Se debe optimizar el uso de los cajeros en las ciudades turísticas
Edición Impresa | 2 de Enero de 2018 | 02:24

Si bien la reciente emisión de billetes de mil pesos alcanzó a reflejarse en una mejora parcial del sistema de cajeros automáticos, ya que agilizó las operaciones, en los últimos días previos a la fiesta de fin de año volvieron a experimentarse algunas demoras y dificultades. Básicamente, la escasez de billetes volvió a registrarse en estas jornadas festivas, tanto en los cajeros que funcionan en las propias sedes bancarias como en los otros ámbitos en los que se encuentran instaladas estas máquinas. La falta se constató, asimismo, en los locales especialmente montados para el funcionamiento de varios cajeros automáticos.
La situación merece ahora una especial atención por parte de las autoridades, ya que se iniciaron los movimientos masivos propios del turismo veraniego y el problema se podrá trasladar, entonces, a las numerosas ciudades de la costa atlántica que serán receptoras de esta migración. Es claro que en muchas de ellas el número de cajeros es menor al existente en la zona metropolitana, de modo que las dificultades para miles de usuarios del sistema pueden verse agravadas.
Tal como suele ocurrir en estas fastidiosas –y desde luego que reiteradas- instancias, quienes necesitaban dinero efectivo se ven obligados a iniciar largos peregrinajes en busca de cajeros que tengan efectivo. Desde luego que, quienes carezcan de medios propios de movilidad, tendrán que resignaron a permanecer con los bolsillos vacíos, sin tener información certera acerca del plazo en el que se extenderá el problema.
Según se conoce perfectamente, ya que sobran antecedentes al respecto, la falta de dinero en los cajeros suele presentarse durante los feriados largos, en situaciones que hablan a las claras de una falta de previsión por parte de las entidades bancarias que, además, tampoco han logrado estructurar un sistema eficaz de recarga, de modo de ofrecerle respuestas a la demanda. Pero, como se ha dicho, cuando este desequilibrio se presenta en localidades alejadas de los grandes centros urbanos, crece, por cierto, la verdadera situación de indefensión en que se encuentran miles de personas asociadas al sistema de cajeros automáticos.
Tal como se ha dicho insistentemente en esta columna, el sistema de cajeros, previsto como una alternativa para darle mayor agilidad al sistema bancario, no debería exhibir falencias que, lamentablemente, perjudican la confiabilidad de esa alternativa y se traducen en perjuicios injustificados para quienes se encuentran adheridos.
Se sabe que una gran porción de los clientes y usuarios de este servicio están forzados a manejarse con el sistema de cajeros porque el pago a través de ellos es obligatorio para un gran número de empresas y organismos públicos. No se trata, entonces, de una opción que haya hecho el usuario sino de una imposición. Con más razón entonces el servicio debería tener un estándar de eficacia garantizado.
Por ahora, lamentablemente, lo cierto es que ha comenzado otro año y que el problema amenaza con seguir siendo el de siempre. Por ello, es de esperar que las autoridades económicas y los directivos bancarios garanticen un servicio continuado, solvente y confiable.
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