Para entrar a una clase del ingreso a Medicina hay colas de hasta 6 horas
Edición Impresa | 7 de Febrero de 2018 | 03:46

La Universidad y la facultad de Medicina no les dieron la mejor bienvenida. Los 3.200 jóvenes que a fines del año pasado se anotaron para cursar la carrera tienen que hacer cola desde las dos o tres de la madrugada ante la sede académica de 7 y 63, donde se dicta el curso de ingreso, para entrar a un salón con capacidad para 350 alumnos. Hay dos turnos de clases: 8 y 14 horas. En total, 700 estudiantes. Apretados, 800. El resto, queda a la buena de Dios. Literalmente. Ayer, tras una madrugada donde un chico y una chica sufrieron un robo y una agresión, se movilizaron al Rectorado. Protestaron. ¿Tendrán una solución?
El rectorado y el decanato de la unidad académica reeditan en este ciclo académico un enfrentamiento histórico. El primero, activo promotor de la ley que quitó el ingreso con examen eliminatorio, una vez sancionada esa norma parece haber dicho “que se arregle la facultad”. Ésta, subraya una y otra vez que “hay espacio físico y docentes para 1.200. Si vienen 3.200, son el Estado y la Universidad los que tendrían que decirnos qué hacer”.
En el medio, cientos y cientos de jóvenes que se frustran a días de pisar la casa de altos estudios. Que tienen una ilusión, pero algo o alguien se la mata en dos clases. Cada uno sabrá el rol que cumple en esta lamentable situación, que luego -incluso- lleva a muchos a aprobar Anatomía sin poder ver los preparados.
Ahora es tiempo de escuchar las voces de todos. Y de esperar que desde hoy empiecen a mejorar las cosas. Ayer, el vicedecano de la facultad, Eduardo Escudero, “le dijo” al rector de la Universidad, Raúl Perdomo, que “estaban trabajando en el tema”, contó a este diario el prosecretario general de la UNLP, Patricio Lorente, tras recibir a una delegación estudiantil que surgió de la nutrida movilización de protesta a la sede de la casa de estudios superiores.
los sorprendidos
Según Lorente, a la Universidad la cuestión la “sorprendió”. “Hubo una evidente improvisación por parte de la facultad, pues tienen los recursos para organizar un buen curso”, apuntó. La consejera estudiantil Ayelén Escalante aseveró que el lunes se reunieron con el vicedecano Escudero y que les dijo que “no estaba al tanto de lo que pasaba”.
Supongamos que ambas versiones son ciertas. ¿Ni la UNLP ni la unidad académica de 60 y 120 sabían que había decenas y decenas de chicos y chicas haciendo cola a la madrugada para entrar (o no) a una clase? ¿Que a partir de cierta hora de la mañana lo hacían bajo una ola de calor que provocó desmayos? ¿Que después de eso es casi imposible tomar una buena clase? ¿Que cientos se volvían a sus casas? ¿Que cientos y cientos terminarán perdiendo el año inexorablemente con una frustración a cuestas?.
Si se aprobó el ingreso irrestricto, opinan muchos, se deberían haber tomado medidas. Ya el año pasado.
Con o sin examen, el ingreso a Medicina fue y es polémico. Una “deuda eterna” de la Universidad
El secretario académico de la casa de estudios de avenida 60, Julio Hijano, señaló: “Sabemos que no hay buenas condiciones, pero si nosotros tenemos, y lo venimos diciendo hace mucho, mucho tiempo, espacio físico y docentes para 1.200 y vienen 3.200, ¿qué hacemos? Si algún trasnochado dijo ‘a Medicina vayan todos’, ¿la culpa es nuestra? Nosotros queremos que estudien y aprendan, pero con 3.200 ingresantes, nadie puede aprender”, disparó el médico y profesor de Anatomía, materia medular de 1º año.
palabra estudiantil
“Este año (las autoridades de la facultad) resolvieron que el curso no sea obligatorio, y se escudan en eso. No hay comisiones, como el año pasado. De modo que los chicos y chicas tienen que ir y ver si pueden entrar”, contó ayer la consejera estudiantil Ayelén Escalante.
Y señaló que el cursillo se da en la sede de 7 y 63, propiedad de Medicina. “Este mes, en el edificio de 60 la actividad es casi nula. Hay ocho aulas anfiteatradas con capacidad para 200 alumnos cada una, el aula magna y otras más pequeñas. No habilitan ese espacio porque no quieren”, indicó y resaltó que están dando “clases públicas (ayer hubo una multitudinaria en la puerta de la facultad) mediante alumnos avanzados para quienes no pueden acceder al curso”.
Si un trasnochado dijo ‘a Medicina vayan todos’, ¿la culpa es nuestra? Nadie aprende con este ingreso masivo” Julio Hijano, Srio. Académico de Medicina
La situación nos sorprendió. Hubo improvisación de la facultad, pues tiene los recursos para organizar un buen curso” Patricio Lorente, Prosecretrio General de la UNLP
Este año el curso no es obligatorio. No hay horarios ni comisiones. Los chicos tienen que ir y ver si pueden entrar” Ayelén Escalante, Consejera Estudiantil
Hijano, respecto del espacio en el edificio histórico de la unidad académica, puntualizó: “Bien, habilitemos todas las aulas. ¿Quiénes dan clases? Los docentes los paga la facultad y no tenemos presupuesto para contratar una cantidad que cubra todas las materias, todos los días y todos los horarios”.
“No es cierto. Medicina cuenta con el tercer mayor presupuesto de la Universidad, detrás de Odontología, que mantiene un hospital que atiende en forma gratuita a mil personas por día, y de Ciencias Naturales, que cuenta con el Museo”, comparó Escalante.
“no organizan el curso”
Una alumna de primer año, que hizo este curso de nivelación en 2017 y que prefirió mantener el nombre en reserva, comentó que “lo que ocurre no es que la facultad organiza mal el curso, sino que, directamente, no lo organiza”.
“Se desentienden. Y este año es peor que el pasado”, afirmó y contó que “incluso para quienes pueden entrar al aula, el curso sirve de poco. Porque los que quedan al fondo casi no escuchan. Y muchos no entienden los contenidos porque vienen de la secundaria y el salto es muy grande, y no hay clases de apoyo. Realmente es un filtro”, definió.
Lo cierto es que esta estudiante, junto con un grupo de compañeros que actualmente cursan 1º año, formaron por cuenta propia un grupo de WhatsApp con el fin de “acompañar y aconsejar a los ingresantes. También para facilitarles material de estudio, como apuntes y bibliografía. “Yo no soy de La Plata. Sé que es muy difícil llegar y estar solo”, dijo la integrante de esta iniciativa solidaria y espontánea.
1992
Fue en 1992 cuando se implementó el curso de ingreso eliminatorio en la facultad de Medicina. Era de dos meses y, al cabo del examen, ingresaban a la casa de estudios entre 300 y 400 alumnos promedio. Allí comenzó una auténtica guerra entre las autoridades de la unidad académica identificadas con el grupo de profesores Hoja de Roble y las sucesivas conducciones del Rectorado de la UNLP.
El desenlace se dio en la Corte Suprema de Justicia en 2008 y fue favorable a la facultad. Es que la Ley de Educación Superior sancionada en 1994 tenía un artículo que dejaba en manos de cada unidad académica la estrategia de ingreso y la política de admisión en aquellas universidades con más de 50.000 alumnos.
Pero a fines del 2015, el Congreso nacional modificó la ley de educación en ese punto y estableció el ingreso irrestricto.
Más allá de la idea de cada uno sobre el tema, nadie -ni los que estaban a favor de esa medida- tomó los recaudos necesarios. ¿Los grandes perjudicados? Los estudiantes.
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