tanta experiencia y para qué le sirvió. “Yo construí la primera casa de material de mi familia. Ahí empecé en este oficio y no paré. Sin embargo, aquí, en la facultad, aprendí porqué hago lo que hago, nada más y nada menos”.
Páez apunta en ese sentido que “muchos operarios de la construcción cumplen órdenes. Trabajan muy bien, pero no saben el porqué de lo que hacen. Si tienen que tomar decisiones, se encuentran con un límite. Por ello, esta instancia de formación puede convertirse para ellos en un salto de calidad dentro del rubro. Y para otros, el inicio hacia el desarrollo de un oficio”.
Pensándolo bien, ¿dónde se aprenden hoy los oficios? Es todo muy anárquico, como difícil conseguir especialistas de confianza para las cosas del hogar.
“Del gas y la electricidad tienen que ocuparse matriculados. Pero saber si hicieron bien o no el trabajo es un valor agregado muy grande”, añade Lombardi.
El curso es teórico-práctico. En un aula y en los exteriores, los alumnos montan instalaciones eléctricas, de agua, levantan paredes. “Abrir la facultad a la población es una obligación. La sociedad la sostiene. Y para nosotros, consolidar y ampliar año tras año este espacio de formación es realmente un orgullo”, remata Páez.
El curso comienza el 11 de septiembre. Los encuentros se desarrollarán los lunes, de 18 a 21.
La preinscripción arranca el 28 de agosto y finaliza el 5 de septiembre. Es presencial, de modo que los interesados deben ir a la facultad (47 y 117) de 8,30 a 15. Para mayor información pueden llamar al 423-6587 al 90, interno 243, o escribir a habitatsaludable@fau.unlp.edu.ar.
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