Ricardo José Borio
Edición Impresa | 30 de Diciembre de 2020 | 02:12

Una enorme tristeza provocó en diversos círculos locales el fallecimiento del abogado Ricardo José Borio, ocurrido a los 77 años. Debido a los valores que profesó y a la excelencia de su persona su partida resulta una pérdida por demás dolorosa para sus seres queridos y para quienes conocieron sus destacadas virtudes.
Platense, había nacido el 24 de abril de 1943 en el seno de una familia cristiana. Sus padres fueron Juan Carlos Borio y Lía Ofelia Mainetti, y compartió la infancia y la adolescencia en la casa paterna con sus hermanos Juan Carlos, Guillermo Alberto, Lía Inés y Jorge Luis, a quienes siempre se mantuvo muy unido.
Cursó los estudios primarios y secundarios en el colegio católico San José y luego de recibirse de bachiller en el tradicional establecimiento ingresó a la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, de donde se graduó con el título de abogado.
Se dedicó, dentro del Derecho, al ejercicio independiente de la profesión, y atendió estudios jurídicos tanto en La Plata como en la ciudad de Buenos Aires.
Fue un apasionado por el deporte y en sus años más jóvenes jugó al rugby en el club Los Tilos.
Aficionado a la carpintería, tenía en su casa un taller en el que pasaba largo tiempo produciendo distintas creaciones en madera.
Se casó con la escritora María Cecilia Font y de dicha unión nacieron María Eulalia y María Felicitas. Además, fue como un padre de su sobrina María Pía, quien perdió al propio cuando era muy pequeña y Ricardo se hizo cargo de ella con el mismo amor y entrega que les brindó a sus hijas.
Gran lector y dueño de una amplia cultura (como un “sabio” lo describieron sus allegados), el conocimiento le despertaba una particular curiosidad, la que saciaba de manera permanente yendo a las fuentes correspondientes.
Entre los rasgos que más lo caracterizaron se pueden mencionar su sentido de la responsabilidad, la fidelidad a sus principios, su buen humor y la empatía que sentía hacia el prójimo.
Fue también un hombre muy respetuoso, firme en sus decisiones, e incansable a la hora de trabajar.
Disfrutaba como nadie de la vida hogareña y nada le satisfacía más que las grandes reuniones familiares. Cultivaba la amistad, actitud que lo llevó a establecer numerosos y sólidos vínculos.
Sus últimos días los vivió rodeado, amorosamente, de sus tres hijas y sus seis nietos.
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