“Las vías”: dos almas que se añoran pero que nunca se tocan
Edición Impresa | 5 de Noviembre de 2021 | 06:20

Dos personas, un hombre, joven, vestido de soldado, y una mujer, mayor, se encuentran en las vías de la rambla de 72. Se ven, se saludan, se añoran: pero no pueden tocarse. Viven en realidades diferentes, paralelas, como esas vías.
Esa es la premisa con la que trabajan Francisco Urretabizkaya y Nora Oneto en “Las vías”, obra de Agustín Lostra que se muestra mañana a las 18 en la rambla de 5 y 72, al aire libre (y que volverá a mostrarse los sábados 20 y 28 de noviembre): una pieza sobre las palabras de las que quedaron sin decir, los adioses suspirados, los amores interrumpidos, todo lo que cae al vacío de esa distancia insalvable que existe entre esas líneas que nunca se tocan, por las que alguna vez pasó un tren.
En diálogo con EL DIA, Lostra cuenta que caminando la rambla durante la pandemia, en medio de la desolación, comenzó a mirar esa explanada larga, recta, hacia el infinito, y sintió atracción por “la distancia que proponía, por algo de los cuerpos en la lejanía. Caminaba, y veía a alguien caminando de espaldas, a lo lejos, y eso me generaba algunas cosas…”
Pero eran ideas que merodeaban, nada más. Lostra estaba por entonces empezando a ensayar otra obra junto a Urretabizkaya, que, como tantas cosas, quedó trunca por el virus, y entonces, esas ideas que daban vueltas comenzaron a tomar cierta forma, a partir de un núcleo: dos personas que se encuentran en las vías y que cuando se quieren acercar están en planos distintos, no se pueden tocar. Que no se tocaran, dice Lostra, era también una manera de “volver recurso poético algo que era una limitación”: la imposibilidad de que los actores entraran en contacto en plena pandemia.
Además de los protagonistas habitando realidades paralelas, estaban esas vías también paralelas, un símbolo que también despierta nostalgia por eso que fue y ya no es. “En el imaginario de la obra está la cosa nostalgiosa del tren que dejó de pasar”, dice Lostra, “pero las vías mueven un montón de sentidos”. “Hay una historia olvidada allí”, agrega Oneto, y Urretabizkaya explica que “se nota que es un símbolo potente, casi todos lo relacionan con una historia propia”.
Que los actores no se tocaran fue “una manera de volver recurso poético una limitación”
Con esos elementos y poco más, Lostra convocó a los actores con la idea de armar entre los tres los personajes, conformando la trama a través de “una dramaturgia colectiva”. Urretabizkaya comenta que el director lo visitó con un disparador, “un saludo a la distancia, como imagen”, y a partir de allí “nos largó a caminar, y empezaron a pasar cosas”.
“Empezó a aparecer un imaginario en común enseguida”, relata Oneto. ¿El saludo era despedida? ¿Era bienvenida? ¿Él era un fantasma, una proyección de ella? Alrededor de estas ideas que surgían en los ensayos, aunque sin cerrar sentidos, jugando también con lo ominoso y el extrañamiento, fue tomando forma “Las vías”.
“Cada día empezaba distinto, pero al final había cosas que volvían a aparecer”, cuenta la protagonista de “Las vías”: esos puntos recurrentes se volvieron el hilo de la obra y “con el correr de los ensayos fuimos llenando de sentido el recorrido”, agrega Urretabizkaya. En cada ensayo, dice Oneto, “aparecía algo. Y era como volver a la base del teatro, al juego, las formas en que empieza a despertarse el imaginario, los sentimientos”.
“Las vías”, realizada con el apoyo de la Beca Par de Escénicas de 2021 que brinda el Centro de Arte de la UNLP, comenzó así a cimentarse como la historia de dos personas que se separaron cuando él fue a la guerra, y que ella espera en las vías hace 30 años. Su encuentro quizás sea real, quizás sea imaginario, pero habitan planos diferentes: solo pueden tocarse a través de objetos, que traía a los ensayos la encargada del vestuario y los objetos, Maca Málaga Porris, y también los actores, el director y la asistente de dirección Eugenia Bifaretti, aparecieron en la obra a través de distintos ejercicios entre los actores para interactuar sin contacto, y fueron configurando recuerdos de sus personajes. Hay cartas, que nunca llegaron, flores recogidas en los jardines de La Plata… Y no hay mucho más.
Porque, explica Lostra, “es una obra de actores: no hay luces, no es una obra de dispositivo, la conexión entre Nora y Francisco es lo que sostiene todo. Así de sencillo y de complejo, porque no hay mucho más que los actores”.
De hecho, ni siquiera hay demasiado texto: los actores apenas conversan, y lo hacen con diálogos inaudibles, porque, al final, “no hacía falta que escucharan: la historia se arma sin que haga falta el texto”, explica Oneto. Eso no quita que los espectadores, ubicados en paralelo a la vía, puedan acercarse “y escuchar alguna conversación íntima”, y también elegir seguir el recorrido de un personaje o el otro, a lo largo de las vías, mientras los dos realizan esa especie de danza, ese “flujo de encontrarse y separarse”, como define Lostra.
Esa danza irrumpe en el espacio urbano, “hace convivir la imagen teatral con el flujo de lo real”, según el director: “En las vías se instala otro tiempo que contrasta con el tiempo urbano del lugar, pasan autos, hay gente que pasa corriendo. Y nosotros estamos en una burbuja atemporal”, afirma Oneto. Algunos transeúntes se meten en esa burbuja, se detienen a mirar, y “muchos ven de a ratitos”, son espectadores ocasionales, entre los que se encontraron en algunas ocasiones jóvenes de after escuchando electrónica
y gente que pasea perros, cuentan. “Es bastante interesante ver el grado de abstracción de la gente, hay gente que pasa entre medio de la obra, y ni levanta la cabeza”, se ríe Lostra, aunque afirma que, al final, “creo que se agradece: es una interrupción del flujo urbano”.
Este trabajo con el espectador y esa irrupción de lo teatral en el espacio cotidiano no era un disparador, dice sin embargo el dramaturgo y también cineasta, realizador de la aplaudida “Forcone”, aunque “no deja de ser estimulante”, agrega, “generar esa especie de denuncia el teatro de todo: la obra genera una mirada escénica y después todo lo empezás a ver así: todo te parece teatro”.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE