“Godzilla vs. Kong”: el duelo de dos gigantes con mensaje ecologista
Edición Impresa | 25 de Marzo de 2021 | 03:21

Cuando todos los estudios intentaban construir sus propios universos a imagen y semejanza de Marvel con sus películas infinitas y entrelazadas sobre superhéroes, Legendary se subió a la tendencia y utilizó a su reinicio de la saga de Godzilla, lanzado en 2014, como un trampolín para producir una serie de filmes sobre los emblemáticos monstruos gigantes del estudio.
Así nació el MonsterVerse (universo de monstruos), que, disipado el humo de la batalla de los universos cinematográficos, caídas en la pelea diversas sagas advenedizas, sigue en pie y es, de hecho, uno de los grandes valores del estudio de Warner: “Kong: La isla calavera” recaudó 567 millones que ganó a escala mundial; “Godzilla: Rey de los monstruos”, tercera entrega, recaudó 386 millones de dólares.
Al cierre de la tercera parte, diversos monstruos legendarios del universo de Godzilla habían emergido de una larga siesta, y sus dos bestias principales se batirán a duelo desde hoy en la cuarta parte de la saga, “Godzilla vs. Kong”, que se estrena en salas locales.
Pero esta no es una película sobre el combate de dos gigantes, meramente: en línea con el resto de la franquicia, “Godzilla vs. Kong” retoma el cine de catástrofes para reflexionar sobre el egoísmo del hombre y la destrucción del medioambiente.
“La falta de respeto que hemos mostrado ante la naturaleza ha sido brutal”, dice al respecto el actor mexicano Demián Bichir, parte de esta entrega que llega a los cines argentinos antes de su estreno on demand a través de HBO Max, plataforma que todavía no llegó al país.
Bichir da vida a un egocéntrico y ambicioso multimillonario y comparte protagonismo con Millie Bobby Brown, Alexander Skarsgård, Rebecca Hall, Brian Tyree Henry y la también mexicana Eiza González, en una cinta dirigida por Adam Wingard.
La cinta comienza tras la tercera parte: con el mundo todavía sacudido por la batalla entre Ghidorah y Godzilla, la humanidad ha comenzado a intentar coexistir con los Titanes. Pero después de que Godzilla comience su propio reinado de terror, los gobiernos deben recurrir a otra leyenda para detenerlo: King Kong.
No será tan fácil cuando la compañía Monarch viaje a Skull Island, donde una misteriosa joven conocida por comunicarse con el gigantesco monstruo le advertirá del peligro inminente. Godzilla, mientras tanto, arrasa naciones: Kong y Godzilla lucharán, entonces, en una terrible batalla de la que depende el destino de la humanidad.
Para Bichir, los efectos de hoy en día permiten volver a abordar estas historias de titanes con grandes efectos especiales, pero además de forma “más significativa”.
“Creo que esos dos serían los elementos fundamentales de desarrollo: la tecnología y que las historias van más apegadas a lo que estamos viviendo, son más humanistas y también más puntuales a lo que significa el poder y el egoísmo”, analiza quien justamente interpreta a un personaje que simboliza “esta enorme capacidad que puede brindarte el poder económico contra el objetivo fundamental de que lo que sea que hagas le sirva a la humanidad. Esta es una decisión que la gente con poder debe tomar a final de cuentas. Y (la decisión) no siempre tiene resultados amables. La mayor parte de la gente que tiene poder únicamente ve para su propio beneficio y su objetivo más claro es hacerse más y más ricos, más y más poderosos. Es poca la gente que tiene un espíritu altruista, que quiere aplicar su poder económico y creativo para el beneficio de la gran mayoría, del común denominador”.
En este sentido es que la película funciona como una alegoría de a dónde hemos llegado, dice Bichir, para quien la pandemia “ha sido una prueba dura e importante para toda la humanidad para saber de qué estamos hechos, sobre todo en cuanto a empatía y generosidad. La mayoría de sus ciudadanos simplemente se niegan a ver por el bien común. Es este reclamo constante de ‘a mí nadie me puede quitar la libertad de hacer lo que quiera, de ponerme o quitarme la mascarilla, nadie me puede obligar a esto o aquello’. Sigue siendo el nihilismo lo que reina. A la gente se le ha olvidado que no se trata de alguien en particular ni del bien personal de nadie, sino del bien común. Es la primera vez que realmente el planeta completo está siendo puesto a prueba. El hecho de que dependemos todos del otro para poder subsistir nunca ha quedado más claro que ahora. El planeta va a subsistir con o sin nosotros. No se trata de salvar al planeta: se trata de salvarnos a nosotros como especie. Es más, el planeta estaría mejor sin nosotros”.
Y eso es lo que muestra la película, un reflejo de cómo “le hemos faltado el respeto a la naturaleza, invadimos el terreno ajeno, el terreno de la vida salvaje de la flora y de la fauna. Hemos invadido su propio desarrollo. Cuando cazamos sin ningún tipo de restricciones, cuando eliminamos especies de la faz de la Tierra, cuando talamos hectáreas y hectáreas de árboles, cuando experimentamos con animales, cuando cruzamos líneas que son verdaderamente claras y que no se deben cruzar... Esto es lo que resulta: ese deterioro constante”.
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