Berisso fue el escenario para rituales, cantos y costumbres de los inmigrantes senegaleses

El Gran Magal es una de las principales actividades religiosas de ese país. Hubo postales de solidaridad y espíritu comunitario

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Manos entrelazadas, canto, fervor litúrgico y añoranza de la tierra natal. La celebración del Gran Magal, uno de los rituales religiosos más convocantes de Senegal, reunió ayer en Berisso a parte de la comunidad originaria de esa nación africana, y entregó postales de solidaridad y espíritu comunitario durante un evento a puertas abiertas que fue compartido por numerosos vecinos.

El encuentro tuvo lugar en 18 y 169, y se prolongó durante casi toda la jornada, desde las 10 hasta la 22. Los inmigrantes senegaleses, arrodillados o hincados sobre alfombras, danzaron y corearon frases de adoración -en ocasiones con sus rostros transfigurados por una entrega plena-, lavaron sus manos y compartieron con ellas raciones de arroz, ante la atenta mirada de un grupo de berissenses y platenses.

La invitación a los vecinos surgió desde la propia colectividad senegalesa, que bajo las consignas “migrar no es un delito” y “trabajar es un derecho”, propuso un ámbito para “seguir compartiendo y conociendo nuestras tradiciones y culturas”.

El Gran Magal es una peregrinación anual a la ciudad sagrada de Touba que recuerda la partida al exilio de Sheikh Ahmadou Bamba (1853-1927), fundador del muridismo, una hermandad religiosa musulmana de impronta sufí que mezcla las enseñanzas de Mahoma con tradiciones de la etnia wólof. Actualmente, se estima que un tercio de la población de Senegal adhiere a estas creencias.

 

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