“Implosión”: la película rodada en la Región que vuelve a la masacre de Patagones

Dos sobrevivientes del hecho interpretan versiones ficcionadas de sí mismos y viajan a Ensenada en busca del autor de la tragedia

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El 28 de septiembre de 2004, un estudiante del Instituto 202 Islas Malvinas de Carmen de Patagones ingresó al aula y abrió fuego. Era un día como cualquiera, que terminó con tres adolescentes muertos. Otros cinco llevan las marcas de los balazos en la piel: en “Implosión”, película de Javier Van de Couter que se estrena el jueves y que se mueve entre la ficción y el documental, dos de ellos, Rodrigo Torres y Pablo Saldias, emprenden el viaje desde la ciudad más austral de la Provincia en busca de Juniors, en busca de respuestas, en busca de resoluciones.

El viaje los trae a nuestra región: el último paradero conocido de Juniors es Ensenada, y hacia allí va la dupla, rodeados por actores profesionales de la Ciudad y atravesando las calles de La Plata y Ensenada (también el equipo técnico es local). La peripecia, que se desvía, se disipa, se resignifica entre noches y bares, no es real ni ficticia: es un dispositivo que permitió, dice su director en diálogo con EL DIA, a Pablo y Rodrigo buscar, liberar, explorar, desde la libertad del juego, del cine.

Y esa búsqueda, agrega, no solo atañe a los protagonistas: “La película propone ese viaje para adentro, y esa búsqueda de los personajes, ese intento de reencontrarse con el compañero que tensiona el relato, es una búsqueda de todos. Esto ocurrió hace 15 años atrás y la búsqueda sigue, la búsqueda de saber qué nos pasó, que no vimos, qué no vemos. No podemos solamente titular: hay que meterse, ensuciarse las manos y hablar de lo que nos pasó”, dice Van de Couter.

En ese sentido, “Implosión” vuelve a la masacre de forma lateral para “abrir preguntas: esto nos pasó como sociedad, más allá de que ocurrió en la ciudad más austral de la Provincia, y lo más fácil es esconder la tragedia. La película quiere abrir nuevas preguntas, y no pretende dar respuestas”.

Esta es la segunda película de Van de Couter, tras “Mía”, y la primera en estrenarse en una década. El director, que en medio de ambos filmes trabajó en proyectos de alto perfil (guionizó “Historia de un clan”, codirigió “Variaciones Walsh”, coescribió “Alanis”, colaboró con los libros de “Monzón”, entre otros proyectos), confiesa que no fue solo las diversas oportunidades laborales lo que le impidieron trabajar en su proyecto personal: “Llevo diez años con el proyecto en la cabeza”, confiesa, porque “no me resultó sencillo abordarlo”. Como los protagonistas, Van de Couter es de Patagones, algo que “me jugó a favor para la intimidad y la confianza, pero la objetividad, las cuestiones artísticas, podían volverse en contra”. Aquella tragedia, confiesa, sacudió a todo el pueblo. Y él quería hacer cine con ese sentimiento imposible de poner en palabras, sacarlo afuera, pero no sabía cómo. 

“La consternación le debe haber pegado de una forma a un médico, a un trabajador social o a un maestro les afectará de una manera particular y vieron qué hacer con eso; a mí, cuando ocurrió, intenté acercarme al hecho desde el cine”, comenta. Entonces, “quise hacer un documental, pero no estaba preparado para que el registro sea documental”. Registró algunos testimonios, “intentado hacer una anatomía del odio, de ese odio que había visitado mi pueblo”, pero “era un hecho muy cercano, Patagones es muy chica, funciona como una familia, y de esto se habla y de esto no se habla. Y quizás no estaba lo suficientemente maduro, la historia me pegaba muy fuerte para abordarla”.

El proyecto siguió dando vueltas, y, al acercarse a Pablo y Rodrigo, para conocer qué había sido de ellos, comprendió que “mi lenguaje es la ficción, no el documental, es un juego al que estoy más acostumbrado”. La propuesta interesó a los protagonistas, que a medida que se iban poniendo cómodos con el juego, a medida que escapaban de ese registro periodístico al que se habían acostumbrado, a ese responder preguntas con respuestas preformuladas, y abrazaban el lenguaje de la ficción “fueron tomando distancia de ellos mismos para poder interpretarse y comprendiendo las posibilidades qué les daba interpretar esos personajes”.

Esas posibilidades tienen visos terapéuticos, “casi piscomágicos”, dice Van de Couter. “Mediante la ficción iban a poder visitar ese hecho desde la fantasía: el cuento te habilita otros espacios, jugar, transitar situaciones que quizás nunca te permitirías en la vida, decir cosas que quizás nunca pudiste decir. Y decís ‘corte’ y salís de ese lugar, no te quedás ahí”.

Tras su estreno en el BAFICI, “Implosión” se estrena el jueves en el Cine Select, se verá todos los días a las 19, y el viernes la proyección contará con la presencia de Van de Couter, quien mientras tanto ya tiene nuevo proyecto: actualmente desarrolla para MGM la adaptación de una serie basada en la novela “Cacería” de Gonzalo Demaria. Otro policial para su curriculum. “Hay algo del proceso de investigación que me encanta”, confiesa. “Y también me encanta encontrar nuevas formas de contar estos hechos, eso es lo que me desvela, acercar al espectador una historia de una forma que no sea tan directo como un documental, que utilice todas las herramientas de la ficción”.

 

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