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FestiFreak: en "Big Big Big", dos cineastas se proponen ver "Quisiera ser grande" 30 veces

Carmen Haro y Miguel Rodríguez Pérez se exponen a la emblemática cinta de Tom Hanks para luego discutirla, un experimento para probar los límites del agotamiento y la compulsión del consumo de productos en serie que se puede ver en el festival hasta mañana

FestiFreak: en "Big Big Big", dos cineastas se proponen ver "Quisiera ser grande" 30 veces
19 de Octubre de 2020 | 08:00

Mirar en loop, mirar lo mismo y una otra vez, es un signo de nuestros tiempos. Compulsión, regocijo en lo conocido, alienación: Carmen Haro y Miguel Rodríguez Pérez quisieron explorar las razones en “Big Big Big”, documental disponible para ver gratis en el marco del FestiFreak hasta mañana, donde los realizadores se proponen ver junto a sus amigos “Quisiera ser grande”, memorable película de los 80 con Tom Hanks, 30 veces.

Y llegan bastante lejos en lo que parece ser un objetivo destinado al fracaso, al aburrimiento profundo, al hastío. “No sé que tiene ‘Big’ que soporta tantos visionados”, se ríe Haro, en diálogo con EL DIA. “No sé si es Tom Hanks, si es que la peli la dirige una mujer (la dirige Penny Marshall)… no sé”, agrega la cineasta. Lo cierto es que Haro confiesa que, aunque la dupla llegó “solo” a los 20 visionados, ahora le gusta más la película que cuando la eligió para la experiencia, porque “nos parecía más chiste tomar una película como esta”. 

“Y es una película familiar, que se puede discutir con más gente: si hubiéramos elegido una de Antonioni, le hubiéramos caído muy mal a mucha gente”, comenta sobre las razones para volver a “Big”. 

¿La idea de fondo? “Es una forma de explorar la compulsión por consumir productos mediáticos que son tan parecidos los unos a los otros. Tomamos ‘Big’, que se ha visto una y otra vez en películas posteriores”, explica Rodríguez Pérez. Efectivamente, después de “Quisiera ser grande” se reprodujeron sus clones, películas como “Jack”, “13 going on 30”, películas de cambios de cuerpo, chicos que se hacen mayores y adultos que se hacen chicos… “Es igual que las series de Netflix, las pelis estándar de Hollywood: las vemos una y otra vez, y hay algo compulsivo en eso. Nosotros lo ponemos en evidencia a través de un chiste”, analiza Haro.

Es compulsión conduce a una condición de perpetuo cansancio, escribió el crítico cultural Mark Fisher. Fue leyéndolo que a Rodríguez Pérez se le empezó a plantear la idea del filme. 

“Él habla de la relación entre el agotamiento y los productos que crea el capitalismo, esos productos totalitarios del mainstream, la producción desaforada de Netflix. En ese sentido, daba igual que viéramos ‘Big’, o que viéramos una serie de Netflix de principio a fin. Fisher pone un ejemplo: a Howard Hughes, en un momento de su vida, se le fue la cabeza, y empezó a reproducir sus propias películas en casa, una y otra vez, en loop. Así que quisimos exponernos a esta idea de agotamiento”, explica.

El experimento no lo hacen en soledad: cada vez que revisitan “Big” tienen nuevos invitados, amigos, familia, con los que luego discuten lo visto: emergen opiniones disímiles, antagónicas, sofisticadas, lúcidas y de la otras. Algunos hablan del Anti-Edipo, otros la consumen irónicamente. Otros la defienden, resaltan cierto tratamiento de una masculinidad diferente a través del protagonista. Algunos debaten el tratamiento de algunos tintes pedófilos, lo cual refleja los vientos de cambio del siglo XXI y las diferencias generacionales. Surge la idea de que “la fascinación de Susan por el personaje de Tom Hanks es que no ejerce poder sobre ella”, una lectura que toma en cuenta que, además de la sensibilidad de Marshall para filmar, está la pluma de Anne Spielberg detrás del guion, dos mujeres. Las lecturas dicen más de los invitados que de la película en sí, que opera como “un significante vacío a través del cual la gente revela su personalidad”, dice Haro. Hay tantas lecturas como lectores.

Allí se revela el otro costado de “Big Big Big”. La cámara rueda, el vino corre. Los amigos charlan, debaten, se entusiasman incluso cuando la película no los entusiasma. Aparecen los pequeños deleites que hoy extrañamos: el placer de la tertulia, el placer de hablar de cine, cualquier cine.

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