Una entrega tumultuosa, que profundizó las diferencias de una sociedad dividida
Edición Impresa | 8 de Abril de 2018 | 02:33

SAN PABLO
El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se entregó ayer sábado a la policía, para empezar a cumplir una pena de más de 12 años de cárcel por corrupción.
Lula, de 72 años, salió a pie del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el estado de San Pablo, donde estaba atrincherado desde hacía dos días, para subir a un vehículo de la Policía Federal, que partió escoltado por una caravana de otros autos.
Pero la salida de Lula del sindicato donde inició su prolongada carrera política, fue tumultuosa, luego de que los partidarios del ex presidente y líder sindical intentaran impedir que cumpliera el anuncio que poco antes había hecho desde ese mismo lugar.
El convoy se dirigió a la sede de la Policía Federal (PF) de San Pablo y poco después la TV Globo mostró al ex presidente subiendo a un helicóptero que lo llevó al aeropuerto de Campinhas para ser trasladado a Curitiba, donde empezó a cumplir su condena, en una celda especial de 15 metros cuadrados, con baño privado.
TENSIÓN EN LAS CALLES
El anuncio de su detención fue recibido con bocinazos y fuegos artificiales en barrios de San Pablo y de otras ciudades brasileñas.
En Curitiba, manifestantes vestidos de verde y amarillo, los colores nacionales, celebraban ruidosamente gritando: “Ven Lula, Curitiba te espera con las rejas abiertas”.
Grupos de partidarios y de detractores de Lula salieron a las calles en varias ciudades de Brasil en el momento en que el ex presidente se entregó a la Policía
Las manifestaciones festejando o exigiendo la liberación del ex mandatario, aunque de pequeños grupos y que no se prolongaron por mucho tiempo, pudieron ser vistas en ciudades como Brasilia, San Pablo, Río de Janeiro, Curitiba y Fortaleza. Los grupos que festejaron el arresto fueron mayoritarios y más ruidosos, ya que lo hicieron haciendo tocar las bocinas de sus vehículos, con cacerolazos y lanzando fuegos de artificio.
Los pequeños grupos de manifestantes contrarios a Lula se concentraron en barrios de clase media de Brasilia pero se dispersaron rápidamente por la lluvia. En Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, las manifestaciones se concentraron en la zona oeste, igualmente la de los barrios más elegantes, así como en Río de Janeiro, (AP, EFE y AFP)
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