La venta ambulante no puede imponer su flagrante ilegalidad

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La esquina de 7 y 47 volvió a ser epicentro de una nueva protesta de vendedores ambulantes, que bloquearon el tránsito vehicular mediante un corte realizado en la primera de esas calles, sobre la que tendieron un precario vallado realizado con cajones, cartones, bolsas de residuos y pancartas. En este caso, la medida fue adoptada por quienes tienen instalados puestos informales de venta de frutas y verduras. Cabe señalar que, pese a tratarse de un número reducido de puesteros, lograron impedir el paso de vehículos durante dos horas en un lugar clave de la Ciudad.

Lo cierto es que, luego de ese largo tiempo en que se mantuvo el corte de tránsito, el paso por el lugar de un fiscal penal platense derivó en que este magistrado ordenara el desalojo de la calzada, algo que se concretó con la intervención policial que logró normalizar la circulación de vehículos por esa céntrica esquina.

Los manifestantes alegaron ser vendedores de productos frutihortícolas que buscan trabajar y que se encuentran instalados hace tiempo en distintos puestos ubicados en las veredas. Intentaron así diferenciarse de los vendedores que habitualmente ofrecen relojes, anteojos, ropa, juguetes, artículos de cocina y películas, como parte de la ubérrima oferta que centenares de manteros instalados aquí y allá exhiben en la vía pública.

En realidad, en la argumentación esgrimida los vendedores soslayaron que se trata de venta de alimentos -como se ha dicho, frutas y verduras- apartada de un circuito comercial regular, que ha venido proliferando en nuestra zona instalada de manera precaria, sin contar con habilitaciones, sin pagar impuestos y sin someter los productos que venden a los previos controles bromatológicos.

Se conoce, además, cuál es la fórmula para mantenerse en la vía pública con su actividad, que es similar a la de los manteros: si el Municipio les levanta el puesto y secuestra la mercadería, al día siguiente vuelven a estar en la misma esquina. Y es que montar un puesto les resulta por demás sencillo, pues se arreglan con un par de cajones, dos tablones y una balanza. Por lo general ofrecen tres o cuatro tipos de frutas o verduras.

Se ha señalado en reiteradas oportunidades lo dañoso que resulta para la actividad económica general la venta ambulante. De lo que trata ahora es de que la Municipalidad, con el respaldo de los cuadros normativos que la avalan, haga valer en pleno su poder de policía, para impedir que florezcan estas muestras de competencia desleal y de total desaprensión en materia higiénica, impositiva y legal, de la que hacen gala organizaciones mafiosas, que son las que promueven esta actividad informal.

Desde luego que las situaciones de real necesidad que puedan atravesar las personas que atienden los puestos deben ser consideradas y, en lo posible, resueltas por los distintos organismos del Estado. Lo que no puede permitirse es que la venta ambulante pretenda imponer su flagrante ilegalidad y, además, continúe abusándose de la condición de precariedad de muchas de las personas que se suman a esa organización.

 

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