Anya Taylor-Joy: “Para ser actriz sacrifiqué una adolescencia normal”
Edición Impresa | 19 de Noviembre de 2020 | 05:34

Una joven de tez pálida, cabello ocre y una mirada intensa que emerge de ese par de ojos alargados sobre un tablero de ajedrez. Esa es la imagen promocional de “Gambito de dama”, una de las series que seguramente ha visto con frecuencia durante el tedioso zapping por el catálogo de Netflix, en donde desde hace semanas integra el ranking de las 10 producciones más vistas del país. Si no se ha sentido animado a darle clic, anímese, no se arrepentirá. Si ya lo ha hecho, le contamos algunas cosas sobre Anya Taylor-Joy, su protagonista, que tiene sangre argentina corriendo por sus venas y a Hollywood rendido a sus pies.
A sus 24 años, el currículum de Anya Taylor-Joy ya incluye “La bruja” (2015) y “Fragmentado” (2016); y próximamente se enriquecerá en la precuela de “Mad Max: Fury Road”, en la que interpretará a Furiosa. En Netflix, a fines del mes pasado, desembarcó con la elogiada “Gambito de dama”, una de esas producciones que se convierten en tema obligado de conversación social.
Pero tener semejante prontuario, a su corta edad, ha significado algunas renuncias de las que, sin embargo, no se arrepiente.
“Creo que para ser actriz sacrifiqué tener una adolescencia normal. Pero, en esencia, no me arrepiento de nada de eso: este era el camino vital que estaba destinada a tener”, manifestó la intérprete durante una entrevista con Efe en la que se mostró convencida sobre su elección profesional: “Estoy muy agradecida de tener un camino que encaja con mi sensibilidad (...). Estoy muy agradecida de que la gente me permita hacer arte. Me encanta el arte, quiero dedicar toda mi vida a esto y simplemente estoy contenta de que se me permita hacerlo ahora mismo”.
Con un árbol genealógico muy peculiar (tiene sangre española e inglesa por su madre y escocesa y argentina por su padre), Taylor-Joy (Miami, EE.UU., 1996) le da vida a una joven que se convierte en un prodigio del ajedrez en los años 60.
Acompañada por Marielle Heller, Thomas Brodie-Sangster y Harry Melling, la intérprete -que se mudó casi de bebé a Argentina y vivió aquí hasta los seis años por lo que habla perfecto en español- se luce en esta propuesta de Scott Frank (creador de “Godless” y guionista de “Logan”, ambas de 2017) que une un tono clásico y una fina puesta en escena con reflexiones sobre la salud mental, el feminismo, el trauma familiar o las adicciones.
Según contó, antes de sumarse al cast de “Gambito de dama” era poco lo que conocía sobre este juego de estrategia. “Siempre había estado vagamente fascinada con el ajedrez en el sentido de que me parecía seductor, pero me siento muy afortunada de haber sido invitada a entrar en este mundo mágico y secreto”, aseguró.
En su entrada al fascinante universo del tablero fue fundamental la ayuda que Anya recibió de “maestros increíbles” como Bruce Pandolfini (famoso jugador y entrenador que fue retratado en la cinta “En busca de Bobby Fischer”, 1993), a quien definió como “un dios del ajedrez y es genuinamente la persona más amable y comprensiva”. Tras ver el show, Pandolfini le escribió un correo electrónico “que conservaré para siempre. Es simplemente un alma hermosa”.
De todos modos, y más allá de que el ajedrez sea el nodo de esta producción, la serie aborda temas universales en tanto Beth, el turbado personaje de Anya, está envuelta en traumas y problemas complejos.
“Creo que a Beth, desafortunadamente, la vida le ha enseñado que la gente siempre te acaba decepcionando. Está acostumbrada a que la abandonen, ha aprendido que no puede confiar de verdad en otras personas”.
En este sentido, reflexionó que la llegada de Beth al mundo del ajedrez le sirvió para mirar con otro crisol algunos aspectos de su vida.
“Pienso que gran parte de la seducción del ajedrez es que, si aprendes sus reglas, puedes entender cómo va a reaccionar alguien y tener movimientos para ello. Ella responde bien a tener reglas, a saber qué hacer, y encuentra un sentido de seguridad en eso”, dijo la intérprete sobre su criatura y agregó: “Luego su fascinación crece, pero empieza a sentirse incómoda cuando los seres humanos no reaccionan como piezas de ajedrez. Creo que es ahí donde se mete en problemas…”
Precisamente, durante el avance de los capítulos se puede ver cómo Beth toma confianza y seguridad dentro del tablero, sin embargo, es cada vez más desconfiada e insegura en “la vida real”.
“Beth se ve obligada a crecer muy rápidamente, quizá no necesariamente al ritmo que lo habría hecho si no hubiera empezado a jugar al ajedrez de modo profesional.
Pero es fascinante porque, como intérprete, disfruté realmente de transmitir su historia a través de su aspecto físico y de la manera en que interactúa con otras personas: ‘Esta es Beth después de que le guste un chico por primera vez, esta es Beth después de ver una cinta de Audrey Hepburn por primera vez…’. Fue maravilloso crecer con ella”, manifestó.
La producción de Netflix se sube a la poderosa ola del #metoo y narra una historia con fuerte impronta feminista donde Beth es la única mujer en un mundo de hombres, algo que no entiende.
“Lo que es hermoso de Beth es que está tan alejada de la sociedad que verdaderamente no entiende por qué la gente habla de su género en lugar de sus habilidades como jugadora. Tener la oportunidad de interpretar a esta persona en esa época específica lo sentí como algo muy liberador y lo disfruté mucho”, manifestó la actriz.
Su personaje es una criatura a la que no le gusta perder ni exponer sus debilidades pero Taylor-Joy es diferente. “La primera vez que me rechazaron, en mi primera audición, lloré mucho, sollozaba, estaba muy molesta. Pero al final de eso fue como: ‘No reaccionaré así nunca más’”, admitió Anya para quien “para sobrevivir en este mundo tenía que entender que, si estás destinada a interpretar un papel, lo harás y sucederá. Y si no consigues el rol es porque no era para ti: les deseas lo mejor y simplemente desconectas y no te machacas con eso”.
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