Rubén Rada: “No tengo un estilo, hago música del mundo”

De regreso de una gira que lo llevó hasta Japón, el artista montevideano vuelve a La Plata tras 18 años para presentar su catálogo de canciones de todos los ritmos en el Coliseo Podestá

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Quién conoce a Rubén Rada, quien lo ha visto en escena, o en la tele, sabe que, en conversaciones, en entrevistas y seguramente en la vida, suele estallar en canto en el medio de una frase, como si hubiera ideas que solo puede expresar a través de la música, como si la melodía fuera una especie de segundo lenguaje. Quizás, incluso, de primera lengua, más intuitiva, con algo de maternal, como revela su último trabajo discográfico, “As noites do Rio”, dedicado a su madre brasileña.

Quizás eso explica cómo a lo largo de 50 discos, “El Negro” se ha desplegado a lo largo y a lo ancho de un sinfín de géneros, desde el candombe a la música beat, desde el rocanrol al jazz, jugando siempre con la música, estirándola para acá y para allá. “Yo hago ‘world music’, no tengo un estilo”, dice Rada al respecto, en diálogo con EL DIA, antes de llegar a La Plata, el sábado próximo, para presentar en el Coliseo Podestá su espectáculo “A la vuelta de Japón”, donde en el marco de la gira que sigue a su viaje a España y el país oriental anticipará algunas canciones de su próximo disco “Candombe con la ayudita de mis amigos” y repasará su inagotable cantera de canciones y ritmos.

“En pandemia estuve encerrando lavando mandarinas: mi familia no me dejaba ir a ningún lado, porque yo menos dinero tengo todos los valores altos: colesterol, hipertensión, diabetes…”

 

“Hace muchos años que no voy a La Plata, muchos, eh”, cuenta el montevideano, y hace memoria: la última vez, estima, fue en 2004, durante el “Candombe Jazz Tour”, “pero pasamos y seguimos de largo”. Recuerda más en profundidad los días “hermosos” tocando en sus mocedades “frente a la Universidad, en la calle, en fiestas, hace años: toqué en muchos pubs de La Plata, para 60 personas. Era divina esa época: no ganabas un mango pero era lindo”.

- ¿Y cómo va a ser este show que trae a La Plata? ¿Los recitales en Argentina recogerán esa suerte de balance de tu historia que llevaste a Japón?

- Tiene que ver con el repertorio que llevé a Japón, pero el título que le puse a la gira tiene que ver con que ir a Japón a tocar candombe para un uruguayo… es como ir a la Luna. Y le puse “A la vuelta de Japón”, porque yo le decía a los periodistas que muy lindo ir a Japón, pero lo más importante, a los 78 años, es volver de Japón: ¡un viaje larguísimo! Y cuatro shows en España, 15 en Japón…

“Toqué en muchos pubs de La Plata. Era divina esa época: no ganabas un mango pero era lindo”

 

- Se está reencontrando con la gente después de la pandemia con estos shows, giró por Japón y ahora viene a Argentina, ¿como está siendo el reencuentro?

- Con una alegría tremenda. Estuve acá encerrando, lavando mandarinas, naranjas, papas, botellas, bolsas, porque mi familia no me dejaba ir a ningún lado, porque yo menos dinero tengo todos los valores altos: colesterol, hipertensión, diabetes… Como diría el Cuarteto de Nos, ya fui al urólogo, ya fui al cardiólogo, ya fui al psicólogo… tengo todas las visitas.

- En pandemia, al menos pudo seguir creando, lanzó el disco para su madre.

- Así es, estando en pandemia, terminé un disco que hice para mi madre, “As Noites do Rio”, un disco que hice porque mi madre era brasileña, y nunca pudo volver a Brasil, éramos pobres, no teníamos un mango... Entonces quise llevar el espíritu de mi madre a Brasil. Fue un disco lindísimo que hicimos en plena pandemia… y lo hayan escuchado mil personas, porque encima entre Bolsonaro y la pandemia, tampoco los periodistas te daban chance de hacer notas.

- Ahora, usted ha compuesto de todo en la música, todos los ritmos, pero no lo había escuchado acercarse tanto a lo brasileño, ¿sentía que era algo que le faltaba?

- Sí. Nunca me quise acercar a lo brasileño, porque la música que escuchamos de ellos siempre son vocecitas muy chiquitas… Todos cantan muy chiquito, yo soy más guerrero, me parecía que no me quedaba bien. Pero cuando empecé a escuchar a artistas como Tim Maia me animé un poco… y grabé un disco, aunque de Brasil tiene el nombre nomás, porque también pasa por el candombe, la milonga, el rocanrol, pasa por todo, mostrando de lo que estoy impregnado yo, que es de la música del mundo: yo hago ‘world music’, no tengo un estilo. Nací en Uruguay, son candombero, tanguero, milonguero, pero después escuché tanta música, entre en tanto boliche, fue en barcos, hoteles en países extraños… Y en todas partes, traté siempre de escuchar todo tipo de música. Siempre me acuerdo cuando grabé con Opa en Estados Unidos y fuimos a Tower Records a ver en qué batea estaba el disco nuestro. Y no lo encontrábamos, hasta que saliendo, me encontré en jazz brasileño, porque el disco lo producía Airto Moreira, que era brasileño.

“Cuando era joven fui a ver a Los Beatles tres veces: ninguno era Los Beatles. El pelo era igual, cantaban las canciones de Los Beatles, pero eran Los Pickles, Los Beatos, cualquier cosa”

 

- Pensando en su carrera, aunque es ecléctica, parece haber una base en ciertos ritmos que tienen algo común, el rocanrol, el candombe, la milonga, el tambor, todo viene de la música negra. ¿Hay algo ahí que ata todo, o usted quiere justamente dinamitar esas fronteras?

- Al contrario. A mi me costó mucho llegar a ser un tipo respetado en un estilo, porque nunca tuve estilo. A mi me conocieron en Argentina por un rocanrol, “Rock de la calle”, pero el disco (“La Banda”) no tenía un solo rocanrol más. Era casi como si les estuviera mintiendo. Pero yo tengo un cariño por toda la música, incluso la música clásica. Por eso me costó mucho. Cuando uno hace rocanrol, al tipo que le gusta el rocanrol va a la batea y encuentra a los rockeros. Yo nunca estaba en ningún lado.

LA GLOBALIZACIÓN Y JAPÓN

Antes las bateas no sabían donde colocarlo, y ahora la lucha sigue con el famoso algoritmo de las plataformas, que no sabe cómo clasificar a Rada y su música. Y además, lanza, “ahora todos son traperos, o raperos, o hacen reguetón”, aunque rápidamente, como si se arrepintiera, avisa que “me encantan Catriel, WOS, hay un montón de músicos nuevos. También otra onda, como Conociendo Rusia… hay que estar cerca de los jóvenes, yo siempre estoy cerca, escucho lo que escuchan mis hijos, ahí me cuelgo”.

Lo cierto es que tras una vida luchando por impulsar la música latinoamericana, hoy la música latina, o una versión de ella, ha trascendido todas las fronteras. “Antes había que decir qué tocabas, pero hoy en día la gente sabe, la información les llega”, afirma, respecto a su viaje a Japón. Efectos de la globalización: “La música está totalmente globalizada. Está todo globalizado, el chicle, el tobogán”, opina, y recuerda que “cuando era joven fui a ver a Los Beatles tres veces en Uruguay: ninguno era Los Beatles. No había información: fui al teatro, el pelo era igual, cantaban las canciones de Los Beatles, pero no eran Los Beatles, eran Los Pickles, Los Beatos, cualquier cosa… Hasta que creció la información”.

“Me encantan Catriel, WOS, Conociendo Rusia… Hay que estar cerca de los jóvenes”

 

Rada sobrevivió sin embargo a aquellos tiempos de menos información y llegó a compartir espacios e intercambiar admiración con figuras internacionales como Sting o BB King. Y ahora, incluso, viajó a Japón, para celebrar los cien años de relaciones entre el país oriental y la Banda Oriental. En “Mamita de Nueva York” cantaba “muy pronto verán al negro bailando como un nipón”, y “al final se me dio”, se ríe.

Fue una experiencia “buenísima”, cuenta Rada: “Rocanrol, tango, milonga, samba, candombe, merengue… Les di un paseo de música. Y los aplausos eran tremendos. Subía al escenario, hacía las palmas del candombe y todos los japoneses aplaudían (Rada hace las palmas de candombe al teléfono). Me costaba que bailaran, pero pedía que en los últimos tres temas prendieran las luces y los hacía salir a bailar. No sé qué bailaban, pero bailaban. Quizás no bailan los candomberos uruguayos, pero bailan como sienten”.

- De Uruguay a Japón… Tanta trascendencia ha tenido en su carrera que sus canciones hasta se cantan en las canchas de fútbol de otros países.

- Eso es lo más grande que le puede pasar a un artista: que canten “La plena” (“Muriendo de plena”) en los estadios… cuando lo escuché se me caían las lágrimas. Es como estar con el pueblo. Los mejores en eso son los Auténticos, que tienen infinidad de canciones. ¡Y Fito, con “Dale alegría a mi corazón”! Cuando cantan tu música en la cancha es porque ya sos del pueblo, y eso para mi es un gran honor. Y más cuando no sos del país, aunque yo de Argentina me traje a mi mujer y mis tres hijos, son todos argentinos.

- “Muriendo de plena” es parte de ese disco que fue un momento en la música popular, “Quién va a cantar”, y que todavía sigue sonando en las fiestas. ¿Cómo es la historia de ese disco?

- Ese disco lo hice para quedarme en Uruguay. Lo llamé a Cachorro López y le dije que quería un disco comercial. Me dijo que le mande los temas pero que no vaya al estudio, porque sino voy y empiezo a hacer locuras, a improvisar… El primer tema que grabó fue “Aparte de ti tu boca” (Rada lo cuenta y lo canta). Y ya de ahí salió el disco.

- Allí, abre el disco la canción “Quién va a cantar”, donde dice: “Cuando el cansancio mate la alegría, seremos una máquina de trabajar”. ¿Concibe un poco así nuestra música, como una música para bailar, mantener la alegría y resistir, soportar las miserias?

- Totalmente. Y también de memoria. Tenemos una historia muy en común. Por eso es que canto que “si cada pueblo tiene un presidente, que por lo menos rime con la gente, cuando el reparto sea más coherente tendremos un planeta con más identidad”. Cosa que nunca pasó en América latina, que el reparto sea más coherente…

- Hablando de historia en común, de Cachorro, de sus hijos, su relación con Argentina es profunda, de larga data…

- Yo fui a Argentina para que el candombe se quede en Argentina, que la gente componga canciones con el ritmo de murga y el ritmo de candombe, así como componen con la música del tango. Como cuando Marley entró a Inglaterra y todos tocaron reggae.

- Y habló recién de la música y la memoria: fue exitoso en su misión, el candombe lo adoptaron como ritmo muchas bandas, pero durante muchos años se borró la historia argentina el candombe, como casi toda la historia negra del país. ¿Lo pensaba como un acto de memoria, en algún punto?

- Claro, totalmente. El candombe existió en Argentina, yo empecé a cantar candombe por Alberto Castillo. Era un candombe más milonguero, pero es un tipo muy querido en Uruguay, venía a cantar en los carnavales.

 

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