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Otros cines: "Marilyn", el peón que sólo quería expresar su libertad sexual

El director Martín Rodríguez Redondo conocio el caso real en EL DIA y se decidió a filmar una cinta sobre "la negación de la identidad" donde la violencia engendra violencia

Otros cines: "Marilyn", el peón que sólo quería expresar su libertad sexual
12 de Octubre de 2018 | 09:41

"Marilyn" es la ópera prima de Martín Rodríguez Redondo, un relato sutil donde la violencia engendra violencia que se estrenó ayer y se verá hoy, el domingo, el martes y el miércoles en el Cine EcoSelect del Centro Cultural Islas Malvinas, siempre a las 17.

Retrato del opresivo camino familiar y social que un adolescente peón de campo tuvo que transitar hasta la explosión que resultó en el asesinato de su madre y hermano, la cinta se encuentra basada en el caso de Marcelo Bernasconi (nombrado Marcos en el filme) y transcurre entre el colegio, las tareas de campo y la costura de los vestidos que se diseñaba para las fiestas de carnaval, único momento en el que él podía sentirse libre y vestirse como quisiera. Hoy, Bernasconi es una mujer trans que vive en la cárcel bajo el nombre de Marilyn. Y, paradojas del destino, fue en el encierro donde pudo expresar libremente su elección sexual.

Un caso que, revela Rodríguez Redondo, conoció "a partir de la noticia que salió publicada en el Diario EL DIA, al día siguiente del crimen, el 26 de mayo de 2009. Seguramente porque el caso había sucedido entre Oliden y Bavio y había una cercanía con la ciudad de La Plata.

"Recuerdo que el periodista mencionaba que Marcelo Bernasconi había matado a su familia porque se había sentido herido en su 'orgullo gay'. Y me pareció un comentario nada ingenuo en un momento en que se empezaba a debatir en el país la Ley de Matrimonio Igualitario. El caso de Bernasconi venía a confirmar muchos prejuicios arraigados históricamente contra las personas del Colectivo LGTB: enfermos, perversos, asesinos", explica el cineasta.

"Al poco tiempo Marcelo –hoy Marilyn- declaró que los había matado porque no aceptaban su homosexualidad. Y me interesó saber qué había detrás de esta declaración, qué contexto familiar y social había llevado a un adolescente a tomar una decisión tan trágica. A partir de ahí fui varias veces a la cárcel y le realicé varias entrevistas. Me dio un escrito donde contaba su historia desde su nacimiento hasta el crimen, que se titulaba “El sufrimiento por no ser igual”. También leí todos los testimonios y las actas del juicio y era bastante indignante leer la cantidad de prejuicios que volcaban los jueces. Por ejemplo, hablaban de la 'vida licenciosa' que llevaba Marcelo y que su familiar no toleraba. Cuando no era ni más ni menos que un adolescente que tenía relaciones sexuales con quién podía y como podía. Y a partir de todos estos materiales es que empecé a escribir el guión junto a la novelista Mariana Docampo y posteriormente la guionista Mara Pescio", revela la génesis del proyecto el director.

El "ámbito rural opresivo, violencia, muerte y una identidad sexual disidente" del escenario operaron como el escenario perfecto para contar una historia "que conmueve y que incomoda. Nunca lo pensé en términos de profundidad, sino en estos términos".

"Es bueno que existan todo tipo de relatos e historias. Pero a mí personalmente me interesa el cine que se la juega por algo, ya sea desde lo estético o desde lo temático. Que saca al espectador de un lugar de comodidad, que lo interpela, que lo deja pensando y con preguntas sin responder. Y sobre todo me interesa un cine que sea honesto con el espectador", agrega Rodríguez Redondo, que construye un filme que escapa al lugar común de "película sobre salida del clóset" y edifica un relato que desacomoda y complica las lecturas fáciles.

"El cine LGTB ha negado bastante este tipo de historias, incluso porque en cierto ámbito resultan incómodas o difíciles de digerir. Y me parece que está bueno contar estas historias que quedan invisibilizadas. Y no hay forma de visibilizarlas sin molestar a alguien", opina.

"Marilyn", define el director, "es una película que habla sobre la negación de la identidad", pero que a la vez puede ir "más allá de la identidad sexual y de género. Es alguien a quien no se le permite ser, a secas. Y eso es mucho más profundo". Allí es donde ingresa otro eje de la película, ligado a la condición social. "Esos cuerpos son oprimidos sexualmente y tambien laboralmente, hay un abuso de clase que se manifiesta en ambas formas. Siempre me interesó hablar de los diferentes niveles de violencia y opresión que sentía que había en esta historia. Un patrón y un pueblo que oprimían a una familia y una familia que a su vez ejercía esa violencia y esa opresión contra su propio hijo. No digo que esto sea lo que sucedió en el caso real. Esto es lo que a mí me interesaba contar. Porque pienso que todas las personas con una sexualidad disidente, pero también todas las minorías en general, en algún momento de nuestras vidas pasamos por algún tipo de violencia psicológica o física, sutil o evidente".

En ese contexto de violencia, "Marcos lleva adelante su deseo como puede, es alguien que constantemente está haciendo pero que también está conteniendo. Hace lo que quiere y lo que desea, y es reprimido y castigado. Sin embargo, vuelve a hacerlo. Insiste. Se afirma y se reafirma, incluso desde la negación y la mentira, como cuando le dice a su novio que su familia sabe que él es gay. A veces la mentira es la forma que tenemos de reafirmarnos, de inventarnos una realidad mejor, para mantenernos en pie".

Pero esta insistencia contra el poder establecido, desde ya, no tiene final feliz. "Siempre sentí que la historia era una tragedia y en las tragedias no hay salida posible", afirma Rodríguez Redondo sobre la decisión final de Marcos, "un personaje que termina encerrado en esa casa, incluso matando a su familia, no sale de esas cuatro paredes que lo oprimen. La muerte no lo libera, no creo que ningún crimen sea liberador. Porque la real opresión es mucho más amplia y más profunda y excede a lo familiar, la real opresión es social, es una opresión económica y de clase, desde mi punto de vista".

"Para alguien que vive en un entorno tan opresivo y claustrofóbico no hay “un más allá”, no ven una escapatoria. Al menos eso fue lo que yo sentí del relato de la real Marilyn. Ella no veía una salida. Para personas de clase media, psicoanalizadas, como muchos de nosotros quizás es fácil juzgar su decisión. Pero yo nunca quise juzgar al personaje. Por eso no hay un castigo, no hay una instancia de condena moral sobre su acto. No llega la policía ni nada por el estilo", cuenta Rodríguez Redondo. "Marcos se destruye a sí mismo al matar a su familia, y no hay nada más trágico que eso".

Para el director, esta es la historia de una persona que mata, no un asesino. "Creo que la palabra asesino contiene una condena moral. Y se está hablando en general de alguien que mata a sangre fría, como un asesino en serie. Alguien que goza con el crimen que comete. Y hago esa diferencia con alguien que, en ciertas circunstancias, mata. En un contexto específico y no en cualquier otro. Todxs somos potencialmente capaces de matar, sometidxs a determinadas circunstancias violentas y opresivas. Pero no todxs somos asesinxs", explica. Marilyn se encuentra hoy presa, adoptando ese apodo con el que le hacian bullying en su pueblo: "A mí siempre me incomodó eso de la historia real, al punto de dudar si llamar así la película o cambiarle el nombre. Porque sentía que de alguna forma la película asumía el nombre del abuso y de la burla como propio. Pero fue la propia Marilyn que me explicó que ese nombre la ayudaba a ocultar su verdadera identidad. Cuando insultaban a Marilyn, no insultaban a Marcelo. La protegía de alguna forma frente a su familia. Pero para mí era interesante reapropiarme del nombre para reivindicar una postura de género. Ella es Marilyn, como quería ser y como es hoy en día. Y desde ese lugar de reivindicación histórica es que les pedí a las Kumbia Queers que compongan el tema Mi nombre es Marilyn".

En la piel de Marilyn

En la cinta, Marilyn es Walter Rodríguez, que en su primer rol en cine asumió el desafío de encarnar a un complejo personaje basado en un caso real. "Yo quería que fuera un rostro desconocido, anónimo, como el personaje. Y un día Walter nos mandó unas fotos donde estaba vestido de varón y apenas maquillado. Lo entrevistamos con María Laura Berch, la directora de casting y nos fascinó. Tenía una libertad muy grande para no encasillarse en ningún género y para vivir su sexualidad libremente que me parecieron fundamentales para el personaje. Pero Walter era muy expresivo y yo quería lo contrario en el personaje de Marcos, alguien introvertido cuyas emociones iban implosionando. Así que fue un proceso largo de entrenamiento actoral para llegar al grado de sutileza y de contención de las emociones que yo buscaba en el protagonista", cuenta el cineasta.

"La prueba final, lo que terminó de decidirme", revela, "fue cuando fuimos un año antes al Carnaval y se vistió de mujer. Bailó de una forma increíble frente a miles de personas, con una libertad absoluta, totalmente desprejuiciado. Y a partir de ahí me decidí por Walter. Había una verdad en su cuerpo que me parecía ideal para encarnar a Marilyn".

Walter tiene "tengo inclinaciones artísticas desde chico. Investigué muchas disciplinas que hoy me hacen quien soy, entre ellas teatro, danza, canto, acrobacias aéreas y demás. Hasta el 2016 que me crucé con Marilyn y todo su universo".

Un universo que, cuenta el actor, "fue un desafío clave en mi camino como actor y como artista, ya que yo tenía interés en un personaje de esta talla y realmente lo disfruté mucho. El debut y la repercusión era algo que no esperaba que suceda de esta forma porque no llegaba a pensar que era posible; el poner el cuerpo a un personaje tan y más complejo y jugado".

La cinta fue ovacionada en Berlín y ha recibido aplausos en su pase, previo al estreno, por el circuito de festivales. "Me siento muy feliz por el reconocimiento, gané el premio a mejor actor en el festival de Bariloche y en el festival de General Rodríguez, lo cual me conmueve y me regocija, pero de todas formas no creo en mejores y peores. Pero un premio por mi trabajo nunca es mal recibido. Leer críticas y reseñas tan buenas de muchas partes del mundo me hace muy bien porque 'Marilyn' llega a muchos ojos y a muchas cabezas", afirma Walter.

"El personaje me dejó el amor propio necesario para hacer cualquier cosa", cierra el actor, "ya que aprendí a valorarme mucho más después de terminado el trabajo, me dejó una sensación de visibilización y evolución de las disidencias en la sociedad actual y que el patriarcado se va a caer porque nosotres lo estamos tirando".

 

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