El mantenimiento de las redes de desagües pluviales es clave

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Los grupos de vecinos que residen en la zona limítrofe entre Berisso y La Plata que, en los últimos días, se organizaron para realizar tareas de limpieza y desobstrucción en las bocas de tormenta -ya que al estar tapadas no permiten el escurrimiento del agua de lluvia- parecen haber acertado tanto en el diagnóstico como en las acciones que deben realizarse para enfrentar los anegamientos parciales que se reiteran en nuestra zona.

Tal como se informó, los residentes en esos barrios comprobaron que la falta de limpieza de estos ductos origina atascamientos que después terminan provocando dolores de cabeza a los frentistas de la zona por las inundaciones que se generan, convirtiendo a las calles, de cordón a cordón, en verdaderos canales, hasta volverlas en virtualmente intransitables para peatones y automotores. En muchas ocasiones, como bien se sabe, el agua ingresa a las viviendas.

Lo cierto es que, ante la gran cantidad de agua que se acumuló en los últimos días, los propios frentistas improvisaron herramientas y realizaron las tareas de remoción de basura y hojas que se fueron acumulando con el correr de las jornadas. Pero, pese a los esfuerzos que desplegaron, poca fue la cantidad de agua que se pudo evacuar por lo que solicitaban al Municipio que se acercara a la zona para realizar las tareas correspondientes.

A grandes rasgos correspondería una vez más recordar aquí que, cuando a inicios de la década del ‘80 la administración provincial transfirió a la Ciudad el mantenimiento de las redes de desagüe pluvial, los técnicos de la Comuna habían alertado acerca de los varios y graves problemas hidráulicos emergentes a partir de esa medida, la mayoría de ellos causantes directos de los anegamientos barriales que se registran con cada lluvia.

Lo que vino ocurriendo desde entonces -más allá de la trágica inundación de hace cuatro años, que por la cantidad de lluvia caída y otras razones excedió por completo ése y otros motivos- sigue derivando en buena medida, según reiteran los especialistas, en problemas endémicos irresueltos desde hace varias décadas.

Ante cualquier lluvia, entonces, no es de extrañar que en nuestra zona se registren anegamientos de importancia en numerosos barrios y lo cierto es que no existen constancias fehacientes –o si las hay no han sido hechas públicas- acerca de que el área a cargo de mantenimiento de las redes pluviales dispongan de equipos aptos y suficientes para esas tareas.

Está muy claro que la Ciudad demanda la realización de un estudio completo del problema, sin perjuicio de iniciar ya la realización de tareas y obras complementarias tendientes a mejorar en forma sustancial al sistema de desagües, caracterizado no sólo porque no cubre las áreas pobladas sino por el deficiente mantenimiento que recibe.

La decisión de algunos vecinos de encarar tareas sobre los desagües -si bien espontánea, insuficiente y, desde luego, improcedente pues se habla de un servicio que es público- resulta ser, sin embargo, acertada. Hace años que los especialistas vienen advirtiendo que no alcanza con las grandes obras hídricas para resolver el tema de las inundaciones, si no se ven acompañadas por un continuo mantenimiento de las redes pluviales.

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